Capítulo 49
Roberto miró fríamente y preguntó: -¿Qué haces aquí?
-No tengo nada especial, solo vine a hacerte compañía.
-Puedes irte.
Roberto, cargando una bolsa, caminó hacia dentro, pero Valentín lo siguió diciendo: -Eres muy despiadado, pues yo no me iré.
Valentín, sin vergüenza alguna, entró en el ascensor y echó un vistazo a la bolsa: -¿También compraste agua de miel? ¿Será que la niña está en su período?
Roberto respondió con indiferencia: -Sí.
-Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no lo creería. Roberto comprando productos femeninos y además agua de miel, qué considerado.
Cabe recordar que Roberto nunca ha sido tan amable y atento con las chicas.
Siempre han sido las chicas las que cuidan de Roberto.
-Más tarde ten cuidado, no vayas a asustar a la niña.
Después de estas instrucciones, Roberto regresó al apartamento y tocó la puerta del baño: -Ya traje lo que necesitas.
Al escuchar su voz, Alicia tardó un poco en acercarse, con la temperatura de su rostro bastante
elevada.
Abrió una pequeña rendija y extendió su delicada mano.
Roberto pasó la bolsa directamente; su mano se hundió por el peso, ¿había comprado tanto?
Alicia cerró la puerta, al ver las diversas marcas de toallas sanitarias, no pudo evitar sonreír.
Probablemente él no sabía qué tipo usan las chicas, por eso compró de todas.
Después de cambiarse, Alicia salió y vio a un joven desconocido sentado en el sofá.
Se sintió un poco avergonzada.
Valentín le saludó con la mano: -Hola pequeña, soy un buen amigo de Roberto.
-Ah, eres tú.
Alicia sabía que el apartamento donde vivía pertenecía a un amigo de Roberto.
Incluso recordaba la vez en el restaurante cuando Valentín y María fueron expulsados, todo
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por él.
-¿Roberto ha hablado de mí? ¿No ha dicho algo malo, verdad?
-No, de hecho, estoy alojada en tu habitación y quería agradecerte en persona.
Valentín sonrió: -No te preocupes, quédate el tiempo que necesites, tengo muchos
apartamentos y no vengo mucho.
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En ese momento, Roberto salió de la cocina con un vaso de agua de miel y se lo entregó a Alicia.
Ella se sorprendió al ver el agua de miel.
No esperaba que Roberto fuera tan considerado.
Sosteniendo la taza caliente, dijo: -Gracias.
Roberto, con expresión seria, comentó: -Bébela y ve a descansar temprano.
Alicia asintió obedientemente, y después de beber el agua de miel, se sintió mucho mejor.
Bajó la mirada, hacía muchos años que nadie se preocupaba tanto por ella.
Echó un vistazo a Roberto, probablemente él sentía lástima por ella, por eso era tan amable.
Después de todo, fue ella quien se impuso sin vergüenza en la enfermería para hacer sus tareas.
Alicia recordó aquel día en el restaurante, cuando Roberto estaba comiendo con una mujer hermosa, probablemente tuviera muchas otras mujeres.
Después de todo, él era mucho mayor que ella y muy guapo, seguramente tenía chicas tras de
él.
Alicia rápidamente retiró su mirada, fue al estudio a recoger su mochila y luego regresó al apartamento de al lado.
Después de que Alicia se fue, Valentín, con una sonrisa burlona, dijo: -Roberto, ¿no estás siendo demasiado bueno con ella?
-Hablas demasiado.
-Solo es un consejo amistoso, ¿estás subestimando tu atractivo? Ninguna chica joven puede resistirse, y con lo bueno que eres con ella, ¿qué pasa si se enamora de ti?
Valentín notó la forma en que Alicia miraba a Roberto, es fácil entender los pensamientos de
una niña.
Roberto, sentado en el sofá, respondió: -Ella tiene a alguien que le gusta.
-¿Quién?
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-No lo ha dicho.
Valentín chasqueó la lengua: -Si no lo ha dicho, eso es un problema, tal vez ese alguien seas
tú.
Roberto frunció los labios fríamente: -No digas tonterías.
-Es solo un recordatorio, no vayas a terminar enredado con una niña sin resolver tus propios asuntos del corazón. Hay muchas formas de ayudarla, pero ser tan bueno con ella, ¿no es
demasiado?
-No sabes, ella lo pasaba mal en Casa García.
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