Capítulo 276
Benito estaba junto a Verónica, observándola con una ternura que no podía ocultar, y una preocupación aún mayor por ella. No le había contado a Verónica que había enviado a alguien a investigar sobre el asunto del trasplante de riñones de Pilar y Yesenia, pero la información había sido eliminada intencionalmente. La única persona capaz de hacerlo era Adolfo. Estaba decidido a proteger a Zulma a toda costa.
Verónica se detuvo sólo cuando ya estaba casi sin fuerzas, y la oscuridad en su corazón se disipó un poco. “Benito, ya es tarde, deberíamos regresar“. Ya eran casi las once.
“Está bien“. Benito tomó nuevamente la mano de Verónica, y ambos salieron del parque de diversiones interior, regresando al auto. Mientras le ayudaba a abrocharse el cinturón de seguridad, notó que aún había un rastro de tristeza en sus ojos, lo que le preocupaba. No se sentía tranquilo dejándola sola y le preguntó con voz suave, “¿Quieres pasar la noche en mi casa?”
“¿Qué?“. Verónica se sorprendió y lo miró con asombro. Benito se dio cuenta de que su pregunta podía malinterpretarse. Al encontrarse con la mirada de Verónica, se puso nervioso, temiendo que ella pensara que su amabilidad tenía un interés oculto. Se apresuró a explicar, “Verónica, no quise decir eso, no tengo intenciones inapropiadas hacia ti… bueno, sí las
tengo… no, yo…“.
“Ya sé que te preocupas por mí“, dijo Verónica, interrumpiéndolo suavemente al ver cómo se enredaba en sus palabras.
Al ver que Verónica no lo había malinterpretado, Benito se relajó un poco, aunque sintió calor en las orejas al recordar su reacción. Siempre calmado y estratégico, pero con Verónica se encontraba fuera de lugar. Apretó su puño contra sus labios, tosió levemente para ocultar su vergüenza y preguntó de nuevo, “¿Te parece bien pasar la noche en Corazón de la Ciudad?”
Corazón de la Ciudad era un hotel del Grupo Lemus. Benito sabía que había sido precipitado al sugerir llevarla a su casa antes. En la mente de Verónica, él era sólo un hombre que la habia ayudado unas cuantas veces. Aparte de gratitud, no había nada más. Quedarse en el hotel era la mejor opción para esa noche.
“Está bien“. Verónica estaba física y mentalmente agotada, y también estaba preocupada de que Adolfo aún estuviera en Villa del Viento. Esa noche, realmente no tenía ganas de enfrentarse a él.
Media hora más tarde, el Maybach negro se detuvo en el estacionamiento subterráneo de Corazón de la Ciudad. Allí, había una suite presidencial reservada permanentemente para Benito. Llevó directamente a Verónica en el ascensor hasta el último piso. El gerente del hotel ya los estaba esperando en la puerta y les ayudó a abrir la puerta. Era la primera vez que Benito llevaba a una mujer allí, aunque el gerente estaba curioso, mantuvo una actitud profesional y entregó la tarjeta de la habitación a Benito antes de retirarse.
“Descansa bien esta noche, estaré en la habitación de al lado, llámame si necesitas algo”
Capítulo 276
Benito no entró, pasándole la tarjeta a Verónica.
“Está bien“. Verónica la aceptó.
“Buenas noches“.
“Buenas noches“. Después de ver a Verónica entrar en la habitación y cerrar la puerta con llave, Benito se quedó parado en el pasillo un momento antes de dirigirse a la habitación contigua.
Verónica estaba exhausta. Se preparaba para darse un baño cuando se dio cuenta de que Benito ya había ordenado que todo estuviera preparado para ella. El aroma de aceites esenciales en el aire la relajaba. Una sonrisa se formó lentamente en sus labios, y su corazón frío poco a poco se calentaba con la atención de Benito. Justo cuando estaba a punto de quitarse la ropa para sumergirse en la bañera, sonó su celular. El baño estaba lleno de vapor, y Verónica, pensando que era Benito, detuvo lo que estaba haciendo, sacó el celular de su chaqueta colgada cerca y vio que era una videollamada de un número desconocido.
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