Capítulo 562
La luz mortecina del atardecer se filtraba por los ventanales de la mansión mientras Aurora contemplaba su reflejo en el espejo. Las ojeras profundas y la palidez de su rostro eran testigos silenciosos de la decisión que había tomado: permanecer junto a Fabiola hasta el final.
Su corazón se retorcía ante esta elección. Cada rincón de la casa le susurraba recuerdos de una infancia marcada por el dolor y el abandono, heridas que Fabiola había tallado en su alma con la precisión de un cincel. Sin embargo, el descubrimiento de su verdadero origen había cambiado algo en ella. La comprensión de cómo su mera existencia había hecho añicos el matrimonio de Fabiola despertaba en ella una extraña mezcla de culpa y compasión.
“Tal vez“, pensaba mientras sus dedos trazaban las líneas de preocupación en su rostro, “todo el sufrimiento que me causó era mi penitencia por haber destruido su vida.”
El destino parecía tener un sentido del humor retorcido, entrelazando las vidas de madre e hija en una danza macabra de desdichas y arrepentimientos tardíos.
Los días se deslizaban como sombras por los pasillos de la mansión. Aurora se fue replegando sobre sí misma, hundiéndose en un pozo de melancolía que parecía no tener fondo. Sus ojos, antes brillantes, ahora vagaban sin rumbo por las habitaciones, como buscando respuestas en las paredes.
Mientras tanto, Fabiola florecía en su nuevo entorno. Su habitación, decorada con el lujo que nunca tuvo, y una niñera dedicada exclusivamente a ella, le proporcionaban una comodidad que jamás había conocido. Sus mejillas recuperaban el color, y una calma inusitada se instalaba en su semblante.
Salvador observaba este contraste con una rabia que le corroía las entrañas. Ver a su amada Aurora marchitándose mientras Fabiola prosperaba le resultaba insoportable.
Una mañana, sus ojos destellaron con furia mientras se dirigía al personal de servicio. Su mandíbula se tensó visiblemente antes de hablar.
“¿Se puede saber qué está pasando aquí? La tratan como si fuera la reina de Inglaterra.” Sus puños se cerraron con fuerza. “¿Se les olvida que no es más que una mendiga que recogí de la calle? No es mi suegra, es una aprovechada.”
Los sirvientes palidecieron ante su tono cortante. Sus manos temblaban ligeramente mientras respondían.
“Señor… la señora Aurora nos pidió específicamente que…”
Salvador golpeó la pared con el puño, interrumpiéndolos.
“¿Y qué con eso? ¿Amabilidad? ¿Después de todo lo que le hizo? Si Aurora sobrevivió y creció no fue gracias a ella. Fue por su propia fuerza, por su destino.”
Los empleados intercambiaron miradas nerviosas antes de asentir apresuradamente.
18-245
Capitulo 562
“Sí, señor. Entendemos.”
Desde su habitación, Fabiola escuchaba cada palabra como si fueran agujas clavándose en su pecho. Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas arrugadas, mientras la vergüenza y el arrepentimiento la consumían por dentro.
El tiempo, ese juez implacable, no permitía borrar las cicatrices del pasado. Los días siguientes trajeron un cambio notable. Sus comidas se volvieron más austeras, y las miradas de desprecio de la servidumbre se multiplicaron.
Una mañana, mientras una sirvienta le llevaba el desayuno, la mujer no pudo contener su
veneno.
“¿Es cierto que mandaba a la señora Aurora a mendigar cuando apenas tenía tres años? ¿Con un plato roto?”
Fabiola cerró los ojos, intentando escapar de la vergüenza que la ahogaba.
“Hoy en día cualquier niño es tratado como un tesoro.” La sirvienta continuó su ataque verbal mientras acomodaba la bandeja. “Y usted… usted trató a nuestra señora como si fuera basura. Debería estar agradecida de que ella sea tan bondadosa. No solo no la denunció por maltrato – infantil, sino que además se hace cargo de su vejez…”
El deseo de desaparecer bajo tierra se volvía más intenso cada día para Fabiola. La tentación de huir la atormentaba constantemente, pero su cuerpo, traicionero y débil, la mantenía prisionera en aquella jaula dorada.
Aurora, al percatarse del sufrimiento de Fabiola, se acercó a ella una tarde. Su rostro demacrado mostraba una sonrisa triste.
“Salvador es el único ser en este mundo que verdaderamente se preocupa por mí. Si te trata así es porque no soporta verme sufrir. No puedo contradecirlo.” Sus dedos jugaban nerviosamente con el borde de su blusa. “Solo tienes que resistir. Con el tiempo, te acostumbrarás.”
“¿Acostumbrarme?” La voz de Fabiola apenas fue un susurro quebrado.
Aurora asintió suavemente, sus ojos perdidos en recuerdos lejanos.
“Sí, yo también aprendí a sobrellevarlo poco a poco. Si aguantas, eventualmente verás el arcoíris.”
El rostro de Fabiola perdió el poco color que le quedaba.
“Yo… yo te fallé, Aurora. Te hice tanto daño…”
Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Aurora.
“Quizás nunca debí haber nacido.”
En ese preciso instante, Salvador, que se acercaba con una caja de dulces en las manos, se detuvo en seco al escuchar estas palabras. Sus ojos, normalmente seductores, se oscurecieron con una mezcla de dolor y rabia.
18:24
Capitulo 562
Aurora sintió que el corazón se le detenía al notar su presencia.
Salvador avanzó hacia ella, el aire a su alrededor tan frío como una mañana de invierno.
“Me he desvivido por ti. He trabajado hasta el agotamiento para darte todo el dinero del mundo, para llenarte de amor, para convertirte en una princesa que pueda caminar con la frente en alto.” Su voz temblaba con emoción contenida. “¿Y aún así sientes que no mereces existir?”