Capítulo 301
Ella sabía que Benito estaba dispuesto a gastar dinero en ella y que podía permitírselo, pero no podía sentirse tranquila dejando que él asumiera la responsabilidad de sus necesidades. Benito no insistió, pero tampoco retiró la tarjeta adicional, diciendo: “Guárdala para emergencias.” Verónica la aceptó y la guardó en su cartera, aunque no tenía intención de usarla. Por la noche, Verónica preparó tres platos y una sopa. Después de cenar, Benito se encargó de lavar los platos en la cocina. Verónica, apoyada cerca, le preguntó: “Benito, hay algo en lo que me gustaría que me ayudaras.” Al escuchar que Verónica le pedía ayuda, la melancolía que Benito había sentido antes de la cena por haber sido rechazado desapareció. Aunque sabía que Verónica no tenía la culpa, no podía evitar sentirse un poco triste porque ella mantenía las cosas demasiado claras entre ellos. Esto significaba que él aún no había llegado a su corazón. Para ella, todavía solo había gratitud, sin gustarle, y mucho menos, amor.
Los ojos de Benito se iluminaron. “¿Qué necesitas?” Si era algo que ella quería, ya fuera posible o no, él haría todo lo posible por conseguirlo. “¿Podrías entregar mis diseños a la Srta. Jacinta?”
La Srta. Jacinta, Jacinta Monroy, era la primera dama de Colina Verde. Era conocida como la reina de la moda en Colína Verde. Cualquier prenda o joya que ella llevase se convertía en tendencia. Raramente usaba marcas famosas; la mayoría de sus joyas eran diseños de nuevos talentos que ella misma descubría. Tenía un gusto excepcional, y cualquier diseñador que captara su atención pronto se destacaría en el mundo del diseño. Cada año, antes de su cumpleaños, lanzaba una invitación. Desde que tenía 18 años hasta los 25, durante siete años, los diseñadores elegidos para crear sus vestidos y joyas de cumpleaños ya habían ganado cierta fama en el mundo del diseño. Por eso, cada año, muchos diseñadores luchaban por captar su atención. Y este año, la que más destacaba era Zulma.
La familia Ferrer y la familia Monroy tenían estrechos lazos comerciales, y Zulma era la prometida oficial de Adolfo. Además, en los últimos dos años había ganado cierta notoriedad en el mundo del diseño. Según amigos cercanos a Jacinta, ella admiraba los diseños de Zulma, por lo que este año le tocaría a ella. Zulma también lo creía así.
El día del anuncio, Jacinta organizó una fiesta en el césped de la familia Monroy. Adolfo acompañó a Zulma. A pesar de estar en su silla de ruedas, Zulma seguía siendo el centro de atención gracias a Adolfo. Jacinta saludó a Adolfo y, siendo directa, al ver que casi todos habían llegado, anunció: “Este año, las joyas de mi cumpleaños serán diseñadas por Verónica Salazar.”
Zulma, impaciente, había presionado el botón de su silla de ruedas justo antes del anuncio. La gente a su alrededor,
sumiendo que sería ella, naturalmente le abrió paso. Calculó el tiempo perfectamente, llegando frente a Jacinta justo cuando esta terminaba de hablar. Pero no fue su nombre el que escuchó. Fue un nombre que detestaba hasta la médula. Con una sonrisa congelada, Zulma levantó la vista hacia Jacinta. Siguiendo su mirada, rápidamente giró la cabeza, solo para ver a Verónica, quien se suponía que había muerto hace dos años, apareciendo frente a ella.
No solo Zulma estaba en shock, sino también Adolfo, quien miraba fijamente a Verónica. Por un momento, no pudo distinguir si era un sueño o la realidad. Hasta que ella se acercó, cada vez más. Adolfo finalmente se aseguró, era realmente Verónica. ¡No había muerto! ¡Ella estaba viva!
