Capítulo 527
Las palabras de Valentina resonaban en la mente de Isaac como un eco insistente: Aurora no amaba a Salvador. Una chispa de esperanza se encendió en su pecho mientras recogía su celular. La pantalla estaba agrietada, una telaraña de fisuras que atravesaba el cristal, pero aún funcionaba. Con dedos temblorosos, marcó el número de Valentina.
El tono de llamada sonó una, dos veces. Para su sorpresa, la voz de Valentina cortó el tercer timbrazo.
Sus ojos de hielo casi podían sentirse a través del teléfono. “¿Qué necesitas?”
Isaac apretó el celular contra su oreja. Su corazón latía con fuerza mientras tragaba saliva, buscando las palabras correctas.
“Valentina, por favor… Mi papá quiere ver a mi mamá. ¿Me puedes ayudar?”
El silencio que siguió fue tan denso que Isaac podía escuchar su propia respiración entrecortada. Los segundos se arrastraban como horas.
Justo cuando la esperanza comenzaba a desvanecerse, la voz de Valentina cortó el silencio como un cuchillo.
“A las diez de la noche. Te veo en la Cafetería Taza de Oro.”
Una sonrisa de alivio iluminó el rostro de Isaac.
En el estudio, la luz tenue dibujaba sombras danzantes sobre las paredes. Aurora frunció el ceño, sus ojos fijos en Salvador.
“¿Por qué dejaste que se enterara de lo nuestro?”
Las palabras cayeron como un cubo de agua fría sobre Salvador, apagando el fuego de la pasión que había estado ardiendo entre ellos.
Se apartó lentamente, hundiendo su cuerpo en el sillón de cuero. El sonido del encendedor rompió el silencio, y una nube de humo gris se elevó hacia el techo.
Aurora se deslizó detrás de él. Sus brazos rodearon sus hombros, su perfume a jazmín envolviendo el ambiente.
“¿Estás molesto?”
Salvador exhaló otra bocanada de humo. “Aurora, no siento tu amor.”
Las palabras golpearon a Aurora como una bofetada invisible. Su corazón se aceleró. ¿Cómo podía dudar de sus sentimientos?
Sus ojos buscaron los de él con intensidad. “Salva, contigo soy inmensamente feliz.”
Una sonrisa triste se dibujó en los labios de Salvador mientras apagaba el cigarrillo.
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Capitulo 527
“Aurora, lo que hay entre nosotros debería ser más que cariño familiar. Debería ser amor.”
La confusión nubló los ojos de Aurora. “¿No es lo mismo?”
Salvador alzó su mano, sus dedos acariciando suavemente el cabello sedoso de Aurora.
“El cariño es asegurarme de que no te falte nada, que tengas comida en la mesa y ropa que ponerte. El amor…” Sus ojos se oscurecieron. “El amor es desearte solo para mí, sentir que me hierve la sangre cuando otro hombre te mira, querer ser el único en tu vida.”
La comprensión iluminó el rostro de Aurora. “Ah… ¿Entonces sí estabas celoso de Isaac?”
Salvador negó con la cabeza, pero bajo la mirada penetrante de Aurora, sus hombros se
tensaron.
“Te he tomado demasiado a la ligera. Isaac, a pesar de todo, te dio una boda como Dios manda. Yo ni siquiera te he propuesto matrimonio formalmente. No te he dado la ceremonia que mereces. Me he portado como un irresponsable contigo.”
Los labios de Aurora se curvaron en una sonrisa traviesa. “¿Te duele no haber tenido el
privilegio de una propuesta y una boda? No te preocupes. Si tanto significan esos rituales para ti, los respetaré.”
El rostro de Salvador se iluminó como el de un niño en Navidad.
“¿Entonces puedo empezar los preparativos?”
Aurora asintió, sus ojos brillando con anticipación. “Adelante.”
En su mente ya podía imaginar algo espectacular. Salvador siempre había sido un hombre de grandes gestos.
Con el corazón ligero, Salvador salió de la casa. Una propuesta que llevaba meses planeando estaba a punto de materializarse esa misma noche. Cada detalle ya estaba considerado, solo faltaba ponerlo todo en su lugar.
Las manecillas del reloj parecían moverse más rápido de lo normal mientras Salvador, sudando bajo el sol de la tarde, dirigía la transformación del jardín de la villa.
Un sendero serpenteante, decorado con bambú y piedras de río, materializaba el simbolismo: “Seré tu roca inquebrantable, y tú serás mi bambú flexible, Unidos, ni el viento más fuerte podrá separarnos.”
Al final del camino, un majestuoso arco floral se alzaba hacia el cielo, custodiado por lirios blancos que brillaban como estrellas terrenales, Novecientas noventa y nueve rosas rojas formaban un mar carmesí alrededor del arco,
El suelo bajo el arco estaba cubierto por una alfombra de pétalos rosa pálido, tan suaves como promesas susurradas.
Salvador, vestido como un príncipe de cuento, se sentó frente al piano de cola. Sus dedos comenzaron a acariciar las teclas, liberando las primeras notas de una melodía romántica.
Capítulo 527
Pero la música se congeló abruptamente cuando la voz agitada de Víctor cortó el aire.
“¡Señor! ¡La señorita Aurora ha desaparecido!”