Capítulo 21
Amelia observaba absorta el video de Enzo, proyectando mentalmente las escenas donde él interpretaría al protagonista secretamente enamorado. Su entusiasmo crecía incontenible con cada fotograma que pasaba, confirmando su intuición inicial: él encarnaba perfectamente la esencia del personaje. Tan inmersa estaba en su visualización que su pierna se movió involuntariamente, rozando ligeramente el costado de la pierna de Rafael. Él giró la cabeza y su mirada se clavó directamente en la pantalla del celular de Amelia. Aunque la penumbra del vehículo no permitía distinguir claramente su expresión, ella percibió al instante la tensión que emanaba de él.
Temiendo que Rafael malinterpretara la situación y pensara que observaba fotos de Esteban, Amelia se apresuró a aclarar:
-Es otra persona.
Para disipar cualquier duda, elevó su celular frente a Rafael.
-Estoy seleccionando al protagonista para mi primera película y me decidí por él.
Rafael probablemente desconocía a las figuras del ambiente artístico, por lo que Amelia continuó con su explicación:
-Se llama Enzo, es considerado uno de los actores más destacados de los noventa en la actualidad. Comenzó su carrera en producciones históricas y ya tiene una base sólida de seguidores. Si logramos contar con él como protagonista, podría alivianarnos
considerablemente la presión de promoción.
Rafael arqueó una ceja mientras contemplaba aquel rostro afable y delicado. “¿Este es su tipo? ¿Le atraen las personas con esta apariencia?”
La voz de Amelia desbordaba un entusiasmo incontenible:
-¿Qué opinás?
-¿No sentís ganas de invertir dinero apenas lo ves?
Antes de que pudiera terminar de articular su pensamiento, la voz impasible de Rafael la interrumpió:
-No me parece excepcional.
-Ni siquiera es más atractivo que nuestro chofer.
-¿Qué clase de gusto tenés?
Amelia no podía creer lo que escuchaba. ¡Debería ser el gusto de Rafael el cuestionable! ¿Acaso su chofer era tan impresionante? Dirigió inmediatamente su mirada hacia el espejo retrovisor. Joaquín, apenas veintipocos años, siempre mantenía un semblante frío y distante, probablemente la razón por la cual congeniaba con Rafael. Pero compararlo con Enzo, ¿a quién pretendían engañar?
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Capitulo 21
Las cámaras añaden kilos adicionales y magnifican exponencialmente cualquier imperfección facial. Una persona ordinaria como Joaquín, con facciones algo planas, quedaría absolutamente desfavorecida ante las cámaras. Amelia presionó sus labios, deseando expresar que Joaquín era evidentemente menos atractivo que Enzo, sin mencionar a Rafael, pero al encontrarse con la mirada gélida de este último, decidió callar sus pensamientos.
Rafael elevó una ceja:
-¿No estás de acuerdo?
Amelia tosió ligeramente, vaciló un instante y finalmente, contra todo su criterio, respondió:
-Quizás desde ciertos ángulos Enzo no se compara con…
En ese preciso momento, comprendió cabalmente aquello que Iris había mencionado anteriormente: ser la esposa de un hombre adinerado definitivamente no resultaba sencillo.
Al retornar a Nordelta, tras una cena sencilla, Amelia se sumergió en su trabajo. Extendió papel y lápiz sobre la mesa de la sala destinada a las bebidas y comenzó a diseñar los storyboards meticulosamente. Había adoptado la costumbre de trabajar en el living, un espacio amplio y despejado donde podía sentarse en el suelo, desplegar sus bocetos libremente y estimular su creatividad sin restricciones. Durante las horas diurnas, la luz natural que penetraba por los ventanales resultaba especialmente propicia para su labor.
Rafael, mientras tanto, preparó una infusión y se acomodó en un extremo del sofá, bebiendo pausadamente mientras consultaba ocasionalmente su tablet. Inicialmente, Amelia experimentó cierta incomodidad, como si repentinamente alguien hubiera irrumpido en su santuario creativo. Sin embargo, una vez concentrada en su proyecto, se sumergía por completo en él. Rafael, igualmente ocupado en sus propios asuntos, no interfería, permitiéndole gradualmente dejar de preocuparse por su presencia.
Rafael siempre se había considerado adicto al trabajo, pero jamás imaginó que Amelia compartiera esa misma dedicación. Cuando despertó a mitad de la noche y notó la ausencia de ella a su lado, dirigió su mirada hacia la puerta. La lámpara de pie de la sala permanecía encendida. Consultó la hora: 3:30 de la madrugada. Se incorporó y salió de la habitación.
Amelia se había quedado dormida sobre la mesa de bebidas. Su larga cabellera negra caía parcialmente sobre su hombro, mientras la otra mitad pendía en el aire. Su cabeza reposaba sobre su brazo, dejando al descubierto un tramo de su pálida muñeca. Los storyboards estaban diseminados por toda la superficie de la mesa y el suelo circundante.
Rafael se aproximó, recogió uno a uno los storyboards y apagó la lámpara. La luz lunar se filtraba por la ventana y bañaba a Amelia, como si estuviera cubierta por un fino velo plateado. Como una novia. Inexplicablemente, aquella escena lo conmovió profundamente. Regresó al dormitorio, tomó su celular para capturar una fotografía, y luego extendió su mano para
conducirla de vuelta a la habitación.
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