Capítulo 8
Amelia contempló la pantalla de su teléfono con impotencia. “El celular de Rafael sigue apagado, no puedo comunicarme con él.”
-Seguí intentando hasta que responda -sentenció Martín con frialdad glacial-. ¿No te das cuenta que lo está haciendo a propósito? Está esperando que insistas.
Apenas Martín terminó su reprimenda, su esposa Luisa Arancibia tomó el relevo castigarla con sus palabras:
para
-¿Qué pretendés lograr con esto? ¿Te aburriste de tener una vida tranquila y estable? ¿Por qué necesitás complicar todo siempre con esta rebeldía tuya?
Uno tras otro, tíos, tías y diversos parientes de la familia Córdoba la llamaron para “corregir su comportamiento”. La última vez que había sentido semejante presión familiar fue cuando escapó con Esteban años atrás.
Permaneció inmóvil en el sofá, perdida en sus pensamientos mientras la tarde daba paso a la noche. Rafael no había respondido su mensaje de WhatsApp y su teléfono continuaba fuera de servicio. Él jamás tardaba más de medio día en contestarle; esta vez parecía genuinamente furioso. De otra manera, no la ignoraría por tanto tiempo.
Observó la oscuridad que se extendía más allá de la ventana, se incorporó y partió decidida hacia la sede central del Grupo Peretti. Necesitaba encontrar a Rafael antes que nada.
La recepcionista la examinó con evidente curiosidad y un brillo de indiscreción en su mirada:
-El señor Peretti está atendiendo asuntos importantes, no vendrá a la oficina durante estos días.
Si verdaderamente tuviera compromisos cruciales, toda la empresa lo sabría.
De regreso en su vehículo, Amelia sintió un súbito vacío. Aunque Rafael solía mantener cierta distancia emocional, nunca se había enojado con ella hasta ahora. Si él decidía evitarla, con todos sus recursos a disposición, ella no tendría forma de localizarlo.
En el grupo familiar, los mensajes se acumulaban incesantemente, con familiares preguntando por la situación actual.
Reflexionaba que si Rafael efectivamente buscaba divorciarse, la familia Córdoba
probablemente la destrozaría sin piedad.
Sonrió con amargura cuando Maite la telefoneó nuevamente:
-¿Pudiste encontrar a Rafael?
-Todavía no, no está en las oficinas.
Maite hizo una pausa significativa y, con resentimiento en su voz, reveló:
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-De todas maneras, pronto te vas a enterar. Un medio consiguió información confidencial y afirman que Rafael quiere divorciarse de vos. Publicarán la noticia esta noche a las diez.
Amelia cerró los ojos lentamente, dejándose caer hacia atrás hasta que su cabeza golpeó el respaldo del asiento.
-Lo sé.
Que Rafael quisiera divorciarse no resultaba sorprendente en absoluto.
Cuando Rafael no mostró indignación por su fuga con otro hombre y decidió casarse con ella igualmente, muchos en la familia Córdoba especularon que él verdaderamente sentía algo por
ella.
Pero no era así en realidad.
Antes de contraer matrimonio, Rafael le explicó que estaban comprometidos desde pequeños, y permitir que alguien le arrebatara a su prometida constituiría una humillación inaceptable. Además, estaba completamente absorbido por sus responsabilidades laborales y carecía de tiempo para adaptarse a otra persona.
Ella comprendía perfectamente que él no albergaba ni un mínimo de afecto genuino hacia ella.
Sin embargo, no lograba expresar con claridad lo que experimentaba en ese momento.
Aunque inicialmente se resistió al matrimonio, ahora parecía que tampoco deseaba el divorcio. Estos años de vida conyugal le habían proporcionado estabilidad, y había desarrollado cierta dependencia hacia esa seguridad.
A las diez de la noche, la noticia se difundió, y el hashtag #RafaelAmelia Divorcio# volvió a
convertirse en tendencia viral.
Al día siguiente, cuando abrió la bolsa de valores, las acciones del Grupo Córdoba se desplomaron vertiginosamente, y a las tres de la tarde detuvieron completamente su cotización.
Martín se encontraba desesperado como un animal acorralado, urgiéndola repetidamente a localizar a Rafael para disculparse. Pero ella simplemente no podía hallarlo.
Fue entonces cuando comprendió lo poco que conocía sobre Rafael; aparte de su oficina, no
tenía idea de dónde más buscarlo.
¿Debería contactar a los padres de Rafael? No reunía el valor suficiente.
Además, después de un escándalo de tales proporciones, si los padres de Rafael no la habían llamado, resultaba evidente que preferían que resolvieran el conflicto entre ellos.
En la tarde del tercer día, Martín finalmente perdió la paciencia y le exigió que regresara a casa para establecer una estrategia.
Al ingresar a la residencia, Amelia encontró un círculo de personas reunidas en la sala: Martín,
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Luisa y varios parientes de la familia Córdoba.
Incluso su hermana menor, Romina Córdoba, que cursaba su último año universitario, había regresado especialmente para la ocasión.
Al verla, Romina la miró con desprecio absoluto y arremetió:
-¿No podés comportarte como corresponde? Si Rafael se divorcia de vos por esta situación, ¿qué va a pasar con toda la familia Córdoba? ¿Qué va a suceder con mi inscripción para estudiar en el extranjero?
La mirada de Amelia se tornó gélida.
Sabía que no era bienvenida en esa casa, pero jamás habría imaginado que incluso su propia hermana, quien se beneficiaba directamente de sus recursos, fuera capaz de humillarla así.
Alzó su mano y abofeteó con fuerza a Romina.
-Todo lo que llevás puesto, usás e incluso el dinero para tus estudios, ¿acaso no sale de mi bolsillo? ¿Con qué derecho venís a cuestionarme?
La Directora de mi Histora 8
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Posted by ? Views, Released on March 15, 2025
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La Directora de mi Histora
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