La Directora de mi Histora 4

La Directora de mi Histora 4

Capítulo 4
-Hola… -su voz emergió apagada entre las sábanas.
-¿Todavía no te levantaste? Ya son casi las diez y media -Ivana no ocultó su sorpresa.-
Amelia siempre había sido madrugadora, a menos que… Pronto lo comprendió.
-¿Tu marido regresó anoche?
La mención de Rafael despejó instantáneamente la bruma del sueño de Amelia.
-Sí.
Ivana hizo un chasquido travieso con la lengua.
-¿Acaso tu marido es tan incansable?
Era cierto. Amelia conocía perfectamente el humor de Ivana y no le incomodaba que bromeara
sobre su intimidad.
-¿Para qué me llamás tan temprano?
El tono de Ivana adquirió un matiz sombrío.
-LatinoVisión Inversiones retiró su financiación. El responsable manifestó que tras evaluarlo detenidamente, no vislumbra suficiente potencial de rentabilidad en esta película. Tendremos que buscar nuevos inversores.
Amelia exhaló con resignación.
-Entiendo, veré qué puedo hacer.
En la actualidad, la industria cinematográfica atravesaba momentos difíciles. Las cuantiosas inversiones del año anterior habían resultado en pérdidas significativas, y ahora los inversionistas mostraban extrema cautela. Amelia había obtenido el premio al mejor cortometraje en BAFICI, pero al no haber dirigido anteriormente una película para la gran pantalla, se la consideraba una directora novel, dificultando enormemente ganar la confianza de potenciales financistas.
Se incorporó de la cama. La noche anterior, había quedado tan exhausta que tras bañarse ni siquiera se había colocado el pijama, simplemente se había desplomado sobre el colchón. Ahora, tomó la fina manta color vino que había utilizado el día previo y la envolvió alrededor de su cuerpo, sujetándola con una mano sobre el pecho mientras se dirigía a la cocina para servirse un vaso de agua.
A esa hora, Rafael ya se había marchado.
Colocó el celular en altavoz sobre la mesa de la cocina y, mientras llenaba el vaso, escuchó ruidos provenientes del interior; seguramente era la señora del aseo preparando el desayuno.
-Con la coyuntura actual, otros inversores tampoco financiarán fácilmente. No dispongo de
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capital líquido -de repente, Ivana tuvo una revelación y su tono se elevó-. Ami, podrías pedirle a tu marido que invierta.
Amelia bebió un pequeño sorbo de agua.
-Pensá en otra opción.
-¿Por qué? -Ivana parecía desconcertada-. Unos cientos de miles de pesos para tu marido no representan nada, ¿por qué no aprovechar esa posibilidad? Además, si la película genera ingresos, podrías reintegrarle la inversión.
Porque la familia Córdoba ahora dependía completamente de Rafael, y ella ya no conseguía sostener la mirada frente a él. Pero eso no podía expresarlo abiertamente.
Amelia reflexionó brevemente antes de responder.
-No es sencillo comunicarse con él.
La puerta de vidrio de la cocina se deslizó, y se percibieron pasos acercándose.
Amelia permaneció de espaldas, limitándose a señalar la mesa, indicando a la empleada que depositara el desayuno allí.
Ivana, a través del celular, bromeó.
-¿Qué no se puede hablar en la cama? Después de compartir intimidad, todo se resuelve.
Amelia, evocando la noche anterior, respondió.
-Temo que una vez no resulte suficiente.
De pronto, escuchó una voz gélida y conocida a sus espaldas.
-No necesariamente, ¿por qué no lo comprobamos?
Amelia se sobresaltó y giró para encontrarse con Rafael.
-¿No fuiste a la empresa?
-No.
Rafael lucía un pijama de seda gris perla. Aunque su mirada conservaba la habitual indiferencia, su temperamento evidentemente había mejorado considerablemente desde la noche anterior.
-Estoy agotado, voy a tomarme medio día libre.
Ivana exclamó desde el teléfono.
-¡Vaya!
Amelia, inmediatamente, finalizó la llamada.
La luminosidad del sol invernal se filtraba por la ventana y acariciaba su hombro, provocándole una repentina sensación de calidez.
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Capitulo 4
Amelia no llevaba prenda alguna bajo la manta. Si bien ella y Rafael habían cumplido con sus obligaciones maritales, siempre había sido en la oscuridad nocturna, donde cualquier emoción podía disimularse. Durante el día, expuesta a su escrutinio, experimentaba una profunda incomodidad.
Mordió suavemente sus labios y, casi inconscientemente, depositó el vaso a un costado mientras ajustaba la manta escarlata alrededor de su figura, como si aquel gesto pudiera proporcionarle mayor protección.
Rafael elevó la mirada para observarla fugazmente, y le desagradó aquel gesto defensivo.
Se aproximó y, con un movimiento decidido, le arrebató la manta que la cubría.
Amelia instintivamente cubrió su pecho con ambas manos.
Rafael habló con tono impasible.
-¿Qué te cubrís? Ya conozco cada centímetro de tu cuerpo.
“¿Acaso perdió la razón?”

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Status: Ongoing Type: Native Language: Spanish
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