Capítulo 5
Ximena había sido compañera de escuela de Martina desde pequeñas, al ser hija de un abogado acaudalado, estaba acostumbrada a la opulencia, por tener autos y relojes de lujo desde temprana edad. Por lo tanto, algo que la impresionara tenía que ser realmente extraordinario.
Siguiendo la dirección que apuntaba Ximena, Martina posó su mirada en un auto negro, que a primera vista, parecía un vehículo común. Justo cuando iba a desviar la mirada, el conductor bajó, dio media vuelta alrededor del auto y abrió la puerta trasera. De ella descendió un hombre de estatura imponente, cuya presencia se acentuaba bajo la luz tenue de la noche, dibujando un contorno frío y distante en su rostro, con unos ojos profundos que no revelaban emoción alguna. Su traje oscuro, iluminado por las luces cálidas de la calle, resaltaba aún más su figura esbelta.
¡Era él!
Al ver su rostro, el corazón de Martina pareció saltarse un latido.
Un grupo de personas que ya lo esperaba se acercó rápidamente, rodeándolo y acompañándolo hacia la entrada del club.
“Aquel calvo es Iván, el presidente del Grupo Pionero, tiene un patrimonio de al menos trescientos millones de dólares,” -comentó Ximena, señalando al grupo. “El más bajo y corpulento es Óscar, el director de Estudios Creativos Sol.”
Escuchando a Ximena, Martina no pudo evitar preguntar: “Y el hombre que acaba de bajar del auto, ¿lo conoces?”
Evidentemente, al ser recibido por ejecutivos de tal calibre, ese hombre debía tener una posición aún más elevada. Siendo ella una huérfana, haberse cruzado con la familia Hernández ya había sido una suerte, así que conocer a alguien tan adinerado parecía imposible.
*Ese… no lo he visto antes,” respondió Ximena, sacudiendo la cabeza. “Pero al que está a su lado sí lo conozco, es Elio Losada, el heredero del Grupo Losada, compañero de mi hermano y conocido por sus andanzas amorosas. Quien se junte con él, seguro que no es buena compañía.”
Aunque prestaba atención a Ximena, Martina no apartó su mirada del hombre. Por alguna razón, él miró en su dirección por un instante antes de entrar al club y ella estaba segura de que él la había visto.
*Xime, mira lo que tengo aquí.” Rebuscó en su bolso y sacó el gemelo que había recibido el día anterior.
*¿Qué es esto?” Ximena lo examinó detenidamente. “Un gemelo de ópalo negro, parece costoso. ¿Por qué solo tienes uno? No me digas que es de Fernando, tú…”
“No, es de ese hombre,” interrumpió Martina, dirigiendo su mirada hacia la entrada del club. “El hombre que bajó del Bentley.”
Al ver la sorpresa en los ojos de Ximena, Martina le contó brevemente lo ocurrido la noche anterior.
“Los que están en la puerta deben ser sus guardaespaldas, ¿no? Quiero devolverle esto a uno de ellos.”
“Que se mezcle con Elio no es buena señal, todos los que lo rodean son unos casanovas, seguro que solo quiere ligar contigo porque eres bonita.” Ximena la tomó del brazo. “Vamos, te acompaño a devolverlo.”
Martína era notablemente hermosa, con un rostro delicado y ojos que brillaban con una belleza excepcional. Si hubier nacido en una familia adinerada, su belleza habría sido un gran atributo a su favor. Desafortunadamente, al ser proveniente de una familia humilde, su belleza le traía más problemas que beneficios.
Martina también pensó que el hombre solo tenía intenciones superficiales, por lo que era mejor devolver el gemelo cuanto
antes.
Al llegar a la entrada del club, aún no habían sacado el gemelo cuando un hombre de traje y lentes se les acercó. “Srta. López, mi jefe me pidió decirle que él recogerá el gemelo personalmente, más adelante.”