Capítulo 95
“No voy a tenerlo.”
Martina no dudó ni un momento.
“¿Por qué?”
Eugenio no esperaba que la mujer respondiera tan firmemente.
“Sr. Hernández, mi situación no es como la de ustedes, no me puedo dar el lujo de ser caprichosa.” Martina bajó la mirada, “No tengo familia, estudié durante veinte años, apenas llevo un año trabajando oficialmente y todavía le debo dinero a un amigo, si el bebé nace ni siquiera podré pagar una niñera.”
“¿Estás asumiendo que yo no me haré cargo de nuestro hijo?” Eugenio frunció el ceño, “¿Cuándo te di esa impresión?”
“Sé que eres buena persona, y si tengo el niño, probablemente incluso después de que te cases no lo abandonarías, pero…” Martina lo miró, “No puedo basar todas mis esperanzas en ti. Que mi hijo tenga una buena vida o no, si depende únicamente de tu conciencia… eso me deja en una posición muy vulnerable.”
Eugenio quería decir algo más, pero al final solo suspiró, “Está bien, comamos primero.”
Ese día, Eugenio había preparado el desayuno otra vez.
No estaba seguro de si Martina recordaría algo después de beber.
Pero había pensado que si Martina pensaba que habían tenido relaciones, él asumiría la responsabilidad.
Y luego la pediría en matrimonio.
Lamentablemente…
Esta chica era demasiado astuta, no caía en sus juegos.
Después del desayuno, Martina tomó el vehículo del hombre para ir al hospital a trabajar.
Al pasar por la farmacia debajo de su edificio, pidió al conductor que se detuviera, justo cuando estaba a punto de abrir la puerta para comprar medicamentos, el hombre a su lado tomó su muñeca.
Martina bajó la mirada hacia la mano del hombre que sujetaba su muñeca, sin decir nada, pero con una expresión de confusión.
“No pasó nada.” Eugenio explicó de nuevo, “Ayer no llegamos a ese punto.”
La duda en los ojos de Martina no se disipó en absoluto.
Eugenio sabía lo que ella estaba pensando y continuó explicando: “Solo te ayudé con el cierre, luego, al verte dormida, llamé a la hermana de Elio para que te cambiara. Si no me crees,
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puedo llamarla.”
“No, no hace falta, te creo.”
Martina finalmente se sentó de nuevo.
Por cómo se sentía su cuerpo al despertar, ella también había supuesto que no había tenido relaciones con el hombre.
“Martina.” El hombre todavía sostenía su muñeca, “¿Qué recuerdas de anoche?”
“Yo…”
Lo primero que Martina recordó fue que el hombre la había cargado escaleras arriba.
Y lo había hecho con una sola mano.
Luego recordó que lo había besado.
Aunque no recordaba por qué lo había besado, estaba segura de haberlo hecho.
Quizás cuando la gente está borracha, hace todo lo que no se atrevería a hacer sobria.
“No es lo que hicimos, es lo que te dije.” Eugenio la miró, “¿Cuánto recuerdas?”
Lo
que él le había dicho….
Martina se quedó en blanco, tratando de juntar esos fragmentos de memoria después de haber bebido.
Después de un largo rato, todavía sacudió la cabeza.
No recordaba qué le había dicho.
Eugenio suspiró resignado, “Realmente me gustaría saber qué es lo que recuerdas después de beber. Lo que deberías recordar, no lo recuerdas, y te preocupas por lo que no deberías.”
Martina miró al hombre lleno de resignación y preguntó con cuidado, “Sr. Hernández, ¿qué dijiste anoche? ¿Olvidé algo importante?”
Debido a la hora punta matutina, el coche estaba atrapado en el tráfico.
Eugenio observó en silencio a la mujer frente a él, luchando internamente por un momento.
Finalmente, con calma dijo: “Te dije que mi madre ha estado presionándome para casarme durante años, pero actualmente no tengo planes de hacerlo, y esperaba que pudieras fingir ser mi prometida por un año.”
Martina se quedó atónita.
El hombre continuó: “En ese momento, aceptaste. Para ti, podría haber sido solo habladurías de borracha, pero yo lo tomé en serio.*
Martina revisó cuidadosamente los fragmentos de memoria en su mente, pero no encontró nada relacionado con esas palabras.
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Captulo 95
Sin embargo…
Si Eugenio decía que lo había dicho, entonces debía ser cierto.
Eugenio soltó la muñeca de la mujer, “No te preocupes, si no quieres, podemos considerarlo solo una locura de borrachos y olvidarlo.”
