Capítulo 440
La mujer al frente le extendió nuevamente su tarjeta a Rosana: “Me llamo Yolanda, por favor, guarde mi número de teléfono, puede contactarme en cualquier momento si necesita algo.”
Rosana tomó la tarjeta, sorprendida por la rapidez con que Dionisio había actuado, realmente había conseguido robar el equipo de relaciones públicas de Gerardo.
Ella preguntó, con cierta cautela: “Pero, ¿acaso no eran el equipo de relaciones públicas de Gerardo? ¿Qué pasará con él ahora?”
“Señorita Lines, para ser honesta, fui asignada al caso de Gerardo porque estaba siendo marginada en la empresa, y me dieron este desafío tan complicado. El problema de Gerardo es difícil de manejar y por supuesto, prefiero estar de su lado.”
Yolanda no se guardó nada: “Por el momento, no necesita aceptar ninguna entrevista con los medios. Sería mejor que pidiera unos días libres en la universidad y descansara hasta que salga del hospital. Para entonces, la investigación policial debería tener algunos resultados preliminares.”
“Estaba pensando lo mismo.”
Rosana agregó el contacto de Yolanda: “No se preocupe, en cuanto a la remuneración, no la dejaré en desventaja.”
Yolanda se quedó un poco sorprendida, pero no contradijo las palabras de Rosana. Quedaba claro que el señor Jurado quería mantener su identidad en secreto y ellos no iban a revelarlo
por iniciativa propia.
Después de solicitar la licencia en la escuela, Rosana envió un mensaje a Marina para que no se preocupara por ella, también le dijo que revisaría los resultados del entrenamiento del equipo después de su alta. Poco después, Julio llegó a la puerta de la habitación del hospital.
Pero fue detenido por el equipo de relaciones públicas. Yolanda miró a Julio: “La señorita Lines
necesita descansar, no recibirá a nadie.”
“Soy su hermano.”
“Lo sé, pero ella no quiere ver a nadie de la familia Lines.”
Yolanda, ahora parte del equipo de relaciones públicas de Rosana, había investigado todo sobre ella, incluido cómo la trataba su familia.
Julio se quedó en la puerta, mirando hacia la habitación: “Rosana, vine a ver cómo estás. Sé que esto es culpa de Gerardo, y no tiene nada que ver contigo.”
¿Cómo podría no saber qué tipo de persona era Gerardo?
Cuando eran niños, se metía en peleas y causaba problemas, por lo Julio había sido llamado por la escuela innumerables veces.
Rosana ni siquiera levantó la cabeza, como si no lo hubiera escuchado. Conocía demasiado
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bien a los hermanos Lines y no quería escuchar sus tonterías.
Al ver que Rosana no reaccionaba, Yolanda le dijo a Julio: “La señorita Lines probablemente ya escuchó, pero no quiere hablar contigo. Ya puedes irte.”
Julio todavía no quería irse: “Rosana, la cara de Gerardo está prácticamente destruida y cuando está desesperado, es capaz de cualquier cosa. No me siento tranquilo dejándote sola en el hospital.”
Yolanda alzó una ceja: “Señor, ¿no nos ve aquí? Somos tres personas.”
Julio apretó los labios: “¿Quiénes son ustedes?”
“Somos el equipo de relaciones públicas de la empresa TG, ahora estamos a cargo de todo lo relacionado con la señorita Rosana, incluyendo su seguridad personal.”
“Ustedes solo son un grupo de personas que trabajan por dinero, no confío en dejar a mi
hermana en sus manos.”
Dionisio apareció con paso firme: “¿Acaso lo has olvidado? Rosana resultó herida tan gravemente precisamente por culpa de los hermanos Lines, ustedes solo le traen problemas y, ¿crees que tienes el derecho de decir que no te sientes tranquilo?”
Con su llegada, el equipo de relaciones públicas se puso en alerta máxima, concentrando toda su atención en el jefe.
Julio mostró una sonrisa amarga en su rostro demacrado: “Lo sé, pero esta vez es diferente. Gerardo no es alguien que juegue según las reglas.”
Gerardo tenía conexiones con gente de mal vivir, y Julio temía que enviara a alguien a secuestrar a Rosana, era totalmente capaz de hacer algo así.
Dionisio lo miró con indiferencia y dijo: “Al creer que pueden sacar a Rosana de este hospital,
es sobreestimar demasiado a la familia Lines.”
Al oír la voz de Dionisio, Rosana se acercó a la puerta de la habitación. Miró a Julio con frialdad y dijo: “Mejor vete, tener cualquier vínculo con la familia Lines solo me trae desgracia.” Julio avanzó y tomó su muñeca: “Rosana, esta vez estoy de tu lado, yo…”
Julio se interrumpió por la tos, se tuvo que cubrir la boca, de donde empezó a manar sangre.
Se limpió la boca con la manga y se volteó, nervioso: “Yo… mejor me voy ahora.”
Rosana dejó su mano suspendida en el aire, para luego bajarla lentamente, pero Julio no había dado muchos pasos cuando cayó al suelo, desmayado, con su rostro pálido como la muerte.
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