Capítulo 342
“Cuando llegué, reflexioné seriamente sobre lo que dijiste en aquel entonces, que ella desobedecía al no querer seguir las normas y dedicarse a la pintura. Ahora, gracias a ese talento, ha logrado captar la atención de muchos literatos y personalidades destacadas de ese mundo.
En realidad, no es que fuera desobediente, simplemente se mantuvo firme en lo que quería hacer.”
Aunque Verónica se dio cuenta un poco tarde, Petra tenía razón en lo que estaba diciendo.
Siempre pensó que Jordana era una joven rebelde y desobediente, indigna de ser considerada como su hija.
Pero, aparentemente, el único error de la joven había sido no escuchar su consejo de abandonar la pintura y todo el desorden que rodeaba ese mundo, sin cometer más faltas.
Aun así, ella seguía mostrándose terca. “¡Eso también es desobediencia!”
Aunque Petra tuviera razón, en el fondo, Verónica sentía que si cedía, sería como admitir que había estado ciega en el pasado.
Su orgullo no le permitiría hacer tal cosa.
Al ver que Verónica seguía obstinada, Petra quiso seguir persuadiéndola, pero dado el delicado estado de su salud y la presencia de médicos y enfermeros, así como de Roque y Petrona, al final, simplemente suspiró y no continuó hablando del tema.
Después, Petra conversó un poco más con Verónica, pero no se quedó por mucho tiempo.
Tras la partida de Petra, el silencio se apoderó de la habitación del hospital.
Roque y Petrona, cada uno perdido en sus pensamientos, permanecieron en silencio.
Verónica se sumergió en una profunda reflexión.
Sería mentira decir que las palabras de Petra no la habían tocado.
Por un momento, realmente consideró la situación de Jordana; después de todo, esta había ganado varios premios con su pintura, y la primera vez que recibió uno, lo llevó emocionada para mostrárselo.
Sin embargo, en aquel entonces, Verónica consideraba que la pintura era una disciplina en decadencia, sin ningún valor comercial y pensó que era inútil aprenderla.
Por eso, despreció los premios de su hija y, sin siquiera mirarlos, los tiró a la basura.
Luego, cuando el rendimiento académico de Jordana declinó, ella naturalmente lo atribuyó a su dedicación a la pintura, criticándola por desperdiciar su tiempo y ordenándole que dejara de estudiarla.
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Capítulo 342
Pero Jordana desafió la autoridad de su madre, eligiendo confrontarla.
A menudo no regresaba a Villa Mariposa y, cuando lo hacía, se quedaba solo un día antes de marcharse, sin prolongar su estancia.
Continuó estudiando pintura, incluso con el consentimiento de su abuelo.
Este hecho enfureció aún más a Verónica.
Por un momento, ella se sintió perdida.
¿Había estado equivocada durante todo este tiempo?
Sin embargo, esa duda solo duró un instante antes de ser descartada por Verónica.
Que Jordana hubiera logrado cierto éxito se debía simplemente a su buena suerte.
Si no hubiera tenido la suerte de ponerse en contacto con la familia Galván, no habría tenido tales oportunidades.
Esos literatos y personalidades tan importantes, probablemente solo querían tomarla como discípula por el prestigio de la familia Galván.
Verónica siempre había buscado lo mejor para su hija, queriendo que, al igual que Petrona, aumentara sus posibilidades en sus futuros matrimonios.
Y considerando el talento natural de Jordana, si hubiera sido un poco más obediente y no hubiera creado tantos problemas, quizás habría logrado mucho más de lo que tenía en este
momento.
Además, Jordana nunca valoró a su madre.
¿Qué más podía esperar de una hija que ni siquiera le informaba de su matrimonio, sino solo añadir preocupaciones y decepciones?
Verónica cerró los ojos, y una mirada llena de desprecio cruzó por su rostro.
La excelencia de Máximo y Roque entre sus contemporáneos y familiares era el verdadero orgullo de Verónica.
¿Qué importancia tenía el éxito de Jordana? No podía superar a los hijos que ella había criado, ni siquiera a Petrona.
En su corazón, Jordana ni siquiera podía compararse con Petrona.
Aunque esta había causado tantos problemas hacía poco, Verónica aún sentía simpatía por ella en su interior.
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