Capítulo 358
“Adolfo, ¿cómo puedes acusar a Javier de ser un violador sin pruebas? ¿Solo por lo que dice Zulma?”
Adolfo se quedó sin palabras, su rostro se oscureció. La tensión en la sala era palpable.
La voz quebrada de Zulma se escuchó de repente detrás de Adolfo, llena de lágrimas. Ella lloraba desconsoladamente, sus palabras entrecortadas por el llanto: “Verónica, hace siete años no tenía pruebas de su crimen, pero hace un momento, él irrumpió aquí y volvió a atacarme. Si no hubiera sido por Adolfo que llegó a tiempo, casi… casi fui ultrajada por este monstruo, ¡estas son las pruebas de su crimen reciente!”
Mientras hablaba, Zulma se quitó el abrigo que Adolfo le había puesto sobre los hombros. Mostró su camisón rasgado y las marcas en su cuello que ella había provocado al atraer a Javier. Eran impactantes a la vista.
Los ojos de Javier se pusieron rojos de ira al ver las marcas que solían ser un símbolo de su amor. Jamás pensó que esos signos de cariño serían usados por Zulma para acusarlo de violación. Ser traicionado por la mujer que amaba era un dolor indescriptible.
Miró a Zulma, que parecía ser otra persona, y se quedó sin palabras. Abrió la boca, queriendo defenderse, pero ninguna palabra salió de sus labios.
Adolfo, con suavidad, volvió a cubrir a Zulma con el abrigo. Zulma se refugió en sus brazos, temblando, sus lágrimas cayendo como una lluvia de tristeza. No dejó de acusar a Javier mientras lloraba en los brazos de Adolfo, “Él es un violador, entró a mi casa y casi me ataca otra vez. Si no lo metemos en la cárcel, ¿va a seguir libre para hacerme daño?”
“Verónica, ¿tienes que esperar a que me lastime de verdad para que te sientas satisfecha?”
Ese día, sin importar qué, tenía que asegurarse de que Javier terminara en prisión. Él ya no estaba bajo su control, no era lo suficientemente obediente. Mantenerlo libre era un riesgo inaceptable.
Verónica, al ver la preocupación en el rostro de Adolfo, solo mostró una sonrisa fría. Si no supiera la verdad sobre la relación entre Javier y Zulma, la actuación de Zulma podría haberla convencido de que Javier realmente la había atacado. Dirigiendo su mirada hacia Zulma, Verónica replicó con frialdad, “Zulma, ¿crees que eres juez? ¿Dices que Javier es un violador y ya está? Dices que esas marcas en tu cuerpo son de Javier atacándote, pero yo podría decir que simplemente fuiste demasiado salvaje…”
“Verónica, ¡basta ya!” Adolfo, mirando a Verónica con seriedad, dejó clara su desaprobación. ¿Cómo podía ser tan insensible?
Al ver que Adolfo la defendía, Zulma lloró aún más, con el corazón roto, “Verónica, ¿esto es una venganza? ¿Por lo del riñón de Pilar? ¿Me odias tanto que dejas que este violador salga y me ataque en mi propia casa? Eres una mujer, ¿cómo puedes usar esto para vengarte de mí? Sabes muy bien que para una mujer, esto es una cicatriz eterna, un dolor inolvidable.”
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Capitulo 358
Al escuchar a Zulma mencionar a Pilar, una fría furia apareció en los ojos de Verónica. Su mirada, llena de veneno, se clavó en Zulma. Después de dos años, su odio no había
disminuido, solo se había arraigado más profundo en su ser. Mientras Zulma viviera, ese odio no desaparecería. Entre ella y Zulma, no había tregua posible.
