Capítulo 149
Roberto se enfrentó a las insinuaciones casi explícitas de ella, pero todo lo que pudo hacer fue
evadir.
Él no pudo responder a los avances de Alicia.
Su garganta se sintió como si estuviera llena de algodón, y solo después de mucho tiempo logró decir: -Eres joven, no entiendes.
—Ya soy adulta, Roberto. ¿Tienes miedo de que me acerque tanto? ¿Te preocupa que te guste?
Alicia, ese día, había sido realmente imprudente.
Sintió que Roberto era amable con ella.
Casi pensó que él también tenía algún afecto por ella, pero luego escuchó que él estaba coqueteando con otra chica, lo que la entristeció.
Roberto, con los ojos oscuros, dijo: -¿No sabes que esas cosas no se deben decir a la ligera?
Alicia se quedó pasmada, y luego, al entender lo que él quiso decir, se sonrojó.
Nunca pensó que Roberto, un hombre tan reservado, diría algo así.
Ella dijo con la cara roja: -Al final, todos ustedes los hombres son iguales.
Roberto, con los labios apretados, respondió: -Esas palabras no las puedo escuchar. ¿Todavía piensas aprender de los demás e ir a un bar?
Alicia, al escuchar sus reproches, se dio cuenta de que él había desviado el tema.
Ella no se dio por vencida y levantó la cabeza: -Roberto, en realidad siempre he tenido una pregunta: ¿Por qué siempre has sido tan bueno conmigo?
Roberto no pudo responderle, ni siquiera se atrevió a mirarla a los ojos.
Le preocupaba que, si la miraba directamente, se delataría.
Alicia pasó sus brazos alrededor de su cuello, preguntando con terquedad y cuidado: Siempre has sido tan bueno conmigo, ¿no me quieres ni un poco?
Si no me quieres, ¿por qué siempre has sido tan bueno conmigo?
Entonces, Roberto, ¿también me quieres?
–
En ese momento, Alicia sintió que había usado todo su coraje. Solo se atrevió a decirlo en ese ambiente sombrío.
Capítulo 149
212
Ella también quería ser valiente por sí misma en su vida.
Roberto, con la persona en sus brazos preguntando tan directamente, parecía sincera y honesta, lo que hacía que sus pensamientos iniciales parecieran no aptos para mostrarse públicamente.
Se había acercado a ella solo para compensar su culpa, no por ella.
No se atrevía a decirle la razón.
¡Ni siquiera tenía el coraje de pensar en eso!
Al ver los ojos de Alicia, Roberto se ablandó, pero solo pudo ir en contra de sus propios sentimientos diciendo: -Alicia, ayudarte es algo muy sencillo para mí. Solo me disgusta ver cómo tus hermanos favorecen a otros.
Alicia sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente.
Sus palabras fueron muy calmadas, incluso tiernas.
Pero la rechazó de manera directa.
En ese momento, Alicia se sintió muy avergonzada. Después de todo, acababa de confesarse a un hombre que tenía novia, cruzando así la línea moral.
Ella soltó sus manos en pánico y bajó la cabeza diciendo: -Yo… yo solo estaba bromeando. Voy
al baño.
Alicia se alejó del grupo de forma torpe y apresurada.
Roberto la siguió de cerca. Su mirada se volvió sombría instantáneamente, como si escondiera años de desgaste.
Solo después de que Alicia entró al baño, Roberto se detuvo, se quedó parado allí, inquieto, y pidió un cigarrillo a alguien.
Sus dedos largos sostuvieron el cigarrillo, y el humo blanco salió de sus delgados labios, ocultando la mirada oprimida de sus ojos.
Valentín se acercó con dos copas de vino y le pasó una: -¿Cómo va la noche?
Roberto terminó el vino de un trago: -Ella lloró.
-Te lo dije, deberías mantener algo de distancia, no ser tan amable con ella.
-¿Pero acaso no eres igual de amable con ella?
Roberto sostuvo el cigarrillo, frunciendo el ceño. 1