Capítulo 16
Rafael había pedido un gesto de sinceridad, lo que implicaba dejar encendida la lámpara de la mesita de noche. Amelia había prometido hacer las paces, aunque solo accedió de mala gana. La tenue iluminación y la oscuridad nocturna atenuaban su incomodidad, haciendo la situación más tolerable. Su vida conyugal no era precisamente activa y anteriormente, cuando ocurría, siempre le solicitaba darse la vuelta para evitar su mirada.
Esa noche, sin embargo, Rafael mostraba un comportamiento distinto. Quizás deseaba contemplar su rostro bajo la suave luz ámbar o simplemente intentaba introducir variantes en
su rutina.
Rafael entrelazó sus dedos entre los sedosos mechones del cabello de Amelia y murmuró
cerca de su oído:
-¿Así que no nos conocemos bien? ¿Y cómo sería conocernos bien según vos?
El rostro de Amelia se encendió en un intenso rubor. Aunque deseaba aclarar que no se refería a eso con “conocerse bien”, solo desvió la mirada, incapaz de sostener el contacto visual
directo.
En determinado momento, sintió una punzada de dolor y, aunque frunció el ceño visiblemente, lo soportó como siempre lo hacía.
Rafael percibió su expresión y se detuvo.
-¿Te duele?
Amelia vaciló brevemente entre mentir o reconocerlo, finalmente asintió con un leve
movimiento.
-Un poco.
De pronto, Rafael conectó esto con algo que ella había mencionado durante el sueño y comprendió la situación.
-¿Te duele y no decís nada? -preguntó con tono más severo.
Amelia apoyó su mano sobre el hombro masculino, invadida por una súbita aflicción que humedeció ligeramente sus ojos.
“¿Tengo derecho a quejarme? Él le proporcionó tantos recursos a la familia Córdoba y a mí tanto dinero… lo único que puedo ofrecerle es esto.”
Rafael permaneció en silencio unos instantes, secó delicadamente la lágrima del borde de su ojo con el pulgar, y habló con serenidad.
-Aunque nuestro matrimonio sea por conveniencia, no voy a permitir que sufras así.
Se incorporó.
-Descansá un poco. Voy a fumar un cigarrillo.
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Capitulo 16
Amelia, exhausta por los eventos recientes, concilió el sueño rápidamente. A la mañana siguiente, despertó pasadas las diez.
Rafael, quizás por su constante ritmo de trabajo, raramente se permitía dormir hasta tarde, pero aún no había despertado.
Con movimientos sigilosos, Amelia tomó su celular y abrió WhatsApp. Tenía un mensaje de
Maite.
[Según ese blog de chismes alguien pagó específicamente por publicar esa información, pero alega no poder revelar la identidad de quien lo financió por “ética profesional”. ¿Podés creerlo?] Amelia arrugó el entrecejo, navegó hacia Twitter y buscó la cuenta que había filtrado el video de su encuentro con Esteban, reproduciéndolo nuevamente.
Anteriormente, la ansiedad le había impedido analizar con claridad, permitiéndole solo intuir que algo no encajaba. Ahora, observando detenidamente, notó que la perspectiva de grabación era excesivamente elevada, imposible para un paparazzi. Era, sin duda, el ángulo de una cámara de seguridad ubicada en el pasillo de Sabor y Noche.
Esto revelaba que la filtración provenía desde el interior del establecimiento.
La identidad del responsable resultaba evidente.
Su dedo tembló ligeramente mientras la desilusión la invadía profundamente.
Jamás habría imaginado que quien la traicionaría sería el propio Esteban.
El video seguía reproduciéndose en bucle automático, y al contemplar la figura masculina en la grabación, le parecía absolutamente irreconocible.
-¿Tan atractivo te parece tu ex? -interrumpió una voz glacial.
Amelia casi deja caer el dispositivo.
-¿Estás despierto? -giró sorprendida.
Rafael no respondió, su expresión permanecía impenetrable.
-No es eso -aclaró ella cerrando la aplicación-. Sospecho que Esteban filtró el video, estaba investigándolo.
Rafael pareció serenarse.
-No tardaste tanto en darte cuenta.
-¿Ya lo sabías? -preguntó ella.
-Sí-respondió simplemente.
No resultaba sorprendente que hubiera afirmado no haberse sorprendido; incluso conocía el
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dato exacto de que ella había permanecido en la sala privada solo doce minutos.
Lo observó intensamente.
-¿Suponés que mandé a alguien a vigilarte? -preguntó él, interpretando su mirada.
-No creo que seas tan inmaduro -descartó ella rápidamente-. ¿Cómo te enteraste?
Antes que Rafael pudiera explicarse, su teléfono sonó.
Se encontraba en medio de dos días de descanso, por lo que Leonardo no lo interrumpiría salvc por un asunto verdaderamente importante.
Al atender, escuchó la voz urgente de su asistente.
-Señor Peretti, Esteban acaba de responder.
Dada la proximidad, Amelia captó perfectamente la conversación y abrió Twitter para examinar las tendencias, donde destacaba un mensaje anclado.
En el video, un periodista interrogaba:
-¿Qué opina el señor Cárdenas sobre la declaración del señor Peretti?
Esteban descendía de un Bugatti, esbozando una sonrisa sutil mientras respondía con tono cordial y refinado.
-El señor Peretti me ha invitado amablemente, así que naturalmente aceptaré su convocatoria. En la escena, lucía ostensiblemente un llamativo collar dorado alrededor del cuello.
Era el collar de pareja que había compartido con Amelia tiempo atrás.
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La Directora de mi Histora 16
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Posted by ? Views, Released on March 15, 2025
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La Directora de mi Histora
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