Capítulo 419
Rosana se llevó un susto y echó un vistazo al hombre a su lado. Con cierta cautela, preguntó: “¿Qué te pasa?”
El repentino frenazo la hizo pensar que algo andaba mal.
“Me distraje por un momento.” Dionisio miraba hacia el tráfico adelante, pero su mente estaba en blanco, ¿acaso la familia Lines ya lo sabía?
En todo el camino, Dionisio deseaba que este fuera más largo, porque una vez que Rosana llegara al hospital y le preguntara a Julio quién iba en el carro del accidente, nada sería igual entre ellos. No obstante, el camino estuvo despejado, ni un atasco.
Rosana miró el hospital desde el auto y le dijo a Dionisio: “Si tienes cosas que hacer, puedes irte. Yo puedo tomar un taxi de regreso.”
“Te esperaré aquí.” Con una mirada grave, estaba esperando un resultado; uno que le afectaría.
Rosana asintió y se bajó del carro, pero él la llamó de nuevo: “Rosana.”
Ella se giró y notando su hesitación, volvió hacia el auto: “¿Qué sucede?”
Las manos de Dionisio estaban tensas y sudorosas, cuando dijo con los labios apretados: “Nada.”
“Si tienes algo que decir, dilo. No te andes con rodeos.”
“Quiero decir que, pase lo que pase en el futuro, siempre seré tu mayor apoyo.”
Rosana sonrió levemente: “Está bien, si pasa algo te enviaré un mensaje.”
Tras decir eso, entró al hospital, Dionisio la vio alejarse, con un semblante complicado. El hombre no pudo resistir y encendió un cigarrillo, nunca había sentido el tiempo tan agobiante. ¿Así que el día finalmente había llegado?
Rosana entró a la habitación de Julio y vio a Lisandro intentando convencerlo de comer.
Su llegada llenó a Julio de alegría: “Rosana, qué bueno que viniste, ¿ya comişte? Si me hubieses avisado antes, podría haberle pedido a Lisandro que te recogiera.”
“No hay problema, decidí venir de último momento.”
Con una expresión fría, miró a Julio: “Quiero saber la verdad oculta detrás del accidente de aquel año.”
“Señorita, ¿podría esperar a que el jefe termine de comer? Su estómago…”
“No importa, no tengo hambre, no hagamos esperar a Rosana.” Julio interrumpió a Lisandro, se quitó las sábanas y se dispuso a levantarse.
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Rosana notó que la parte trasera de la mano de Julio estaba llena de moretones por las agujas, por lo que bajó la mirada: “Mejor come algo primero.”
Lisandro contento dijo: “Mire, jefe, la señorita insiste en que coma, debería hacerlo por ella.”
Julio dudó un momento, pero finalmente volvió a la cama y empezó a comer. Mientras comía, limpió una lágrima de la esquina de su ojo: “Hace mucho que no comemos juntos como familia.”
Recordaba que Rosana solía cocinar para sus reuniones familiares y siempre se aseguraba de satisfacer sus diferentes gustos. Pero desde que ella se fue, la familia no había tenido otra reunión, y hasta la villa de Nublario se sentía vacía.
Rosana permaneció en silencio.
El cuarto de hospital estaba en completa calma.
Viendo a Julio comer, Lisandro le dijo alegremente a Rosana: “El jefe no ha querido comer bien estos días, solo usted puede convencerlo.”
“No me pongas un sombrero tan grande, no puedo con él.” Rosana se sentía muy sensible a ese tipo de comentarios ahora.
Lisandro se apresuró a disculparse: “No quise decir eso.”
Después de que Julio terminó de comer, Lisandro limpió y salió de la habitación, solo entonces Rosana habló: “¿Ahora puedes contármelo?”
“Rosana, todo sobre aquel incidente, ya todo fue investigado. Si no lo recuerdas, ¿por qué querrías saber más? Solo sería una carga para ti.”
Esa era la razón por la que inicialmente no le había contado todo a su hermana.
Rosana frunció el ceño: “Pero ya soy adulta, no una niña. Tengo derecho a saber.”
“Está bien, ¿Gerardo te mencionó que había más personas dentro del vehículo implicado? Pero según lo que sabemos, los pasajeros eran adinerados, pertenecientes a una familia poderosa de Nublario.”
“¿Y no descubrieron quién era?”
Julio negó con la cabeza: “No, esa carretera era nueva, las cámaras aún no estaban operativas y, además, era de noche. Así que las personas dentro del auto probablemente aprovecharon la oscuridad para escapar.”
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