Capítulo 49
Martina sintió un leve estremecimiento en el corazón y, por instinto, se cubrió la cara mientras negaba con la cabeza. “No, es que… ayer me caí mientras caminaba.”
No era buena mintiendo.
Esa mentira, dicha con esa voz temblorosa, hasta a ella misma le resultaba poco convincente.
“Entonces, ¿realmente fue Fernando quien te pegó, verdad?”
Eugenio preguntó de nuevo.
El hombre, con una expresión seria en el rostro, tenía los ojos profundamente oscuros teñidos de una ira palpable.
“De veras que no, ¿cómo podría él pegarme?”
Martina no quería mencionar el incidente con Gaspar para no causarle más problemas a Eugenio.
Aparte de negarlo, no sabía qué más decir.
“¿Así que él te pega y tú aún lo defiendes?”
Eugenio elevó la voz.
La ira que había estado reprimida en su interior durante todo este tiempo finalmente estalló.
“No es eso…”
“Entonces, ¿quién fue?”
“Fue… realmente me caí…”
“Está bien, no necesitas decir nada más. Ya sé cómo manejar esto.”
Eugenio estaba convencido de que Martina seguiría defendiendo a Fernando, por lo que decidió no hacerle más preguntas.
Sin embargo…
Este asunto no quedaría sin ser resuelto.
La familia Hernández ya debía haber quebrado hace tiempo; en su momento, por no querer que Martina pasara penurias, decidió hacerse cargo de la empresa de la familia Hernández.
Dado que Martina había decidido separarse de Fernando, él ya no quería involucrarse con la carga que representaba la familia Hernández.
Lo que realmente le importaba a Eugenio era la inversión.
Martina, creyendo que él iría a pegarle, no tuvo más opción que seguir insistiendo: “Señor Hernández, realmente no fue Fernando quien me pegó, no tengo razones para defenderlo.”
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Capitulo 49
“Ahora tienes dos opciones: la primera es que me digas quién te causó esas lesiones.” Eugenio hizo una pausa antes de continuar. “La segunda opción es que vayamos al vestíbulo a buscar a un médico que examine tus heridas. Una vez que él confirme que fuiste golpeada, me dirás quién fue el culpable.”
El hombre hablaba con un tono serio, sin atisbo de broma.
Realmente quería llegar al fondo del asunto.
“Yo…”
“Dime directamente cuál es tu elección.”
El tono de voz del hombre era intransigente.
Martina, cubriéndose la cara, finalmente murmuró como si se desinflara: “Ayer me encontré con Gaspar, mi padre biológico…”
“¿Te estuvo siguiendo?”
Eugenio intuyó la razón al instante.
Martina asintió repetidamente. “Probablemente me ha estado siguiendo desde hace mucho tiempo. Ayer, de repente, me encontró, y al enterarse de que había cambiado mi apellido, perdió el control y me golpeó…”
Solo dijo eso.
No se atrevió a mencionar nada acerca del malentendido de Gaspar, quien había asumido que ella se casaría con Fernando y le había exigido una dote de tres millones.
Aunque eso era solo una ilusión de Gaspar.
Ella temía que si lo decía, Eugenio podría malinterpretarlo y asumir que ella estaba insinuando que él gastara dinero para ayudarla.
Al escuchar a Martina contar estos hechos, Eugenio, que mantenía las manos caídas, no pudo evitar apretar los puños.
Observó fijamente la cara de Martina durante unos segundos, antes de decir: “Quítate la mascarilla y déjame ver la gravedad de tus heridas.”
“No es nada, él… no me golpeó tan fuerte.” Respondió Martina, rápidamente buscando una excusa. “Además, soy médica, yo misma puedo atenderme.”
Su mejilla derecha estaba casi completamente hinchada, y le dolía al tocarla.
Incluso comer le resultaba doloroso.
Tras una breve siesta esa mañana, Martina se miró al espejo y vio su rostro herido, sintiéndose algo desesperada.
Queria contarle a alguien lo mucho que le dolía el rostro.
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Capitulo 49
Pero no sabía a quién acudir.
La única persona con la que podría hablar era a Ximena.
Sin embargo, no podía contárselo a Ximena, ya que solo lograría que se preocupara por ella.
Ahora que Eugenio se lo preguntó, tampoco quiso expresarlo.
Ya se había mudado de la mansión de la familia Hernández, y si lo mencionaba ahora, el hombre seguramente volvería a ofrecerle su ayuda.
Al final, ella sentiría que se habría convertido en una persona que, cuando no necesitaba nada, trataba de distanciarse de la familia Hernández, pero cuando tenía problemas, regresaba a pedir su ayuda. Una persona de dos caras.