Capítulo 553
La audaz conducta de Rosana dejó atónitos a todos en la oficina.
Cuando Alonso vio las toallas sanitarias, su expresión se tornó algo incómoda: “¿Por qué sacas estas cosas aquí? ¿No te da vergüenza?”
“¿Qué tiene de vergonzoso usar toallas sanitarias? ¡No veo a los hombres sentir vergüenza cuando compran preservativos!”
Incapaz de mantener su compostura, Alonso respondió enfadado: “¡Deja de hacer un escándalo por nada! Podemos hablar de esto en casa, ¿acaso no ves que estoy en una reunión?”
Había varios ejecutivos presentes en la oficina y uno de ellos comentó: “Jefe, no es por superstición, pero estamos discutiendo una colaboración de proyecto aquí, y eso de las toallas sanitarias parece un mal presagio.”
“Exacto, en mi pueblo, se dice que las mujeres en su periodo traen mala suerte. Incluso tienen prohibido visitar las iglesias y otros lugares sagrados. Podría afectar la fortuna financiera de la familia del hombre.”
“Jefe, tu hermana realmente se pasó de la raya. ¿Cómo va a sacar las toallas sanitarias, así como si nada?”
Cada palabra hacía que Alonso se enfureciera más.
Señalando a Rosana, le exigió: “¡Lárgate de aquí y llévate todas tus cosas!”
Tomando las toallas sanitarias de la mesa, Rosana replicó: “¿Acaso sus madres, esposas, o cualquier mujer en sus familias nunca las han usado? ¿Nunca las han visto?”
“Pero nadie las saca en público, así como así.”
“Claro, las toallas sanitarias deben usarse en secreto, mostrarlas trae mala suerte.”
Con audacia, Rosana abrió una toalla sanitaria y la pegó en la boca de uno de los ejecutivos: “Entonces estás arruinado para siempre.”
Furioso, el ejecutivo empezó a insultarla: “Tú… tú…”
Otros dos ejecutivos intentaron calmarlo: “¡No la insultes! Después de todo, ella es la Srta.
Lines.”
Viendo a los que intentaban mediar, Rosana dijo: “Casi me olvido de ustedes.”
Pegó una toalla sanitaria en cada uno, ambos palidecieron como si hubieran tocado algo sucio. Con una mirada fría, Rosana les recordó: “No olviden que de donde proviene la menstruación es también de donde vinieron ustedes. Si piensan que la menstruación es sucia, entonces ustedes también lo son, ya que todos venimos del mismo lugar.”
Los tres ejecutivos se quedaron sin palabras, atemorizados.
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Capitulo 553
Frustrado, Alonso se masajeó las sienes: “Salgan todos por ahora.”
Al fin y al cabo, los trapos sucios se lavan en casa.
Al ver a los ejecutivos huir precipitadamente, Rosana se sintió ligeramente vindicada.
Mirando las toallas sanitarias esparcidas por la oficina, Alonso preguntó con resignación: “¿Qué es lo que realmente quieres?”
“Leonor provocó un problema con las toallas sanitarias, tienes que resolverlo.”
“¿Qué problema hay con las toallas sanitarias?”
“Son toallas sanitarias vencidas y Leonor fue quien se encargó de comprarlas. ¿Ves el problema ahora?”
Al verificar la fecha de caducidad en las toallas, Alonso confirmó que estaban vencidas. Pensativo, dijo: “Hablaré con ella y si el problema son los suministros, yo los reemplazaré. ¿Eso te parece bien?”
“¿Crees que eso es todo?” Rosana sabía que Alonso intentaría cubrir a Leonor. Así que continuó: “Hoy fui invitada a un evento benéfico organizado por la Srta. Montes, pero los suministros donados por nuestra fundación estaban vencidos. ¿Qué crees que pensarán de los Lines?”
“¿Qué?” La expresión de Alonso cambió por completo. Si solamente se tratara de reemplazar suministros vencidos, sería fácil resolverlo, pero según Rosana, eso iba más allá.
Rosana sabía que solo cuando los intereses y la reputación de los Lines estuvieran en juego, Alonso tomaría cartas en el asunto.
“Ahora, este asunto necesita una solución, si no, se sabrá pronto y los Chavira también se enterarán. Este problema lo causó Leonor; soluciónalo tú.”
Cuando Rosana terminó de hablar, la expresión de Alonso se volvió especialmente fea.
En ese momento, la secretaria tocó la puerta: “Jefe, la señorita Leonor ha llegado.”
“Que entre, llega en el momento perfecto.”
El rostro de Alonso se tornó pálido como el acero, si esa noticia se difundía, sería extremadamente vergonzoso.
Rosana vio a Leonor entrar en la oficina, con una frialdad en los ojos, parecía que esa mujer había escuchado sobre el asunto y había venido a suplicar.
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