Capitulo 200
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Capítulo 200
-¿Te golpeo para desahogarme, que no era eso lo que pedías?
Alicia, tras decir esto, le dio otra bofetada a María, agarró su cabello con fuerza y, con los ojos inyectados de rojo, añadió: -Te lo advertí, no vuelvas a tocar mis cosas, parece que no
aprendiste la lección.
Alicia sabía perfectamente que María lo había hecho a propósito para molestarla.
María tenía la cara hinchada y, llorando, gritó: -¡Vicente, ayúdame!
Vicente, al ver la escena, apretó las manos lentamente: -María, tú misma lo dijiste, si Alita se calmaba, podía hacer lo que quisiera. ¡Las palabras se deben cumplir!
María quedó completamente callada ante esas palabras.
Lo que había dicho antes solo había sido una cortesía, ¡no era su verdadera intención!
Diego se acercó y apartó a Alicia: ¡Señorita Alicia, ¿qué estás haciendo golpeando? ¡Solo abrió la carta de aceptación, no tocó nada tuyo! ¿Por qué eres tan tacaña?
Alicia casi fue derribada por Diego.
Levantó una ceja, desafiante y afilada: -Sí, es cierto, soy una persona tacaña.
Pero el señor Jorge ya dio órdenes de que no pusieras un pie en la casa.
-Diego, ¿quién te dio el valor de hablarle así a Alita? ¡Ella es la señorita de la familia García, ¡
es tu ama!
Vicente miraba a Diego con los ojos llenos de rabia: -Parece que he sido demasiado indulgente contigo estos años, ¡has olvidado quién eres!
María rápidamente intentó defender a Diego: -Vicente, todo fue mi culpa, Diego solo me
estaba defendiendo.
-Pero mintió por ti, y encima se atrevió a levantarle la mano a Alita. ¡Una persona así no la necesitamos en la familia García! ¡Diego, ve y empaca tus cosas, lárgate!
Al escuchar esas palabras, tanto María como Diego se quedaron completamente atónitos.
Diego, algo nervioso, comenzó a hablar: -Señor Vicente, he trabajado en la Casa García por décadas, aunque no he logrado grandes méritos, he sido un buen servidor.
-La familia García ha sido buena contigo, pero parece que ya has olvidado quién eres. Creo que no eres apto para quedarte aquí.
Vicente, viendo la actitud de Diego hacia Alicia, sintió un dolor profundo.
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Diego se desplomó al suelo, completamente sorprendido. No pensó que, a su edad, sería despedido de la familia García. Pensaba que su relación con la familia era tan buena que podría quedarse ahí toda su vida.
-Diego, ve y pide disculpas a Alita. Ella es tan bondadosa que seguramente te perdonará.
María también temía que Diego fuera despedido, pues eso significaría que perdería un aliado.
Diego, temeroso de ser echado, no tuvo más opción que mirar a Alicia: -Señorita Alicia, antes fue mi error por la edad, me equivoqué. Desde que tus padres fallecieron, me he encargado de ti, por favor perdóname, esta vez.
Su familia también tenía problemas económicos, no podía permitirse perder un trabajo
respetable.
Alicia se rió con desdén: -Ni me lo digas, casi lo olvido. Siempre me sugeriste que compartiera mi cumpleaños con el de María, ya que está cerca. Y cada vez que María cometía un error, tú siempre buscabas culparme a mí. Incluso cuando hubo problemas con los útiles de mi examen, también fuiste tú.
Agradezco tanto tu “cuidado” durante estos años. ¡Me has hecho sentir como si viviera en el
infierno!
La expresión de Diego cambió, ahora visiblemente nervioso: -No es así, señorita Alicia.
-Hace un momento me llamabas “señorita Alicia” con tanta arrogancia, y ahora, cuando temes ser despedido, cambias de actitud. ¡Qué persona tan falsa y despreciable!
Alicia dijo esto y, sin perder tiempo, se dirigió hacia Vicente y tomó la carta de aceptación.
Vicente, con la garganta cerrada, habló con dificultad: —Alicia, lo siento, no me di cuenta de lo mucho que has sufrido.
-Deja de fingir ser tan justo, actuando como si fueras tan inocente. Te lo he dicho muchas veces, si tan solo hubieras prestado atención, jesto entre nosotros dos no habría llegado a este punto! ¿No es así?
Vicente se quedó sin palabras.
Era cierto, Alicia tenía razón, él había sido el culpable de todo esto.
Alicia sacó un documento de su bolso: -Firma esto, para que pueda registrar mi cambio de
residencia.
Ella quería tener su propio Padrón, para que, en el futuro, cualquier cosa que hiciera no estuviera relacionada con la familia García. 1
Eso sí
que
sería libertad verdadera.
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Vicente miró el documento, claramente angustiado, y finalmente dijo: —Alicia… [16
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