Capítulo 289
La mujer se marchó sin decir mucho más, con un porte altivo, como si fuera la ganadora de la contienda.
Petrona cambió de expresión continuamente, hasta que finalmente bajó la cabeza y apretó sus manos a los lados en puños.
Después de unos momentos, cuando soltó la mano, su expresión había vuelto a la normalidad.
Al entrar a la habitación, Petrona todavía mantenía su dulce sonrisa.
Se sentó junto a Fermín y, tomando su brazo, le rogó con voz tierna: “Amor, ¿cuándo me llevarás a casa para celebrar nuestra boda?”
Petrona siempre había pensado que el coqueteo y la dulzura femenina eran armas infalibles con cualquier hombre.
En la familia Soler, había usado estas tácticas para hacer que los hermanos Máximo y Roque giraran alrededor de ella.
Estos trucos también habían sido efectivos con Fermín en el pasado.
Este, sosteniendo un cigarrillo entre los dedos pero sin fumarlo, solo dejándolo arder, esbozó
una sonrisa de diversión en sus labios.
De hecho, el motivo por el cual había permitido que Petrona viniera a Residencial La Serenidad
no era para reconocer su estatus como Sra. Murillo.
Era más bien para mantenerla bajo su vigilancia, asegurándose de que Petrona estuviera siempre bajo su control y no arruinara sus planes.
Aparte de eso, solo buscaba desahogarse.
Y Petrona, ingenuamente, creía que por haber obtenido un certificado ya podía considerarse verdaderamente como Sra. Murillo.
Fermín bajó la mirada y dijo con un tono irónico y frío: “¿Llevarte a casa y celebrar nuestra boda? Petrona, estás soñando. Mira lo que tienes, ni talento ni belleza posees, ¿qué te hace pensar que puedes ser Sra. Murillo?”
“Cariño, hay que ser realistas, no porque te llame ‘mi amor‘ vas a creer que realmente lo eres. Para mí, no eres más que un juguete y ni siquiera eres uno bueno.”
Después de esas palabras, Fermín sacudió la ceniza del cigarrillo en el cenicero y añadió distraídamente. “El cierto es que alguna vez pensé en sugerirte que aprendieras algo de tu hermana. Al menos ella tiene algo de talento y belleza, mientras que tú, después de tantos años, no tienes nada.
Aparte de saber cómo ganarte a la gente y usar tácticas de poca monta, solo te queda un orgullo y una dignidad inútiles y patéticos.”
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Capitulo 289
Después de diez años de relación con Petrona, Fermín la conocía mejor que nadie, sabía exactamente cuáles eran sus debilidades y puntos sensibles.
Y al mismo tiempo, era quien más la despreciaba, al verla como una pobre diabla que se pasaba la vida tratando de agradar y ascender.
Las palabras de Fermín fueron despectivas y llenas de sarcasmo, sin dejar espacio para la compasión.
Petrona cambió de expresión facial.
Siempre había creído que Fermín había aceptado casarse con ella, no solo por sus amenazas, sino porque también le tenía algo de cariño.
Después de todo, habían pasado diez años juntos.
Diez años con una mascota creaban un lazo, mucho más con una persona.
Fue entonces cuando finalmente se dio cuenta de que este hombre no sentía nada por ella.
Quizás el coqueteo nunca había funcionado realmente con Fermín.
Solo había sido efectivo porque ella tenía algo que ofrecerle, por eso sus gestos de ternura y sus coqueteos parecían tener efecto en él.
Al llegar a esta conclusión, la respiración de Petrona se detuvo involuntariamente, afortunadamente, sus largas pestañas ocultaban las emociones en sus ojos.
Tras la revelación, vino el sentimiento de derrota y humillación.
La derrota estaba en haber gastado diez años de su juventud sin haber logrado conquistar el
corazón de Fermín.
El ser constantemente manipulada por Fermín, mientras ella aún albergaba esperanzas, era una gran humillación.
Mordiéndose el labio y clavando las uñas en su piel, Petrona se llenó de ira, pero no pudo expresarla.
Aunque no necesitaba depender de Fermín y podía vivir mejor que la mayoría con el 5% de las acciones del Grupo Rubín que poseía, no podía soportar estar por debajo de Jordana y llevar una vida mediocre.
¡Ella debía convertirse en la Señora Murillo de la familia!
Observando los hombros de Petrona temblar ligeramente, Fermín esbozó una ligera sonrisa como si algún tipo de perversa diversión se hubiera satisfecho.
“Por cierto, cariño, esta noche hay una cena y necesito que me acompañes,” dijo.
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Capítulo 290