Capítulo 540
El doctor se marchó con premura, como si encontrara cierto alivio al alejarse de aquella habitación cargada de tensión. El eco de sus pasos se desvaneció en el pasillo del hospital, dejando tras de sí un silencio pesado,
Federico permanecía recargado en el marco de la puerta. Sus hombros tensos y su mandíbula apretada revelaban una mezcla de frustración y amargura. Sus ojos, fijos en Isaac y Cynthia, delataban el peso de un viaje que parecía haber sido en vano.
Isaac, sentado al borde de la cama de hospital, mostró por primera vez en mucho tiempo un destello de suavidad en su rostro. El sonido amortiguado de las máquinas médicas llenaba el ambiente mientras extendía su mano hacia Cynthia. Sus dedos rozaron suavemente los de ella. “Cynthia, ¿me reconoces?”
La mujer levantó la mirada hacia él. Sus ojos, que alguna vez habían brillado con orgullo y autoridad, ahora estaban nublados por el miedo. Al notar la presencia de Federico, un espasmo de pánico cruzó su rostro. Su cuerpo se encogió instintivamente, buscando refugio detrás de Isaac como una niña asustada.
Isaac y Federico intercambiaron miradas desconcertadas. El cambio en Cynthia era tan drástico que resultaba perturbador.
Con movimientos temblorosos, Cynthia asomó la cabeza desde su improvisado escondite. Sus ojos recorrieron la figura de Federico con terror apenas contenido.
“¿Qué hace él aquí? ¡Es de los Nolan!” Sus dedos se aferraron a la bata de Isaac, sus nudillos blancos por la fuerza del agarre. La simple mención de aquel apellido la hacía temblar
visiblemente.
“Vino a preguntarte sobre Salvador.” La voz de Isaac sonó suave, casi paternal.
El efecto fue instantáneo. Al escuchar ese nombre, el cuerpo entero de Cynthia comenzó a temblar violentamente. Su respiración se volvió errática, y el monitor cardíaco a su lado empezó a emitir pitidos más frecuentes.
“Isaac, tengo miedo. Por favor, protégeme.” Se refugió en sus brazos, enterrando el rostro en su pecho.
Al verla así, reducida a un estado casi infantil, la amargura que Isaac había albergado hacia Cynthia se derritió como nieve al sol. La abrazó con delicadeza, mientras una sombra de tristeza cruzaba su rostro.
“Perdóname. No debí mencionar el divorcio. Te alteró demasiado.”
Federico, observando la escena desde su posición, se aclaró la garganta.
“Isaac, Cynthia te reconoce. No ha perdido completamente la consciencia. Parece que solo reacciona así cuando escucha el nombre de Salvador…”
Capítulo 540
Como si despertara de un trance, Isaac recordó súbitamente cómo Cynthia lo había llamado por su nombre con naturalidad. Era una prueba clara de que su voluntad no estaba completamente perdida.
“Cynthia.” Isaac suavizó su voz, intentando no alarmarla. “Me dijiste que tenías algo contra Salvador. ¿Podrías contarme qué es?”
La mención del nombre bastó para que Cynthia se cubriera los oídos con desesperación. Sus gritos resonaron en la habitación mientras se arrastraba por la cama, su dignidad
completamente olvidada.
“Me equivoqué, no debí planear nada contra ti…” Sus palabras salían entrecortadas, mezcladas con sollozos. “Por favor, perdóname: No lo volveré a hacer…”
“Cynthia, ¿contra quién planeaste algo?”
El silencio fue su única respuesta. Su cuerpo temblaba, pero sus labios permanecían sellados.
“¿Fue Salvador?” La pregunta de Isaac fue como un látigo en el aire.
“¡No!” El grito de Cynthia resonó por toda la habitación. “¡No, no es él!”
Federico dejó escapar un suspiro de frustración, sacudiendo la cabeza.
“Isaac, déjalo ya. En este estado, ¿cómo podría ayudarnos?”
Pero Isaac había notado algo. Cada vez que mencionaba a Salvador, Cynthia reaccionaba de manera visceral. Se acercó a ella y con suavidad pero firmeza tomó su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo.
“Cynthia, ¿qué te hizo Salvador?”
Los ojos de Cynthia, hasta entonces perdidos en el vacío, se enfocaron de repente con una claridad sorprendente.
“No es Salvador… es Enzo.”
Isaac frunció el ceño. “¿Qué quieres decir?”
“Ay, por favor.” La voz de Federico destilaba impaciencia. “Si Salvador es Enzo, ¿no? Isaac, está completamente trastornada. Vámonos ya.”
Isaac soltó las manos de Cynthia con resignación, pero ella seguía repitiendo la misma frase como un mantra desesperado.
“Sí, no es Salvador, es Enzo.”
La última chispa de esperanza en el corazón de Isaac se apagó. Ya no quedaba duda: Cynthia había perdido la razón.
Federico buscó al médico tratante de Cynthia. Sus palabras estaban cargadas de preocupación mientras le suplicaba que prestara especial atención al tratamiento de ella. Era evidente que el estado actual de Cynthia lo afectaba profundamente.
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Capítulo 540
Al salir del hospital, Federico caminaba con la cabeza gacha, sus pasos pesados resonando en el pavimento.
“Ya me lo imaginaba.” Su voz sonaba hueca. “¿Cómo iba a ser posible que Salvador, siendo tan astuto, dejara alguna evidencia en manos de Cynthia? Todo esto ha sido como intentar atrapar el agua con las manos.”
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