Capítulo 290
Petrona apenas logró mantener su enfado por un momento, antes de calmarse.
Ya más tranquila, se dio cuenta de que Fermín, en realidad, tenía malas intenciones. A pesar de ello, sabía que no podía rechazarlo.
Así que, con una voz dócil y suave, respondió: “Está bien.”
Fermín, con la mirada baja y pellizcando su barbilla, esbozó una sonrisa profunda y posesiva. “Mi pequeña joya, asegúrate de ponerte hermosa para cuando llegue el momento.”
La sonrisa del hombre frente a ella irradiaba un peligro mortal.
El rostro de Petrona permaneció impasible, pero por dentro sentía como si unas manos gigantescas la apretaran el corazón, dejándola suspendida en el aire, sin poder respirar.
Por un breve instante, Petrona se dio cuenta de que ver a Fermín como un trampolín había sido un error desde el principio.
Porque no era tan loca ni tan despiadada como él; no podía superarlo en ese juego.
Pero ya era demasiado tarde para retroceder.
Mientras tanto, en Villa Mariposa.
Verónica estaba sola en la sala, sentada con el ceño fruncido. Su rostro ya no mostraba el brillo y la vitalidad de antaño, y sus ojos reflejaban un vacío teñido de decadencia.
Nadie se acercó a consolarla.
Su hijo mayor, Máximo, había estado en su habitación todo el tiempo, sin siquiera molestarse en bajar para dirigirle unas palabras de consuelo.
Roque, por su parte, había salido de casa temprano hacia la oficina, ignorando por completo a su madre.
En cuanto a Ignacio, fue solo al pensar en él que Verónica recordó que parecía haber pasado mucho tiempo desde la última vez que regresó a la mansión.
Desde que se enteró de que ella había sido destituida como presidenta del Grupo Rubín, sus dos hijos se mostraron cada vez más fríos con ella. Ignacio, incluso, llegó al punto de no contestar sus llamadas.
Verónica sabía muy bien que los tres la culpaban a ella.
La culpaban por no haber gestionado bien el Grupo Rubín.
De repente, Verónica se sintió muy triste.
En tan solo un día, había pasado de ser el ejemplo perfecto de una mujer exitosa, a ver cómo su
1/3
18:00
Capitulo 290
vida se desmoronaba por completo. Su carrera estaba en ruinas y al mismo tiempo estaba siendo vilipendiada en internet.
Su hija estaba desaparecida, sus hijos ausentes, su hogar se sentía vacío y deshecho.
Todo aquello de lo que solía sentirse orgullosa parecía haberse derrumbado de la noche a la mañana.
Fue entonces cuando empezó a sonar el teléfono. Era su amiga Juana quien la estaba llamando.
Verónica dudó por un instante antes de responder, pero finalmente contestó.
Antes de que Verónica pudiera decir algo, Juana, exaltada, comenzó a hablar: “Sra. Soler, acabo de ver a su hija Petrona en nuestro vecindario. Creo que entró en la mansión de la familia Murillo.”
Verónica no se lo podía creer. “¿Estás segura de que no te has equivocado?”
Juana respondió con una seguridad que no dejaba lugar a dudas: “Estoy segura de que no me equivoqué. Incluso fui a preguntarle al mayordomo de la familia Murillo, y me dijo que Petrona se había casado con Fermín y ahora vive en la mansión Residencial La Serenidad.”
En ese momento, Verónica recordó que había dejado el libro de familia de forma descuidada en un cajón de la mesa de café.
Con el corazón latiendo a toda prisa, avanzó con pasos rápidos y tropezando hasta la mesa de café. Al llegar, Verónica, temblando, abrió el cajón.
El cajón estaba vacío, sin rastro del libro de familia…
Verónica sintió como si se estaba cayendo en un abismo helado y, en ese momento, un frío maligno se apoderó de ella.
A pesar de la ira que emanaba de su interior, respiró profundamente, conteniendo su ira mientras terminaba la conversación con Juana con unas pocas palabras.
Se inventó una excusa para colgar el teléfono.
Tan pronto como cortó la llamada, un rito lleno de rabia explotó en su interior. Verónica, con un movimiento brusco, tomó una botella de Lafite del ’82 y la lanzó contra el suelo desde el aparador. Se rompió en varios pedazos, derramando el vino tinto sobre la alfombra y tiñéndola de rojo.
Aún insatisfecha, tiró un juego de copas de la mesa al suelo.
Había pensado que Petrona había huido de la mansión solo porque no quería casarse con Nicolás, pero nunca imaginó que ella se casaría con Fermín de una manera tan descarada.
La obra de la que ella se sentía orgullosa, casarse con el hijo de su enemigo, era como una bofetada directa a su cara.
Máximo estaba por salir cuando bajó las escaleras, justo a tiempo para ver a Verónica
2/3
Capitulo 290
destrozando varias cosas.
Al apartar su mirada con indiferencia, ni siquiera consideró consolar a Verónica.
Al pasar por donde se encontraba Verónica, ella le hizo una pregunta de forma inesperada: “Máximo, ¿a dónde vas?”
Máximo, sin darse la vuelta, respondió: “Voy a ver à Jordana. Hoy es su cumpleaños.”