Capítulo 375
Al darse cuenta de que Máximo probablemente había escuchado toda la conversación, el orgullo que Petrona sentía momentos antes se desvaneció sin dejar rastro, se sintió completamente perdida y confundida. Pero, al final, logró calmar el tumulto en su corazón, con un rostro imperturbable, una voz dulce y cuidadosa, los saludó, “Hermano, llegaste.”
Mientras hablaba, Petrona observó cautelosamente el semblante de Máximo con el rabillo del ojo. Él siempre había sido alguien cuyos sentimientos rara vez se reflejaban en su rostro. En ese momento, su expresión era tan neutra como siempre, pero sus ojos eran fríos y sombríos, como el mar en calma que esconde corrientes turbulentas debajo; fue ese pequeño detalle el que le permitió a Petrona casi estar segura de que Máximo había escuchado su conversación con Fermín, y probablemente había escuchado mucho.
Esa conclusión le hizo sentir como si una mano invisible le apretara el cuello, impidiéndole respirar. Aterrorizada, aún intentaba mantener la calma, pensando rápidamente cómo manejar esa situación inesperada y salir indemne. El problema era que Máximo había sido frío con ella últimamente y, a diferencia de Roque, no era tan fácil de manipular, dado que su pensamiento
era mucho más claro.
Máximo ya estaba frente a Petrona. “Siempre pensé que eras consciente de tus errores y querías enmendarlos. No me imaginé que no tuvieras arrepentimiento alguno, planeando apoderarte de las acciones del Grupo Rubín! Petrona, ¡me has decepcionado tanto!”
Máximo la miró con una profunda decepción, había creído que Petrona, al intentar enmendar sus errores, reconocía sus faltas. Si no la hubiera descubierto, seguiría sin saber que, a pesar de todo, seguía sin reconocer sus errores, continuando con sus esquemas y conspiraciones contra su propia familia, junto con Fermín.
Con las manos temblorosas y jugueteando con el borde de su ropa, Petrona mordió su labio y sus ojos se llenaron de lágrimas. “Hermano, no tenía opción. Fermín me forzó a hacerlo.”
“¿Ah, sí? ¿Fermín te forzó? ¿Y eso qué? Creciste bajo la protección de la familia Soler, te cuidamos desde que eras pequeña. ¿Y ahora nos traicionas por tu propio beneficio?
¿Acaso crees que esto compensa todo el amor y la crianza que hemos invertido en ti desde que eras una niña? ¿Es así cómo nos pagas? ¡¿No te remuerde la conciencia?!”
Las palabras de Máximo eran un frío interrogatorio.
Había descubierto que Petrona, incluso siendo confrontada directamente, carecía de cualquier remordimiento y aún intentaba justificarse, evidenciando una total falta de conciencia.
Petrona, con los labios sellados, quedó sin palabras, con una expresión de aflicción y su cuerpo temblando de impotencia. En secreto, apretó sus manos, clavó sus dedos en su propia carne. Anteriormente, siempre que mostraba un poco de debilidad, lograba deshacerse de sus faltas completamente, una estrategia que nunca fallaba con los miembros de la familia Soler, pero nunca imaginó que Máximo no se dejaría influenciar, rechazando escuchar cualquier explicación.
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Los ojos penetrantes de Máximo examinaban el rostro de Petrona, quien con su apariencia de víctima, no mostraba signo alguno de arrepentimiento, claramente aún intentaba engañarlo con sus pretensiones. Además, Máximo notó el gesto de sus manos apretadas, como si aún albergara resentimiento y rencor hacia él, su propio hermano.
Él sintió un escalofrío, entonces, se dio cuenta: Petrona no cambiaría, esos pequeños gestos revelaban que nunca había considerado que dañar a su familia estuviera mal, incluso creía que tenía todo el derecho de hacerlo. Parecía que, al avivar las llamas, realmente deseaba ver a su familia desmoronarse. No solo albergaba malicia hacia Jordana, sino también hacia ellos.
Al llegar a esa conclusión, Máximo sintió otro escalofrío recorrer su espalda, entendió que, no había caso en intentar cambiar a alguien que no deseaba hacerlo.
Inspiró profundamente y echó un vistazo a la mujer que estaba a su lado y sin decir mucho, se dirigió con pasos firmes hacia la sala de hospital.
Como el hermano mayor, no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo Petrona perjudicaba a la familia, ni podía permitir que la casa se desmoronara por su culpa. ¡Tenía que contarle todo a Verónica y a Roque, revelar las verdaderas intenciones detrás del regreso de Petrona y dejar que todos vieran su verdadera cara!
Detrás de él, Petrona, pálida como un fantasma, se dio cuenta de lo que Máximo estaba a punto de hacer y lo siguió de cerca, intentando alcanzarlo.
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