Capítulo 592
Damián respondió sin pensar: “No.”
“En mi casa tenemos una empleada, todos los quehaceres los hace ella, yo nunca tengo que
hacer nada.”
Rafaela sabía que cocinar era algo que él no iba a aprender de un momento a otro, así que sacó los ingredientes del refrigerador y le hizo señas a Damián: “Ven aquí.”
Damián obedeció y se acercó a Rafaela.
Rafaela le enseñó a Damián cómo seleccionar y lavar los vegetales.
Damián aprendió con seriedad, sin quejarse en lo más mínimo.
De reojo, miró a Rafaela y de repente encontró que había algo en su seriedad…
Algo único que la hacía más atractiva y encantadora que cualquier otra mujer que había
conocido.
Damián se sintió incontrolablemente atraído.
Desvió la mirada y se concentró en lavar los vegetales. Una vez que terminó, le dijo a Rafaela: “Ya está todo limpio, ¿y ahora qué?”
“Déjamelo a mí.” Rafaela tomó los vegetales para cortarlos: “Ya has trabajado bastante, ve al
salón a descansar.”
“Está bien.”
Damián volvió al salón y se sentó correctamente en el sofá, observando la silueta de Rafaela y pensando seriamente en lo que Helena le había dicho.
Ella le había dicho que debía tener un trabajo.
De lo contrario, ¿planeaba vivir a expensas de una mujer?
No había entendido lo que Helena quería decir en ese momento, pero ahora lo entendía todo.
Si él y Rafaela llegaran al punto de casarse…
Rafaela tendría que trabajar y además hacerse cargo de las tareas del hogar.
¿Y él?
Parecía no ser de mucha utilidad.
Eso no estaba bien.
Damián pensó que debía encontrar una manera de esforzarse y ganar dinero. Sacó su billetera, repleta de tarjetas, y en ese momento supo qué hacer.
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Capítulo 592
Mucha gente quería acceder a círculos elitistas sin tener los medios.
Después de todo, asistir a algunos eventos exclusivos requería de un patrimonio y estatus suficiente.
Podía usar estas tarjetas para ayudar a esas personas a acceder a los lugares que deseaban y cobrarles una tarifa por ello.
Damián sonrió sin darse cuenta.
Cuando aún estaba en buenos términos con su padre, en realidad tenía el derecho de entrar a esos lugares y hasta había obtenido varias tarjetas.
Pero sabía que los requisitos para entrar y salir de esos lugares eran muy estrictos.
No estaba seguro de a cuáles podía acceder, así que comenzó a llamar uno por uno para
confirmarlo.
A aquellos lugares donde ya no era bienvenido, optó por devolver las tarjetas voluntariamente.
Los encargados no insistieron.
Procedieron a cancelar sus tarjetas y devolverle el dinero.
Los lugares que aún le permitían entrar los conservó.
Y aquellos que lo aceptaban pero con reticencias, también decidió cancelarlos.
La velocidad con la que le devolvieron el dinero fue sorprendente…
¿Había gastado realmente tanto dinero solo en obtener esas tarjetas?
Antes de romper con su padre, pensaba que ese dinero no significaba nada.
Pero desde que su padre lo desheredó públicamente, de repente sintió que era bastante dinero.
Al menos, por sí mismo, podría ser difícil ganar tanto dinero en toda su vida…
Rafaela estaba en la cocina ocupada friendo.
Escuchaba a Damián hablar por teléfono en el salón sobre cosas que no entendía, solo le echó un vistazo y luego se concentró de nuevo en lo suyo, sin prestarle mayor atención a Damián.
Después de todo, esos eran asuntos de Damián, no tenían nada que ver con ella.
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