Capítulo 13
Atescuchar a Martina usar ese término, el corazón de Cecilia dio un vuelco, como mujer, entendía perfectamente cómo se sentia. Al pronunciar “Sr. Fernando“, definitivamente significaba que se había desilusionado completamente de su hijo.
Cecilia realmente apreciaba a Martina y con esfuerzo, mantuvo una sonrisa en su rostro: “Marti, ¿Ferni y tú han tenido otra pelea? Mi hijo es un poco inmaduro, no como tú que eres tan sensata y comprensiva, pero él solo está pasando por un momento difícil…”
“Sra. Cecilia,” Martina no pudo evitar interrumpirla, “no es que hayamos peleado, es que nos hemos separado. Ya me he decidido.”
“Marti, sé que hemos malcriado mucho a Ferni, pero él no es una mala persona.”
“Sra. Cecilia, cuando mi madre murió, después de los arreglos económicos y de haber hecho todo lo necesario, a pesar de que mi padre me abandonó, la familia Hernández me apoyó para que pudiera estudiar, evitando que me quedara sin hogar. Así que, estoy realmente agradecida con la familia Hernández, y siempre he recordado mi lugar, cuidando bien del Sr. Fernando, gracias a eso obtuve la oportunidad de estudiar en una universidad prestigiosa.”
Martina estaba sinceramente agradecida con la familia Hernández y en especial, con Cecilia. Siendo huérfana, si ellos no la hubiesen ayudado, probablemente habría asistido a una escuela ordinaria, sin tener la oportunidad de ampliar sus horizontes.
“Marti…”
“Sra. Cecilia, el Sr. Fernando nunca me ha querido. Estuve con él durante cuatro años, pero nunca compartimos la misma habitación, ni tuvimos ningún tipo de intimidad. Él ama a alguien más y creo que todos tenemos derecho a buscar la felicidad. Aunque la familia Hernández me ha ayudado mucho, no quiero estar atada a una persona que no me ama, solo nos estamos haciendo daño mutuamente.” La determinación de Martina fue palpable y su tono firme, había tomado su decisión.
Justo cuando terminó de hablar, se oyeron pasos detrás de ella.
Antes de que Martina pudiera voltearse, Cecilia ya había reconocido a quien se acercaba: “Eugenio, ¿por qué has vuelto?” Eugenio salió de las sombras, una sonrisa adornaba su rostro y mientras se ajustaba los puños de la camisa, dijo: “Tuve un rato libre esta noche y pensé en pasar por casa. ¿Las interrumpo?”
“No, para nada, ¿ya cenaste?” Cecilia se levantó rápidamente para recibirlo.
Eugenio ahora estaba a cargo de los negocios de la familia Hernández, con una voz decisiva en todos los asuntos, por lo que naturalmente, Cecilia era muy cortés con él.
“Sí.” Eugenio se acercó a la mesa y con naturalidad tomó el asiento junto a Martina, sentándose de lado, con el brazo sobre la mesa.
De reojo, Martina vio que casi se tocaban los codos, así que rápidamente los recogió un poco.
Cecilia no se dio cuenta de esos gestos, solo preguntó: “¿Qué te gustaría comer? Puedo pedir que preparen algo más.” “Algo picante, también algo de carne frita.” Repuso Eugenio, nombrando esos platos casi sin pensar.
El corazón de Martina dio un vuelco, ese era su plato favorito.
“¿Tenemos los ingredientes? Si no, puedo pedir que el supermercado cercano nos mande algo,” Cecilia se dirigió a la empleada, luego le explicó a Eugenio, “nadie en casa es fan del picante, tal vez no tengamos esos ingredientes.” La empleada se apresuró a responder: “Sí, los tenemos.”
De hecho, Eugenio había llamado durante la tarde, pidiéndole que preparara los ingredientes con antelación. Cumpliendo sus instrucciones, había preparado todo para cocinar. En menos de veinte minutos, los platos estaban listos y servidos en
la mesa.
El aroma del picante se dispersó instantáneamente por el pequeño comedor.
Cecilia solo miraba, sin atreverse a probar, “Eugenio, no me había dado cuenta de que te gustaba el picante.”
