Capítulo 283
En el silencio de la noche, la montaña estaba vacía y sin sonido.
La temperatura era tan baja que ya se había formado una capa delgada de hielo sobre la superficie del lago, y las luces junto al lago se reflejaban en el agua, dispersando suaves reflejos por doquier.
Caminaban juntos alrededor del lago, con los dedos entrelazados firmemente.
Al llegar al otro lado del lago, en un lugar donde las sombras de los árboles se entremezclaban, había una cabaña construida justo frente al lago.
La puerta de la cabaña estaba bastante abierta, el suelo de madera estaba impecable, en un estante había una orquidea delgada y elegante, en el escritorio central había un papel en blanco presionado por una piedra de jade, y al lado, tinta, pinceles y papel para caligrafia.
La cabaña estaba perfectamente ubicada, resguardada del viento, ofreciendo una vista completa del lago y las montañas sin siquiera tener que salir.
En una esquina de la habitación había una estufa calentando carbón, justo lo necesario para ahuyentar el frío intenso.
Con este clima gélido, al aire libre realmente hacía frio. Jordana levantó la mirada hacia la figura esbelta a su lado y dijo: “Lorenzo, ¿por qué no esperamos aquí?”
Caminar juntos compartiendo la misma bufanda no era un problema, pero en el interior, resultaba incómodo moverse.
Lorenzo se quitó la bufanda que llevaba alrededor del cuello y se la puso a ella, respondiendo con una voz suave y cálida, “Claro, como prefieras.”
Jordana echó un vistazo al reloj de su teléfono, ya era casi medianoche y la nieve que tanto habían estado esperando aún no había llegado.
Justo debajo del alero había una tumbona, así que Jordana decidió acostarse perezosamente
en ella
Ya había anochecido demasiado, las montañas estaban envueltas en nubes y niebla, y el cielo gris cubría todo como el telón de fondo de una obra de teatro luego de su final, sin una estrella o luna a la vista.
Acostada, Jordana comenzó a luchar contra el sueño.
No se había sentido cansada mientras caminaban, pero ahora que se había tumbado, el sueño la asaltó de todos los rincones, declarando audazmente su presencia.
Justo cuando sus párpados empezaban a cerrarse, sintió algo frío caer en la punta de su nariz, y antes de darse cuenta, se había derretido en agua,
Jordana se despertó sobresaltada y, bajo la tenue luz amarillenta de la farola, pudo ver claramente cómo la nieve caía suavemente, llenando cada rincón.
1/2
17:59
Capítulo 283
La nieve caía en silencio, como si incluso el sonido del viento se hubiera perdido entre los copos de nieve.
Se levantó emocionada de la tumbona y corrió hacia afuera, deteniéndose repentinamente al recordar que Lorenzo aún estaba dentro de la cabaña.
Mirando hacia atrás, entre la nieve esparcida por el aire, al final de la vista, las luces brillaban intensamente.
Bajo la luz, el hombre vestido de negro estaba detrás del escritorio, su mano definida sosteniendo un pincel, con un gesto de concentración en su rostro, como un inmortal exiliado.
Jordana corrió hacia dentro para encontrar a Lorenzo escribiendo con el pincel, la luz suave llenando sus ojos, con una mirada seria y enfocada.
Justo cuando estaba por poner la última pincelada en el papel. “Juntos de la mano, envejecer juntos” se desplegaba en elegantes caracteres, la tinta negra difundiéndose sobre el papel blanco, claro y nítido.
Por costumbre profesional, Jordana primero notó la caligrafía, sin poder evitar admirar la hermosa letra de Lorenzo, preguntándose qué bendiciones había recibido del cielo.
Después de admirarlo durante un rato, se dio cuenta, con un ligero sentimiento agridulce en sus
ojos.
Lorenzo colocó el pincel a un lado y al ver a Jordana correr hacia él con una sonrisa radiante, sus ojos, normalmente fríos e indiferentes, se iluminaron por la emoción. “Jordana, ¿qué pasa?”
Jordana, volviendo en sí, respondió a su pregunta con otra, “¿Estas palabras son para mí?”
La mirada de Lorenzo se suavizó aún más. “Al verte, pensé en esta frase y simplemente la escribí. Si te gusta, es para ti.”
“Claro.”
Jordana asintió con la cabeza, sonriendo alegremente, y luego respondió a la pregunta previa de Lorenzo: “¡Lorenzo, está nevando!”
La nieve que habían esperado toda la noche finalmente comenzó a caer, y en menos de cinco minutos desde que salieron de la cabaña, la nieve ya cubría el suelo bajo las farolas, transformándose en grandes copos de nieve que cubrían todo a su paso.
17:59
