Capítulo 543
La tensión en el aire era palpable mientras Isaac miraba a Salvador con un destello de hostilidad en sus ojos oscuros. Sus labios se curvaron en una sonrisa forzada que no alcanzaba su mirada.
“Vaya, vaya, Nolan. ¿Todavía con esos hábitos de niño rico que se levanta al mediodía?”
Salvador mantuvo una postura relajada, recargándose contra el marco de la puerta. Unal sonrisa ladeada se dibujó en su rostro mientras sus dedos tamborileaban suavemente sobre
su brazo cruzado.
“No es costumbre, Córdoba. Es solo que mi Aurora estaba agotada anoche y no podía dejarla sola. Ya sabes cómo es esto de ser un buen esposo.”
Federico, que hasta entonces había permanecido en silencio, dejó escapar un chasquido de lengua. La amargura se reflejaba en cada línea de su rostro, años de amor no correspondido por Aurora pesando en su expresión.
“Ya córtale, Salvador. Todos sabemos que te desvives por complacer a tu esposa. No tienes que restregárnoslo en la cara.”
Isaac dio un paso al frente, su mandíbula tensa.
“Dejémonos de rodeos, Salvador. ¿Dónde estuviste anoche?”
“¿Y desde cuándo te volviste mi niñera?” Salvador arqueó una ceja, su voz teñida de diversión. “No sabía que ahora también te dedicabas a vigilar los movimientos de la gente.”
“¿Te da miedo contestar?”
Una risa suave escapó de los labios de Salvador.
“¿Miedo? ¿De qué? Estuve en mi casa, durmiendo junto a mi esposa. ¿O acaso eso también te molesta?”
Los ojos de Isaac se estrecharon peligrosamente.
“¿Te atreverías a jurarlo?”
La diversión abandonó el rostro de Salvador, reemplazada por una expresión más seria.
“¿Por qué no habría de atreverme? Aunque, pensándolo bien, ¿de qué serviría? No tengo que probarle nada, a nadie.”
El silencio que siguió fue ensordecedor. Isaac se quedó sin palabras, sus puños apretados a los costados.
Salvador lo observó con una mezcla de burla y lástima.
“Córdoba, ¿será que la quiebra te está afectando la cabeza? Porque mira que venir a hacerme este tipo de numeritos…”
1/3
Capítulo 543
Un rubor de humillación se extendió por el rostro de Isaac. Sin pruebas concretas contra Salvador, tuvo que tragarse su orgullo.
“No es nada importante. Es solo que mi esposa no se ha sentido bien últimamente y mencionó algo sobre ti.”
“Qué curioso.” Salvador arqueó las cejas con fingida sorpresa. “No recuerdo tener ningún asunto pendiente con tu esposa, ni antiguo ni reciente. Me intriga saber por qué andaría hablando de mí.”
Isaac escrutó su rostro, buscando la más mínima grieta en su fachada.
Pero Salvador mantenía una expresión cristalina, sus ojos brillando con aparente inocencia.
“Ella dice que te vio anoche.”
Una risa desdeñosa escapó de los labios de Salvador.
“Tu esposa debe estar confundida. O quizás…” Salvador se llevó un dedo a la sien, dando golpecitos suaves. Su sonrisa, aunque presente, tenía un filo amenazador que hizo que el aire se tornara gélido.
Isaac se dio la vuelta y se alejó con pasos pesados, la derrota oscureciendo su semblante. Federico lo siguió apresuradamente, lanzando una última mirada sobre su hombro.
Salvador los observó marcharse, permitiendo que por un momento, una sombra de tristeza nublara sus ojos claros.
Al regresar a la mansión, encontró a Valentina esperándolo en la entrada. La pequeña sostenía su peluche de conejo contra el pecho, sus grandes ojos llenos de esperanza.
“¿Era su voz la que escuché?” Su voz infantil temblaba ligeramente.
Salvador se arrodilló frente a ella, pellizcando con suavidad su mejilla sonrosada.
“¿Lo extrañas mucho?”
Los dedos de Valentina se cerraron con más fuerza alrededor de su peluche.
“¿Preguntó por mí?”
El corazón de Salvador se contrajo dolorosamente. Cada palabra que estaba a punto de pronunciar era como un cuchillo atravesando su pecho.
“Sí, mi amor. Quería saber si has estado feliz últimamente.”
El rostro de Valentina se iluminó con una sonrisa radiante.
“Gracias, papá.”
La observó alejarse dando pequeños saltos, el peluche de conejo rebotando contra su pecho.
“¿Por qué le mientes?”
2/3
Capitulo 543
Salvador se giró para encontrar a Aurora de pie tras él, su figura esbelta recortada contra la luz del mediodía. Su rostro se suavizó instantáneamente al verla.
“Hermana.” Se acercó para envolverla en un abrazo cálido.
“¿Cómo sabes que él no preguntó por Valentina?”
3/3