Capítulo 364
Lorenzo no pudo resistirse e inclinándose, la besó profundamente sin contención.
Jordana se sintió débil, recibiendo pasivamente ese beso apasionado y prolongado, sus labios y dientes entrelazados, sus respiraciones entrecruzadas, en un abrazo lleno de ternura y emoción. Estando tan cerca, en esa corta distancia, pudo ver claramente en los oscuros ojos de Lorenzo una marea de emociones, como un fuego ardiente que la consumía por completo.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que él no era el caballero que permanecía impasible ante la tentación, que él también podría “aprovecharse de la situación“, justo como en ese instante.
No sabría decir cuánto tiempo pasó, pero el beso finalmente terminó. Lorenzo la llevó a la cama, la cubrió con las sábanas, pasó su brazo por su cintura y la rodeó completamente con sus brazos.
El efecto del vino no se había despejado, Jordana se sentía todavía débil y sin fuerzas, sin otra opción más que yacer con tranquilidad en los brazos de Lorenzo. Dicen que el alcohol te lleva a la locura o al sueño, pero en ese momento ella no se sentía ni loca ni somnolienta; por alguna razón su mente estaba especialmente clara.
Cuando él la llevó a la cama y apagó la vela roja que ardía sobre la mesa, la oscuridad llenó la habitación nupcial, tan espesa que ni siquiera podía ver su mano frente a su cara. En la oscuridad, su rostro descansaba contra el pecho fuerte y robusto de Lorenzo, sintiendo el calor que emanaba de su piel y escuchando los latidos de su corazón tan cerca, lo que hizo que su propio corazón latiera con fuerza y se llenara de emoción. Eso resultó en que, aunque tenía los ojos cerrados, no podía dormirse.
Después de abrazarla un rato, Lorenzo sintió que su respiración se volvía más regular y se levantó con cuidado de la cama. Pero antes de que pudiera alejarse mucho, escuchó la suave voz de Jordana, “¿A dónde vas?”
Lorenzo guardó silencio por un momento antes de responder, “A darme una ducha fría.”
Aunque no podía ver su expresión en la oscuridad, su voz grave y ronca revelaba su deseo difícil de contener. Era su noche de bodas, y si Lorenzo hubiera querido, podría haber insistido sin importar los deseos de ella, ya que no tenía forma de resistirse. Incluso podría haber culpado al alcohol, pero no lo hizo, ni la forzó.
Jordana recordó el día en que Lorenzo fue a la casa de la familia Rubín para pedir su mano, diciendo claramente que le daría respeto y comprensión, ahora veía que había cumplido su palabra, ya que a pesar de su intenso deseo, eligió respetar sus sentimientos.
En realidad, Jordana no estaba completamente en contra de la intimidad, pero sentía que su tiempo con Lorenzo había sido demasiado corto, aunque había afecto entre ellos, hablar de intimidad todavía le parecía algo abrupto. En su opinión, la intimidad debía ser el resultado natural del desarrollo de una relación profunda y afectuosa, no un requisito previo. ¡Primero viene el amor, luego la intimidad!
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Capitulo 364
Si la intimidad precediera a un amor profundo, entonces ese amor sería superficial. Quizás porque nunca había tenido una relación, en el fondo deseaba un proceso de enamoramiento normal con Lorenzo; de gustarse a amarse, luego a amarse profundamente.
Aproximadamente diez minutos después, Lorenzo regresó, se deslizó bajo las sábanas y solo después de calentarse un poco al otro lado de la cama, volvió a abrazarla.
Apoyando su cabeza contra su pelo y rozando su barbilla, preguntó con voz baja, “¿Todavía despierta?”
Jordana murmuró un, “Sí, no puedo dormir“.
La voz del hombre sonó grave, “¿Quieres que hablemos un rato?”
“Sí.”
Jordana pensó por un momento, pero su mente estaba en blanco. A pesar de haber aceptado, no sabía sobre qué hablar.
Fue él quien rompió el silencio con su voz suave y ronca, llevada por la brisa nocturna, “¿Quieres saber cómo llegué a quererte durante esos quince años?”
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