Capítulo 111
Después de enviar el mensaje, Alicia no recibió respuesta alguna.
Observó la ventana de diálogo entre ellos y algo pareció haber cambiado, pero no logró identificar qué era.
Parecía haberse acostumbrado a tener a Roberto cerca.
Cuando renació, en sus momentos más desamparados y dolorosos, fue Roberto quien apareció
a su lado, como si sostuviera un paraguas que la protegía del temporal.
Él fue su maestro y su amigo, y sus sentimientos hacia él empezaron a cambiar.
Esos días sin él, Alicia se sintió irritable, con muchas ganas de verlo.
Al notar que algo no estaba bien con sus emociones, decidió bajar a comprar algo para
distraerse.
Sin embargo, justo después de comprar algunos bocadillos, un auto pasó por su lado tocando
la bocina dos veces.
Alicia se giró y vio a Vicente.
Su expresión se suavizó ligeramente: -¿Me estás vigilando?
-Alita, esto es Vientomar, encontrar tu paradero es solo cuestión de tiempo.
La mirada de Vicente era compleja, y no podía negarse que había hecho un gran esfuerzo para
encontrar a Alicia.
El tal Roberto, el médico escolar, tenía un trasfondo complicado.
Pero hasta ese momento no había descubierto nada.
Alicia lo miró con precaución: -¿Qué quieres decir?
-Alita, no tengo malas intenciones. Pronto se publicarán las calificaciones y solo me preocupo por ti. Después de todo, elegir una carrera es algo muy importante.
Alicia recordó en su vida pasada cuando Vicente aceptó la sugerencia de Raúl de María aplicaran a una escuela bastante común.
que ella y
Mostró una sonrisa sarcástica: -No es necesario, puedo hacerlo por mí misma.
-Alita, no te dejes llevar por las emociones en momentos cruciales, no apuestes tu futuro, ¿ vale?
Vicente se interpuso en su camino con seriedad: -He pedido específicamente a un profesor
Capítulo 111
que te ayude a ti y a María con las opciones de carrera…
-Basta, ¿no te cansas?
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Alicia no pudo más: -Vicente, ¿ustedes nunca entienden lo que los demás dicen? ¿Fue difícil entender lo que dije?
¡Detesto esa expresión que usan, pretextando que es para mi bien, para moralmente manipularme!
Vicente pareció herido, pálido, y dijo: -Yo… no quise decir eso.
-Mejor que no lo hayas querido decir, ¡mantente lejos de mí!
Alicia se dio la vuelta para irse, y detrás de ella sonó un golpe sordo. Vicente cayó al suelo.
Alicia se detuvo, indecisa sobre si acercarse o no.
El conductor ayudaba a Vicente, dirigiéndose a Alicia con voz alta: -El jefe ha tenido problemas con su estómago durante mucho tiempo, pero se niega a ir al hospital para tratamiento. Me preocupa que si sigue demorando, las cosas empeorarán.
Alicia notó la sangre fresca en la comisura de los labios de Vicente.
Irritada, se acercó y junto con el conductor ayudaron a Vicente a subir al auto.
Cuando se disponía a irse, Vicente la agarró fuertemente de la mano, diciendo con debilidad: Alita, no te vayas, realmente me equivoqué.
Alicia se sintió confundida: -Deberías ir rápido al hospital.
-Alita, ¿podrías acompañarme?
Vicente seguía sin soltar su mano, mirándola suplicante.
El conductor, impaciente, intervino: —Señorita Alicia, por favor acompaña al jefe al hospital, su condición no puede seguir siendo ignorada.
Finalmente, empujada por el conductor, Alicia subió al auto.
Se sentó junto a él con el rostro sombrío y sin hablar.
Vicente mostró una sonrisa: -Alita, hace mucho que no hablamos bien.
Alicia respondió fríamente: -¿No está María para acompañarte? No me necesitas.
Siempre había sido así.