Capítulo 19
-Ya veo, entonces no será necesario molestar al señor Guzmán -respondió Rafael con serenidad-. Igual este gesto del señor Guzmán quedará en mi memoria.
Rafael jugaba al billar con sus amigos Alejandro Silva y Bruno Espinosa en un exclusivo club privado. Al finalizar la llamada, escuchó una voz socarrona a su lado:
-¡Mirá vos, nuestra Ami está causando sensación! ¿Ahora se disputan tanto a ella como a sus proyectos?
Rafael, con expresión impenetrable, guardó su celular y ejecutó un golpe certero con el taco:
-Perdiste.
-¡La puta madre…! -Bruno no contuvo la maldición-. Decime en serio, ¿no te aburrís de terminar cada partida en apenas dos o tres tiros?
Alejandro chasqueó la lengua con desdén.
-Te lo merecés por bocón.
Bruno guardó silencio, preguntándose por qué destino cruel tenía precisamente a estos dos como amigos.
Rafael apoyó el taco con elegancia calculada y respondió con enigmática contundencia:
-Nadie puede arrebatarme algo que está en mis manos.
Bruno levantó su pulgar en señal de aprobación:
-Eso es tener agallas de verdad.
Los tres se sentaron a descansar mientras bebían agua mineral. Bruno, con tono travieso, comentó:
-El otro día vi a Amelia con Esteban en Sabor y Noche y te avisé pensando que aprovecharías para divorciarte. Jamás imaginé que eso te motivaría más.
Se reclinó despreocupadamente sobre el hombro de Rafael:
-Siempre decís que Amelia no te interesa, entonces ¿por qué te esforzás tanto?
Rafael mantuvo su silencio impenetrable.
Bruno giró la cabeza hacia Alejandro:
-¿No estás de acuerdo conmigo, Alejandro?
Alejandro levantó la mano en señal de rendición:
-No me incluyas en esta discusión. Ese tipo de preguntas solo vos te animás a hacerlas.
Bruno cambió inmediatamente su objetivo:
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02:40
-¿Qué insinuás con eso? ¿A quién estás tratando de insultar…?
Rafael, hastiado del incesante parloteo, se incorporó y se apartó para llamar a Amelia.
Amelia terminaba de secarse las manos y estaba por salir del baño cuando distinguió en el espejo a Iris Monroy, una antigua compañera de la universidad en la carrera de dirección.
Resultaba curioso. Amelia no recordaba haber ofendido a Iris jamás, pero por alguna inexplicable razón, esta siempre había manifestado una evidente antipatía hacia ella.
Como era previsible, Iris no pudo contenerse al verla:
-¿No es acaso la señorita Córdoba? ¿No habías conseguido ya la inversión de LatinoVisión Inversiones gracias a tu marido? ¿Por qué te rebajás a venir a Cine Naranja buscando financiación?
¿En qué momento había Amelia obtenido inversión de LatinoVisión Inversiones gracias a Rafael?
Amelia alzó la mirada con desdén:
-¿Tan mal te están yendo las cosas? ¿Ahora ni siquiera conseguís información fidedigna?
Iris soltó una risita despectiva:
-Lucio me confirmó que iba a transferir la inversión de mi película a la tuya, ¿eso no cuenta?
El celular interrumpió la conversación con su melodía insistente. Era Lucio. Iris atendió de inmediato:
-Señor Guzmán.
-Directora Monroy, la señora Peretti ya aseguró inversión para su largometraje. ¿Cuándo podríamos reunirnos para hablar del suyo?
Iris respondió, visiblemente desconcertada:
–
. Comprendo.
Amelia sonrió con elegante satisfacción:
-¿Sentís el golpe?
Iris quedó momentáneamente sin palabras.
Amelia, sin el menor interés en prolongar aquella conversación estéril, abandonó el lugar.
Iris vaciló brevemente antes de seguirla:
-Bien, reconozco que esta vez me equivoqué.
Amelia emitió un “je” cargado de indiferencia.
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Iris contuvo su creciente irritación.
Al traspasar la puerta principal, el teléfono de Amelia comenzó a sonar.
Era Rafael.
Dado que Rafael casi nunca la llamaba, Amelia respondió inmediatamente.
Con voz sosegada, Rafael preguntó:
-¿Ya terminaste? Paso a buscarte.
Iris observó fascinada cómo, en cuestión de segundos, la expresión glacial de Amelia se transformaba en una sonrisa dócil, semejante a la de un pequeño conejo indefenso.
-Acabo de finalizar. No te preocupes si estás ocupado, puedo tomar un taxi para regresar.
Iris no alcanzó a escuchar la respuesta de Rafael, pero Amelia contestó con una voz melosa y delicada:
-Perfecto, te espero entonces.
Iris apenas podía dar crédito a lo que presenciaba.
Amelia parecía haberse convertido en otra persona completamente distinta.
Durante la universidad, siempre había sido dominante, altiva e imperativa, como si el mundo entero debiera acatar sus órdenes. ¿Y ahora mostraba semejante transformación?
Ambas permanecían en el escalón de entrada, aguardando sus respectivos vehículos, sin intercambiar palabra alguna.
Transcurrido un tiempo, Iris no resistió la tentación de lanzar una provocación:
-Parece que los comentarios en las redes no estaban tan errados, no debe ser sencillo ser la esposa de un millonario, ¿no es así?
-No lo entendés -Amelia le dedicó una mirada enigmática-. Me resulta imposible no mostrarme dócil frente a mi marido, debe ser el efecto mágico del amor, ¿verdad?
“Realmente, después de tantos años sin vernos, su capacidad para servir veneno también se ha perfeccionado.”
Amelia le sonrió con indisimulada superioridad y, al girar el rostro, descubrió a Rafael.
Ignoraba desde cuándo había llegado, pero allí estaba, con la ventanilla del automóvil descendida, observándola con expresión indescifrable. No tenía certeza de si había escuchado sus últimas palabras.
Amelia apretó su cartera con fuerza y, con un ligero nerviosismo, subió al vehículo.
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La Directora de mi Histora 19
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Posted by ? Views, Released on March 15, 2025
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