Capítulo 579
El pánico se apoderó de Daniela, haciendo que su voz temblara.
“¡No, Aurora! No sigas investigando. Vas a destruir a la familia Hidalgo.”
Los ojos de Aurora se tornaron gélidos, su mirada penetrante como un bisturí.
“¿Qué tanto sabes tú?”
Las manos de Daniela comenzaron a temblar mientras jugaba nerviosamente con el borde de
su blusa.
“No sé nada. Solo… solo sé que mi abuelo te tiene miedo.”
La sorpresa destelló en el rostro de Aurora por un instante.
“¿Así que él también me teme?”
Daniela notó la distracción momentánea de Aurora y, en un intento desesperado por cambiar el tema, lanzó una pregunta aparentemente fuera de lugar.
“Aurora… ¿qué tipo de relación tienes con el señor Montalbán?”
La confusión nubló el rostro de Aurora. ¿Acaso no se refería a Salvador?
“¿Nuestra relación? Pensé que ya lo sabías. Estamos casados, ante la ley.”
El rostro de Daniela se tiñó de un rojo intenso.
“No, no… él es mi prometido.” Levantó su mano temblorosa. “Me propuso matrimonio, ¿recuerdas?”
El impacto de esas palabras golpeó a Aurora como un relámpago. Todo su cuerpo se estremeció, como si una corriente eléctrica la atravesara.
“No… Salva jamás haría algo así. Él nunca mantendría dos relaciones al mismo tiempo.”
La niebla alcohólica pareció disiparse momentáneamente en la mente de Daniela.
“No, no… me refiero al otro joven Montalbán, no a Salvador.”
El alivio inundó el rostro de Aurora.
“Aparte de mi Salva, no conozco a nadie más de la familia.”
Los ojos de Daniela se entrecerraron con suspicacia.
“Pero él sabe sobre tu origen. ¿No fuiste tú quien se lo contó?”
La sorpresa tensó cada músculo del rostro de Aurora. Todo esto era demasiado absurdo. ¿Un
joven Montalbán del que ella no sabía nada y que conocía sus secretos?
“¿No se supone que la familia Montalbán solo tiene un heredero?”
1/2
Capítulo 579
El pánico destelló en los ojos de Daniela como un animal acorralado.
“Ah, sí, claro… la familia Montalbán solo tiene un heredero: Salvador.”
Intentó cambiar el tema, pero Aurora no era alguien fácil de manipular. Sus ojos se clavaron en Daniela como dagas de hielo.
“Entonces, ¿quién es tu prometido?”
Daniela comenzó a retroceder, paso a paso, como si estuviera frente a un depredador.
“¿Cómo se llama ese otro joven Montalbán?”
En un movimiento desesperado, Daniela la empujó y salió corriendo del bar como alma que
lleva el diablo.
Aurora tuvo que quedarse a pagar la cuenta, mientras su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta.
“¿Habrá sido solo el alcohol hablando por ella, o realmente conoce algún secreto oscuro de los
Montalbán?”
La mansión estaba sumida en penumbras cuando Salvador llegó cerca de la medianoche. El sonido de sus pasos resonaba en el silencio cuando distinguió la figura solitaria de Aurora en
el sofá del salón.
Al verla así, envuelta en sombras y emanando una profunda melancolía, Salvador dejó caer su maletín y corrió hacia ella, arrodillándose a sus pies.
“Hermana, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?”
Aurora levantó la mirada, su voz teñida de agotamiento.
“Salva… hoy Daniela me invitó a tomar.”
La preocupación arrugó el entrecejo de Salvador.
“Pero si ella siempre te ha visto con recelo, hasta con cierta hostilidad… ¿por qué de repente se porta amable? Hermana, no me gusta esto. Si de repente se acerca así, seguro trae algo entre
manos.”
Aurora asintió lentamente.
‘Lo que me dijo hoy… ha puesto mi mundo de cabeza.”
El nerviosismo se apoderó de Salvador. Sus ojos escrutaban ansiosamente el rostro de Aurora.
“¿Qué fue lo que te dijo?”
Aurora clavó su mirada en los ojos de Salvador, pronunciando cada palabra con deliberada lentitud.
“Salva… dime la verdad. ¿Cuántos herederos tiene realmente la familia Montalbán?”
2/2