Capítulo 578
Daniela se removió incómoda en su asiento antes de responder.
“La verdad es que no lo he visto hacer nada extraordinario, abuelo.”
Un suspiro pesado escapó de los labios de Eugenio mientras se masajeaba las sienes.
“Entonces no podemos poner todas nuestras esperanzas en él, ¿verdad?”
Daniela observó a su abuelo con preocupación. Jamás lo había visto así, él siempre había sido como una montaña inamovible, pero ahora… Algo en su mirada perdida y sus hombros caídos la llenó de inquietud.
“Abuelo, hay algo que necesito preguntarte. Aurora… ¿qué relación tiene realmente con nuestra familia?”
El rostro de Eugenio se transformó instantáneamente. Toda la fatiga anterior se evaporó, reemplazada por una tensión palpable que electrificó el ambiente.
Sus nudillos se tornaron blancos al apretar los reposabrazos del sillón.
“¡Ella no tiene nada que ver con los Hidalgo! ¡Ni un centavo!” La ira contenida en su voz hizo que las palabras vibraran en el aire.
Daniela humedeció sus labios resecos, midiendo cada palabra.
“Abuelo, escuché tu conversación con Aurora el otro día. Sé que lleva nuestra sangre, la sangre de los Hidalgo. Por favor, dime la verdad… ¿de quién es hija?”
El movimiento fue tan repentino que Daniela apenas lo registró. La mano de Eugenio se disparó hacia el mouse de la computadora y lo arrojó con violencia. El objeto silbó en el aire antes de rozar su frente, dejando tras de sí un hilo carmesí que comenzó a deslizarse por su sien.
Daniela retrocedió horrorizada, presionando la herida con sus dedos temblorosos mientras miraba a su abuelo con ojos desorbitados.
La respiración de Eugenio era irregular, pero su voz surgió gélida y controlada.
“Llevarás este secreto a la tumba. Si vuelvo a escucharte mencionarlo…” Sus ojos brillaron con una amenaza implícita. “No me culpes por las consecuencias.”
“¿Por qué?” La pregunta resonaba en la mente de Daniela mientras abandonaba la oficina. “¿Qué poder tiene Aurora sobre el abuelo para provocarle tanto miedo?”
Las luces neón del bar se reflejaban en el cristal de su vaso medio vacío. La música electrónica palpitaba en sus oídos, pero Daniela apenas la registraba. El alcohol comenzaba a nublar sus pensamientos cuando sus dedos encontraron el celular.
“Aurora… ¿quieres venir a tomar conmigo?”
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Capítulo 578
Un silencio pesado se extendió al otro lado de la línea antes de que la voz de Aurora respondiera, cortante como un cuchillo.
“¿A qué viene eso tan de repente?”
Los dedos de Daniela juguetearon con el borde del vaso.
“¿Acaso necesito una razón?”
“Apenas nos conocemos, ¿por qué me invitas a beber?”
El alcohol había aflojado la lengua de Daniela.
“Tú sabes perfectamente por qué. ¿Vienes o no?”
Aurora dejó escapar un suspiro apenas audible.
“Mándame la dirección. Voy para allá.”
Después de colgar, Aurora permaneció inmóvil frente al espejo, sus ojos perdidos en la reflexión. Finalmente, tomó su bolso y salió a la noche.
La puerta de la sala privada se abrió, revelando a Aurora. Su mirada recorrió el espacio antes de posarse en Daniela.
“¿Estás sola?”
Daniela empujó un vaso lleno hacia ella.
“Como ves.”
Una sonrisa sardónica curvó los labios de Aurora.
“Claro, si me llamaste es porque tienes algo que decir que no debe escuchar nadie más. ¿Cómo podrías arriesgarte a que hubiera testigos?”
Daniela señaló el vaso con un gesto impaciente.
“Toma.”
Aurora observó el líquido ámbar sin hacer ademán de tocarlo.
El labio superior de Daniela se curvó con desdén.
“¿Crees que le puse algo?”
“Ustedes los de dinero tienen sus mañas.”
La risa de Daniela sonó amarga.
“No te andes con rodeos. Si quieres insultar a los Hidalgo, hazlo. Aquí solo estoy yo. Sé que nos guardas rencor, así que desahógate. No te voy a juzgar.”
Aurora soltó una carcajada gélida que heló la sangre en las venas de Daniela.
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Capítulo 578
“¿Crees que vale la pena que me amargue la vida por ustedes? Señorita Hidalgo, su familia no es tan importante como creen.”
Los ojos de Daniela se clavaron en ella como dagas.
“¿De verdad has superado lo de los Hidalgo?”
El rostro de Aurora se ensombreció.
“No puedo. El rencor contra los Hidalgo está grabado en mi corazón con fuego. No descansaré hasta descubrir lo que pasó ese año. Y cuando tenga pruebas de cómo maltrataron a mi madre…” Sus ojos brillaron con determinación. “Me aseguraré de que pague cada uno de los responsables.”
La intensidad en la mirada de Daniela no flaqueó.
“Han pasado más de veinte años, Aurora. No encontrarás pruebas.”
El movimiento fue tan rápido que Daniela no pudo reaccionar. Los dedos de Aurora se
enredaron en su cabello, arrancando varios mechones de raíz.
“¡¿Qué demonios haces?!”
Con movimientos metódicos, Aurora guardó los cabellos en una bolsa hermética.
“Mientras corra sangre Hidalgo por mis venas, las pruebas siempre existirán.” Una sonrisa enigmática curvó sus labios. “A menos que todos en la familia Hidalgo desaparezcan, claro está.”
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