Capítulo 27
Parece que ella pensó que Roberto estaba interesado en ella.
Alicia sostenía el teléfono, recordando a su antiguo “amor virtual” de la vida pasada.
En realidad, era más bien una atracción secreta, ya que nunca confesó sus sentimientos y él nunca dijo que le gustaba.
Pero la aparición de esa persona en su vida, tan oscura y triste, había sido como una pequeña llama que la había mantenido cálida.
Ese sentimiento era similar al que tenía por la presencia de Roberto.
Pero nunca estuvo segura de si Roberto era realmente esa persona de su vida pasada.
Roberto movió ligeramente sus largos dedos: -¿Acaso necesita una razón el ayudar cuando veo que algo no es justo? Cuando veo a una abuela cruzando la calle, también la ayudo.
Alicia sonrió débilmente, pero en su interior sintió una ligera tristeza.
Con una sonrisa fingida, dijo: – Después de los exámenes, me iré oficialmente de Casa García.
-¡Serás bienvenida a vivir al lado de mi casa!
Alicia colgó el teléfono y, de buen humor, se fue a bañar. Antes de dormir, practicó una serie de
ejercicios.
La última simulación de exámenes estaba por llegar.
Esta vez quería ver cuánto había mejorado y si tenía alguna posibilidad de ingresar a la Universidad Autónoma de San Martín.
Solo necesitaba estar entre los diez primeros del país para tener una oportunidad.
Al día siguiente, Alicia fue a la escuela como de costumbre.
Vió a María acercándose con un tazón de fideos, el cual puso junto a las manos de Vicente: Vicente, escuché a la ama de llaves decir que te duele el estómago, así que te preparé estos
fideos, te harán sentir mejor.
María también mostró intencionadamente una quemadura en su mano.
Vicente, al ver esto, no pudo evitar mostrar compasión: -Te has lastimado, no hace falta que hagas esto, mejor que lo haga el sirviente.
-Vicente, tú haces tanto por nuestra familia, no es nada comparado con lo que hago por ti.
María sonrió dulcemente, luciendo una expresión de bondad.
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Vicente, al ver eso, se sintió algo aliviado y miró a Alicia, esperando que ahora ella también se preocupara por él al saber que su estómago no estaba bien.
Cuando Alicia vio los fideos, una mirada de burla brilló en sus ojos.
Como era de esperar, ¡los fideos finalmente llegaron, aunque tarde!
Alicia no tenía apetito, se levantó y se fue sin decir palabra.
Vicente, por un momento, se sintió algo desanimado.
¿De verdad Alicia no iba a preguntar nada? ¿O es que ya no le importa preocuparse por él?
María, rápidamente, con una actitud comprensiva, dijo: -Vicente, Alita realmente se preocupa por ti, solo está haciendo esto por despecho.
-Espero que así sea.
Vicente también deseaba que fuera por despecho. No creía que Alicia fuera a romper
definitivamente con la familia por algo tan trivial.
Sentía que, sin el cariño de Alicia, algo en él no estaba bien.
María, al ver que había logrado su objetivo, también se fue a la escuela.
El ama de llaves, que estaba cerca, dijo: -Señor Vicente, la Señorita Alicia ni siquiera le preguntó cómo estaba, ¡realmente es demasiado!
Vicente miró los fideos y, al verlos, su rostro se suavizó un poco.
Afortunadamente, María había sido tan comprensiva.
Probó un poco de los fideos, pero el dolor de estómago no solo no disminuyó, sino que empeoró.
Frunció el ceño y pensó en los platos de medicina que Alicia solía preparar. Cada vez que los comía, el dolor se aliviaba significativamente.
Inconscientemente, dijo: -Que hagan una porción de la receta de Alicia, la de la medicina.
–
El ama de llaves se mostró algo incómoda: Las recetas medicinales las preparaba la Señorita Alicia personalmente.
-¿Tan difícil es preparar un solo plato de medicina?
Vicente, que sentía dolor, habló con tono áspero.
Una sirvienta que estaba cerca respondió: -Señor Vicente, escuché que los ingredientes de esa receta medicinal los tenía que preparar la Señorita Alicia con un día de anticipación. Y tenía que levantarse muy temprano al día siguiente para preparar todo fresco. Además, la secuencia y los
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tiempos de cocción eran muy específicos, cualquier error podía estropearlo.
Era un método que la Señorita Alicia había obtenido de un viejo médico. Nosotros nunca aprendimos a hacerlo, por eso, durante todos estos años, la Señorita Alicia siempre fue la que preparó esa medicina por sí misma.
Después de escuchar esto, Vicente no supo por qué, pero se sintió aún peor.
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