Capítulo 31
Casi todos miraron a Alicia.
La expresión de María estaba especialmente tensa, y ella fue la primera en actuar: –Alita, antes Ana y las demás también te difamaron diciendo que hiciste trampa en tus calificaciones, así que seguro entiendes mi situación ahora. Sé que siempre has odiado mi presencia, pero al final, somos una familia.
Alicia vio la expresión nerviosa de María y, por primera vez, se dio cuenta de que ella también podía tener miedo.
Con voz tranquila, Alicia respondió: -Recuerdo que María sí se dio vuelta.
Dijo la verdad.
María instantáneamente se le llenaron los ojos de lágrimas: —¡Alita! ¿Cómo puedes decir eso? ¡ Hace un momento dijiste que Ana estaba mintiendo!
Carmen asintió: -Es cierto, todos escuchamos lo que dijiste. ¡Alicia, cómo es que tu historia sigue cambiando? ¿Quién va a creer lo que dices?
Alicia respondió lentamente: -No pensé mucho en eso antes, ahora simplemente lo recordé.
María estaba a punto de explotar de ira, ¡Alicia era una mala persona!
Ella levantó la cabeza, con una mirada llena de queja hacia el tutor: -¡Yo no hice trampa! Me di vuelta porque escuché a Ana llamándome. El papelito también fue ella quien lo metió en mi escritorio cuando no prestaba atención, ¡yo no sabía nada!
El tutor, inicialmente inclinado hacia María, pensó en lo que había pasado anteriormente con la acusación falsa de que Alicia había copiado, y empezó a sospechar un poco de la integridad
de María.
El tutor habló: -María, Ana, vengan conmigo a la oficina.
Alicia se quedó sentada en su lugar mientras la gente alrededor discutía sobre el asunto del plagio.
Abrió su libro de texto y empezó a comparar respuestas, ja ver cuántos puntos sacaba!
No pasó mucho tiempo antes de que el representante de la clase llegara a llamarla: -El tutor quiere que vayas a la oficina.
Alicia ya se lo había imaginado, así que fue a la oficina, pero descubrió que Ana no estaba allí.
Vio a Vicente.
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Claro, María seguramente había ido a buscar ayuda.
María tenía los ojos enrojecidos, levantó la vista hacia ella: -Alita, ¿realmente me odias tanto? ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
Alicia respondió con calma: -Solo estoy diciendo lo que vi. Si quisiera difamarte, habría dicho directamente que te vi hacer trampa.
La cara de María se puso instantáneamente roja.
Vicente, incapaz de soportarlo más, reprendió a Alicia: -¡Habla con más respeto! María
también es parte de la familia García. En situaciones como esta, pensé que sabías cómo
comportarte.
Alicia levantó la mirada: -¿Y qué espera Vicente que haga? ¿Que diga que no vi nada? Si es así, está bien, realmente no vi a María volverse.
Vicente, algo frustrado, no entendía por qué Alicia no podía entender lo que él quería decir.
El tutor tosió para llamar la atención: -Bueno, ya tengo una idea general de lo que pasó. María, también tienes tu parte de culpa. No puedes dejar que otros hagan tus tareas, y durante el examen no debiste estar intercambiando papeles.
Vicente explicó: -Profesor, María dejó que otros hicieran sus tareas porque los problemas en casa le quitaron tiempo. Yo puedo dar testimonio de eso.
Ayudar a un compañero con las tareas no era gran cosa.
Después de todo, María lo había hecho porque tenía una razón para hacerlo.
María se sintió aún más culpable: -Vicente, no sabía que Ana quería acusarme de hacer trampa. Solo mencioné que me había prestado dinero, y no pensé que ella pensara en algo así.
–María, sé que eres buena persona y que te gusta ayudar a los demás, pero la bondad también
tiene límites.
Vicente creía que María no había hecho trampa, estaba seguro de que había sido difamada.
El tutor dijo: -Discutiremos la resolución de este asunto. Ustedes dos pueden regresar al aula
ahora.
Alicia giró y se marchó.
Vicente salió tras ella: -Alita, ¿cómo pudiste testificar que viste a María volverse? Si el profesor realmente decide que hay sospechas de plagio y la castiga, ¿qué vamos a hacer? ¿Has pensado en las consecuencias?
Alicia se detuvo: -Si María realmente hizo trampa y echó la culpa a esa pobre Ana, ¿has pensado en las consecuencias para Ana?
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-Eso no es posible, María no haría algo así.
Vicente casi respondió automáticamente, sin pensarlo.
Alicia soltó una risa burlona, por lo que no valía la pena contestarle.
-Alicia, sé que estás molesta y sientes que nosotros favorecemos a María. Pero todo eso no es más que porque su padre te salvó la vida, y además ella siempre ha sido una buena chica. ¿No es justo que la tratemos con un poco más de cariño? Si tienes algo que reprochar, hazlo conmigo, no la metas a ella.
Alicia sentía como si sus sienes latieran con fuerza de la rabia.
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