Capítulo 586
Escuchaba cada vez más incrédula sus palabras No lo entiendo
“Si no entiendes entonces déjame explicane bien estos principios“, dio Vallentina, furiosa Pamero que nada como mujer, no tienes ni un poco de paciencia.”
“En nuestra época, si un esposo era infiel, ¿cuántas esposas tenían realmente la opción de divorciarse?
No era más común seguir con la vida, permaneciendo leales a los maridos, esperando a que
regresarar?
¿Quién como tú, que pide el divorcio tan fácilmente?”
No esperaba que Valentina pudiera argumentar con tanta convicción, lo cual de alguna manera me pareció gracioso: “Tu época no veía divorcios, pero eso era por las limitaciones de aquel
entonces.
Aunque sufrieran en el matrimonio, nadie se atrevía a divorciarse por miedo a ser señalados y ridiculizados.”
“Lo más importante es que no tenían una fuente de ingresos propia, temían no poder sobrevivir después del divorcio.”
“Pero ahora, la época de la que hablas ya pasó.”
Acababa de pasar varias horas seguidas dibujando y ahora me sentía cansada, así que me levanté y me senté en la cama, hablando con calma: “Hoy en día, todos tienen su trabajo y pueden ganar su dinero.”
“Económicamente, no dependen de nadie.”
“Naturalmente, se vuelven independientes.”
“Y yo soy un claro ejemplo.”
Me recosté hacía atrás: “No me importa lo que piensen los demás, ni lo que digan de mí.”
“Separarme de Ricardo no me impide vivir bien.”
Por eso he agradecido incontables veces, que bueno que me divorcié de Ricardo.
De lo contrario, quizás nunca hubiera sabido, cómo debería ser una relación de pareja normal.
“No tengo ninguna necesidad de quedarme al lado de Ricardo, sufriendo.”
Al escuchar mis palabras, Valentina no solo no se alegró, sino que su expresión se oscureció aún más: “¿Quieres decir que no piensas hacer nada al respecto?”
“¡Ofelia, se volvió así por ti!”
Podía escuchar en su voz que la situación de Ricardo no era buena, por lo que Valentina
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Capítulo 586
intentaba desesperadamente manipularme moralmente: “Pero todo esto, fue su elección.”
“Él eligió ser infiel.”
“Él eligió, paso a paso, llevarme a un callejón sin salida, incluso cuando yo cedía
incondicionalmente.”
“Si él eligió ese camino…”
“Entonces debe tomar responsabilidad por sus decisiones.”
Justo como en el caso de Benjamín.
Hablé con una tranquilidad expectante, tan serena como si estuviese hablando de algo que no tuviera nada que ver conmigo: “Por supuesto, yo también tomaré responsabilidad por mis
elecciones.”
“Valentina, nunca me arrepentiré.”
Viendo que no podía persuadirme, Valentina se enfureció aún más…
¡Por qué!
Su hijo era exitoso, por lógica, después del divorcio, debería haber tenido una buena vida. Pero, lamentablemente, su hijo la estaba pasando mal.
¡Ofelia, esa mujer abandonada por su esposo, debería estar viviendo en la miseria!
¡Pero Ofelia encontró a un hombre aún mejor que su hijo!
¡Eso era algo que Valentina no podía aceptar!
Valentina respiró hondo: “Donde vivimos, siempre decimos que el hombre es el cielo de la mujer…”
No la dejé terminar y la interrumpí: “En mi mundo, yo soy mi propio cielo.”
Valentina se quedó sin palabras.
Continué: “Ese discurso tuyo, no lo voy a escuchar, ni lo voy a creer.”
“Si lo que querías decirme era eso, entonces puedes colgar ahora mismo.”
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