Capítulo 273
Todo lo que ocurrió esa noche era algo que había fantaseado innumerables veces. Se comportaron como una pareja normal, preparando la cena juntos en la cocina, comiendo juntos y lavando los platos juntos. Era una rutina muy común, pero era algo que había deseado durante años. Las personas eran naturalmente codiciosas. Antes, cuando no tenía nada, podía controlarse con su propia disciplina. Ahora que podía estar cerca, justo después de separarse, Benito ya extrañaba a Verónica. A sus casi treinta años, por primera vez sintió ese impulso juvenil.
Benito quería controlarse, pero sus manos tenían sus propios pensamientos. En el cruce con semáforo en frente, de repente giró el volante, dando la vuelta para regresar. Cuando llegó de nuevo al edificio de Verónica, vio un auto familiar. Era de Adolfo. En ese momento, Benito se sintió inmensamente agradecido por haber decidido volver. Inmediatamente abrió la puerta del auto y corrió hacia el edificio. Sin esperar al ascensor, subió corriendo las escaleras.
Justo al llegar al piso de Verónica, la vio siendo acosada por Adolfo. Tomó grandes zancadas hasta la puerta. Agarró a Adolfo por el cuello de su camisa desde atrás, tirándolo hacia atrás y con un puño firme, golpeó fuertemente en la cara de Adolfo. Éste, tomado por sorpresa, retrocedió tambaleándose unos pasos. Cuando se estabilizó, vio que Benito ya había llegado al lado de Verónica, tomándola en sus brazos. Verónica, en lugar de resistirse, se apoyó en él dependiente y suavemente llamó, “Benito…“.
Adolfo sintió un dolor inexplicable en su pecho al ver esa escena. Verónica, al ver a Benito, lo vio como a un salvavidas. Su cuerpo temblaba como un sauce en el viento, agarró fuertemente su brazo mientras temblaba y dijo: “Benito, llévame lejos, no quiero verlo“. Ella sabía que no podía deshacerse de Adolfo. La emocionalidad de Verónica, agitada por Adolfo, volvió a perder el control. No podía controlarse.
“¡Bien!“. Con una palabra, sin dudarlo, le dio a Verónica tranquilidad. Verónica se hundió más profundamente en el abrazo de Benito. Adolfo sintió un dolor aún mayor en sus ojos. ¿Cómo podía ella depender tanto de Benito? Adolfo, con sus pupilas repentinamente contraídas, dio un paso adelante impulsivamente, queriendo arrebatar a Verónica de los brazos de Benito. Viendo a Verónica tan sumisa en los brazos de otro hombre, sintió deseos de matar.
Pero, antes de que pudiera acercarse, la fría voz de Benito de repente sonó, “Adolfo, ¿acaso no crees que ya le has hecho suficiente daño a Verónica? ¿Realmente quieres verla muerta?“. Benito podía notar por el estado de Verónica que algo no estaba bien. Habiendo casi perdido a Verónica hace unos días, Benito temía que ella volviera a tener pensamientos oscuros. No soportaría una segunda vez.
Adolfo se detuvo en seco con su movimiento. Miró a Verónica y de repente perdió el coraje de llevarla consigo. Benito levantó a Verónica en brazos y se alejó rápidamente. Adolfo se quedó parado allí, viéndolos irse. Su corazón parecía haber perdido una gran parte.
Verónica fue llevada escaleras abajo en brazos. Estaba apoyaba en Benito, temblando cada vez más fuerte. “Benito…“. Verónica llamó a Benito. “Estoy aquí, no tengas miedo, ya pasó“. Benito se detuvo, mirándola con ojos llenos de dolor.
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Capítulo 273
“Llévame a la Clínica Psicológica de Bienestar Total“. Aquella vez que intentó quitarse la vida, Verónica no había mencionado que se debía a una enfermedad lo que la llevó a perder el control. En aquel momento, no quería involucrar a Benito. Ahora, Verónica no quería seguir ocultándoselo a Benito. Al escuchar lo de la clínica de asesoramiento psicológico, la mano de Benito que sostenía a Verónica se tensó notablemente, dándose cuenta de algo.
“Está bien, te llevaré allí ahora mismo“. Dicho eso, aceleró el paso hacia el auto. Después de que Benito se marchara en su auto, una figura emergió desde las sombras. Era Zulma, quien había venido siguiendo a Adolfo. No esperaba tener un hallazgo tan inesperado. La Clínica Psicológica de Bienestar Total, esa era la clínica privada para trastornos mentales más famosa de Colina Verde.
¿Verónica estaba enferma? Para confirmarlo, Zulma siguió el camino en su auto.
