Capítulo 17
La primera en notar a Martina fue Lucía. En el instante en que la mujer la vio, extendió su mano para tomar del brazo al hombre a su lado, apoyando su cabeza suavemente en su hombro, con una expresión de timidez en su rostro.
Martina pensaba que, incluso después de haberlo superado completamente, ver esa escena todavía le causaría dolor. Después de todo, habían compartido tantos años de sentimientos. Sin embargo, en ese momento no hubo ni un leve movimiento en su corazón, incluso encontró la situación y a sí misma, algo ridícula, por haber sido tan tonta por un hombre que la subestimaba y que era inconsistente en sus afectos, por intentar convencerse una y otra vez que él la amaba, justificando las acciones de ese hombre.
* Martina ignoró completamente la mirada de Lucía y avanzó hacia él, llamándolo: “Sr. Fernando.”
Al escuchar ese título, la expresión en el rostro de Fernando se iluminó con placer y giró su cabeza hacia Martina, extendiendo su mano para recibir la ropa que ella llevaba.
Después de entregarle una camisa, Martina también le pasó una bufanda y una corbata, “Sr. Fernando, este pantalón combina mejor con la bufanda, pero considerando que hoy podría tener un compromiso importante y preferiría llevar corbata, también le traje una.”
Está bien.” Fernando bajó la vista hacia la corbata y la bufanda en sus manos, luego intentó pasárselas a Lucía.
La mujer, con ambas manos en su brazo, no pareció entender qué significaba eso.
Fernando no pudo evitar fruncir el ceño, recordándole: “Tómalas.”
Lucía echó una mirada a Martina y retiró sus manos para arreglarse el cabello, sin aceptar la ropa, “Ferni, soy tu novia, no tu criada, no haré ese tipo de cosas.”
Fernando frunció aún más el ceño, estaba acostumbrado a mandar a su novia como si fuera una sirvienta, también esperaba que ella siempre accediera a sus peticiones sin resistencia.
Viendo que ambos se mantenían en un punto muerto, Martina sabía lo que haría Fernando a continuación, por lo que sacó su móvil, y de inmediato le transfirió a Fernando veinte mil dólares, luego le envió la versión electrónica del registro de cuentas que había mantenido, por WhatsApp.
Una vez terminado todo, le mostró su teléfono: “Sr. Fernando, agradezco a la familia Hernández por veinte años de cuidado, probablemente comencé a llevar la cuenta desde tercer grado, casi cada centavo que la familia Hernández ha gastado en mí está registrado, el total que registré es de diecisiete mil trescientos dólares, sumando intereses, te he pagado un total de veinte mil dólares, de ahora en adelante, si la familia Hernández necesita ayuda, no dudaré en ofrecerla, pero si necesitas una criada, por favor busca a otra persona.”
Fernando se quedó petrificado, claramente entendió el significado de las palabras de Martina desde el principio, pero aun así, sintió que la había malinterpretado..
Martina pensó por un momento y añadió, “Si crees que es poco dinero, entonces te debo, y cuando gane dinero el próximo. año, pagaré la diferencia.”
Fernando nunca había pensado en pedirle a Martina que le devolviera el dinero.
Pero antes de que pudiera abrir la boca, Lucía intervino: “Ferni dijo que ustedes estudiaron juntos en una escuela internacional desde la primaria, veinte mil dólares ni siquiera cubren un año de colegiatura.”
“El Sr. Fernando lo sabe muy bien cuánto he gastado en estos más de diez años de estudios.” Martina no se molestó en responder a Lucía.
No tenía una gran opinión de ella, que ahora fuera la novia de Fernando no implicaba que pudiese intervenir, el principal problema era con Fernando.
“No importa cuánto hayas gastado, al final recibiste una educación, ¿verdad? La colegiatura seguramente…” Lucía apenas había comenzado a contraatacar a Martina cuando Fernando la interrumpió bruscamente. “Callate.” Que Martina hubiese estudiado tantos años prácticamente sin gastar dinero, era algo que Fernando, como testigo, tenía más que claro. Ella no solo recibió becas, sino que, aparte del uniforme escolar, muchas de sus prendas eran ropa usada que le daban sus compañeros.
