Capítulo 539
Parecía haber olvidado completamente la situación actual, donde Ricardo había descubierto su
secreto…
Valentina se enojó aún más: “¡Ricardo, soy tu madre!”
“¿Qué clase de hijo se quedaría de brazos cruzados mientras su madre es maltratada?”
Estaba conmocionada por la frialdad de Ricardo.
La emoción de Ricardo no mostraba cambios: “Todo esto son apenas suposiciones mías.”
“¿Así que acerté, verdad?”
Valentina se quedó sin palabras.
Ricardo continuó: “Mamá, estoy muy ocupado ahora.”
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“Para la próxima, mejor no me busques por cosas tan pequeñas.”
Valentina quería decir algo más, pero la llamada ya había sido colgada.
Miró la pantalla, sintiendo como si tuviera un fuego ardiente dentro de sí, pero al final no sabía cómo desahogarse.
Un hombre se escondía en la esquina, observando a Ofelia firmando documentos sola en la habitación. Sacó su teléfono sigilosamente y llamó a Amparo: “¡Ofelia está sola!”
Amparo no pudo contener su emoción; había estado pensando en encontrar una oportunidad para capturar a Ofelia y grabar videos comprometedores que el público rechazaría.
En su mente, tal oportunidad sería difícil de conseguir.
Después de todo…
Ofelia, sin importar lo que hiciera, siempre estaba con Camilo.
Los dos eran inseparables.
Amparo pensó que tendría que esperar mucho tiempo para llevar a cabo su plan, pero para su sorpresa, justo después de hablar con él ayer, hoy se presentó esta perfecta oportunidad…
Amparo preguntó emocionada: “¿Dónde está exactamente?”
El hombre no planeaba decirle directamente: “¿No dijiste que me darías una recompensa si te informaba cuando estuviera sola?”
Amparo, sumergida en la alegría de su inminente logro, no pensó mucho en ello.
Rápidamente sacó su teléfono y realizó una transferencia al hombre.
Al verla, el hombre notó que había transferido dos veces, sumando un total de diez mil
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Capítulo 539
dólares…
Rápidamente le dijo a Amparo: “En la imprenta.”
Como un balde de agua fría, esto apagó toda la emoción de Amparo, quien preguntó incrédula: “¿Imprenta, y eso cuenta como estar sola?”
El hombre, sin pensarlo, contestó: “Sí, está sola en esa habitación.”
Y hasta le envió una foto a Amparo.
Amparo realmente quería insultar, pero se contuvo: “Con tanta gente en la fábrica, incluso si quisiera hacer algo, no podría llevarlo a cabo.”
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“Y si por alguna casualidad capturamos a Ofelia, ¿cómo vamos a salir de la imprenta?”
El hombre, probando suerte, preguntó: “¿Para qué la quieres capturar?”
Amparo respondió molesta: “¡Eso no te incumbe!”
El hombre se rascó la nariz, sin saber qué responder, así que optó por quedarse en silencio.
Amparo continuó: “La próxima vez, asegúrate de que esté completamente sola antes de llamarme, ¿entendido?”
“Entendido.” El hombre respondió con fastidio: “Esta vez te llamé porque no me lo habías explicado bien.”
“Solo dijiste que si estaba sola, te avisara…”
Amparo habló más despacio: “¿Ahora te quedó claro?”
El hombre respondió de manera evasiva: “Sí.”
“Te advierto, si vuelve a suceder lo mismo, buscaré a alguien más,” dijo Amparo molesta. “Después de todo, no me falta dinero. Si tú no haces bien tu trabajo, seguro que alguien más lo hará.”
El hombre, temeroso de perder tan buen empleo, rápidamente dijo: “Tranquila, haré
exactamente lo que me pidas.”
Amparo finalmente se sintió satisfecha.
Después de colgar, recordando las palabras de Rafaela, tomó su teléfono y comenzó a caminar
de un lado a otro, hasta que finalmente reunió el valor para llamar a Marcelo.
Marcelo, sorprendido al contestar, dijo: “¿Cómo es que tienes tiempo de buscarme?”