Capítulo 539
Isaac permaneció en silencio. Sus nudillos se tornaron blancos mientras apretaba el volante con fuerza. El motor rugió cuando pisó el acelerador, dejando atrás las calles de la ciudad mientras se dirigían al hospital psiquiátrico.
Federico se removió inquieto en su asiento. El silencio de Isaac le pesaba como una losa, haciendo que su corazón latiera cada vez más rápido.
“Ya dime qué está pasando, Isaac. Me estás matando con tanto misterio.”
Isaac mantuvo la vista fija en el camino. Una vena palpitaba en su sien mientras sus labios se tensaban en una línea delgada.
“Hace poco, Cynthia empezó a decir cosas muy raras. Todo era sobre Salvador. Según ella, conocía secretos que lo podían hundir y quería sacarle una fortuna por su silencio. Al principio pensé que el divorcio la había afectado demasiado, que había perdido la cabeza… por eso la internaron.”
Los ojos de Federico se iluminaron como los de un niño frente a un dulce prohibido. Su respiración se aceleró mientras procesaba la información.
“¿Entonces Cynthia tiene algo contra Salvador? ¡Esto es perfecto! Si conseguimos que nos cuente lo que sabe, podríamos evitar que destruya a las familias Nolan y Córdoba.”
Una sonrisa amarga se dibujó en el rostro de Isaac mientras negaba con la cabeza.
“Eres tan inocente, Federico. El Salvador del que habla Cynthia… es algo completamente diferente. Algo que no deberías ni imaginar.”
Un escalofrío recorrió la espalda de Federico. Sus manos se cerraron instintivamente en puños sobre su regazo.
“No me sorprende. Mira todo lo que ha logrado en tan poco tiempo. Llevar a la quiebra a las dos familias más poderosas de la Ciudad de México no es cualquier cosa.”
La mandíbula de Federico se tensó mientras un brillo determinado aparecía en sus ojos.
“Quiero saber qué esconde. Necesito descubrir esos secretos que no quiere que nadie
conozca.”
El hospital psiquiátrico se alzaba frente a ellos como una fortaleza de concreto y cristal. El aroma a desinfectante y medicamentos flotaba en el aire mientras Isaac y Federico avanzaban apresuradamente por los pasillos blancos hasta la habitación de Cynthia.
La imagen que encontraron los dejó petrificados en el umbral.
Cynthia estaba hecha un ovillo en una esquina de la cama. Su cabello, antes siempre impecable, caía en mechones desordenados alrededor de su rostro mortalmente pálido. Al verlos entrar, sus ojos se abrieron desmesuradamente, brillando con terror puro.
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Capítulo 539
“Me equivoqué… me equivoqué… por favor, no me lastimen.”
Federico dio un paso atrás, su rostro contraído en una mueca de incredulidad.
“¿De verdad está loca, Isaac? ¿En serio creíste lo que dijo?”
Isaac atravesó la habitación en tres zancadas. Sus manos temblaban cuando sujetó los hombros de Cynthia.
“¿Qué te pasó? ¡Cynthia, mírame!”
A pesar del odio que sentía por ella, ver a la mujer que una vez amó reducida a ese estado le provocaba un dolor físico en el pecho.
El cuerpo de Cynthia se sacudió violentamente bajo su agarre.
“¡La electricidad no! ¡Por favor, la electricidad no!”
Isaac la estrechó contra su pecho mientras un grito desgarrador brotaba de su garganta.
“¡¿Qué demonios te hicieron?!”
El sonido de tacones sobre el linóleo anunció la llegada de la doctora. Su bata blanca crujía mientras se acercaba con paso firme.
“La condición de la señora se deterioró rápidamente en los últimos días. Desarrolló tendencias suicidas y nos vimos obligados a implementar terapia electroconvulsiva. Le tiene mucho miedo al tratamiento, pero al menos ya no intenta quitarse la vida.”
Isaac observó el rostro vacío de Cynthia. Cuando llegaron, aún parecía reconocerlos, pero ahora su mirada atravesaba el espacio sin ver realmente. No era la primera vez que dudaba de los métodos del hospital, pero sus sentimientos hacia ella eran un nudo imposible de desenredar – una mezcla tóxica de amor profundo y el veneno del engaño.
Hasta no aclarar ese torbellino en su interior, Isaac se negaba a compartir su vida con Cynthia
nuevamente.
Sus ojos brillaron peligrosamente cuando encaró a la doctora.
“Desde que la internaron, solo ha empeorado. ¿Así tratan a todos sus pacientes?”
La doctora mantuvo una expresión neutral, como si hubiera enfrentado esa misma pregunta
mil veces antes.
“Señor Córdoba, es común que los pacientes psiquiátricos empeoren inicialmente al adaptarse al nuevo ambiente. No se preocupe, su condición se estabilizará con el tiempo.”
Isaac dejó caer los hombros, como si todo el peso del mundo descansara sobre ellos. Con un gesto de la mano, despidió a la doctora.
“Déjenos solos. Necesito hablar con mi esposa.”
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