Capítulo 280
Verónica nunca había imaginado que llegaría a ese punto de desesperación por Pilar. ¿Cómo podría soportar la idea de que ella estuviera sola en el otro mundo? Con la salud frágil de Pilar, la idea de que pudiera ser maltratada incluso en la muerte era insoportable para Verónica.
“Ve con ella, ya no puedes vengarte. Es mejor morir que vivir en agonía. La muerte pondrá fin a tu sufrimiento y podrás reunirte con tu Pilar“.
Zulma observaba a Verónica, completamente destruida por sus palabras. Verónica estaba arrodillada en el suelo, con una expresión de desesperación que cubría su rostro,
completamente rota por dentro. No había en ella ningún deseo de seguir viviendo. Se respiraba la muerte a su alrededor. Ella no sobreviviría ni un día más.
Había una cruel sonrisa dibujada en los labios de Zulma. Alzó la pierna, preparada para abandonar la escena. Pero al pasar frente a Verónica, Zulma soltó una risa despectiva. Qué débil y patética. ¿Todo ese drama por perder a una hija? La depresión la había consumido completamente. Era como si incluso el destino conspirara a favor de1Zulma. Si Verónica no estuviera enferma, deshacerse de ella no habría sido tan fácil.
Zulma retiró su mirada, con un gesto de desdén ajustó su cabello desordenado por el viento, lista para marcharse. Pero inesperadamente, Verónica se levantó de golpe. Con una mirada feroz, empujó a Zulma con todas sus fuerzas.
“¡Zulma, muérete!“.
Ese empujón llevaba toda su ira y odio. Quería que Zulma muriera. Zulma, tomada por sorpresa por la repentina resistencia de Verónica, perdió el equilibrio retrocediendo torpemente. Con tacones altos en un terreno irregular, mantenerse en pie era imposible. Ella había estado parada al borde de un precipicio. Si caía, las consecuencias serían terribles.
En un pánico total, Zulma intentó estabilizarse, agitando sus brazos en el aire buscando algo a qué aferrarse. Cuando finalmente logró mantenerse en pie, algo golpeó su talón. Era la urna de cenizas de Pilar. Al tropezar de nuevo, la urna golpeó su tobillo, causando un dolor agudo.
“¡Aaah!“.
Con un grito de terror de Zulma, su cuerpo tembloroso cayó hacia atrás. Estaba aterrada. Una caída significaría la muerte o una lesión grave. Al ver a Verónica lanzándose hacia la urna derramada, Zulma extendió su mano intentando agarrarla para estabilizarse. Sus dedos tocaron a Verónica, y un destello de esperanza brilló en sus ojos. Justo cuando iba a agarrar con fuerza para evitar caer, Verónica retiró su mano. Zulma no agarró nada. Con un horror absoluto en sus ojos, cayó.
Verónica no miraba a Zulma. Cayó de rodillas al suelo. Las cenizas de Pilar estaban esparcidas. por todas partes. Con lágrimas en los ojos, Verónica intentaba juntarlas con sus manos temblorosas para volver a ponerlas en la urna. Pero un viento súbito sopló. Las cenizas que tenía en las manos se dispersaron, al igual que las del suelo, llevadas por el viento.
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Captulo 280
“¡Ah!“.
Verónica, de rodillas, observaba cómo se dispersaban las cenizas de Pilar, gritando de dolor. Abrazando la urna vacía, lloraba desconsoladamente.
Después de un largo tiempo, Verónica se levantó tambaleante. Las lágrimas en su rostro ya se habían secado por el frío viento, dejando sólo desesperanza y tristeza. Con una mirada vacía, caminó hacia donde su celular había caído, se agachó para agarrarlo. Con dedos entumecidos, deslizó la pantalla. Buscó en su lista de contactos. Deslizando hacia arriba y hacia abajo, una y otra vez, sin encontrar a Adolfo.