Capítulo 262
El Grupo Murillo siempre había tenido varios ejecutivos de alto rango que no veían con buenos ojos la condición de hijo ilegítimo de Adrián. Este movimiento de Petrona podría incluso poner en riesgo la posición de Adrián como el heredero del Grupo Murillo.
Sin embargo, en su opinión, Petrona, respaldada por la familia Soler y siempre tratada con favoritismo, no llegaría al extremo de presionarlo hasta la muerte.
De repente, Fermín esbozó una profunda sonrisa. “Cariño, ¿qué tonterías estás diciendo? Tu futuro es brillante, hay tantas cosas hermosas que aún no las has disfrutado, ¿realmente estás dispuesta a morir?”
Petrona respondió con tono indiferente, “Mi madre quiere que me case con Nicolás de FE, ¿crees que estoy dispuesta a morir?”
Esa noche, Verónica le habló sobre el compromiso con Nicolás, en un tono que no admitía réplica.
En ese momento no dijo nada, pero eso no significaba que estuviera dispuesta a casarse con
un hombre tan viejo y feo.
Fermín conocía a Nicolás de FE.
FE se dedicaba al sector inmobiliario, y Nicolás era una figura prominente en ese campo.
Petrona cumplía veintiún años este año, Nicolás, en cambio, estaba cerca de los cincuenta; era un viudo, con un hijo y una hija en casa.
Aunque Petrona ya no era precisamente una jovencita, en esta época, las relaciones entre hombres y mujeres eran bastante abiertas.
Aunque Petrona no podía entrar en los círculos más exclusivos de Aguamar, casarse con un miembro de una familia de clase media sería más que suficiente.
Pero Verónica decidió prometerla a Nicolás, ¿acaso eso no era como vender a su hija?
No era de extrañar que Petrona estuviera desesperada.
Fermín permaneció en silencio por un momento, luego sonrió mientras decía: “Cariño, tu madre te quiere mucho, ¿cómo podría ser tan cruel contigo hasta empujarte a un callejón sin salida?”
El rostro de Petrona cambió ligeramente, y después de un momento, volvió a la normalidad. Respondió con calma: “Fermín, no te hagas el gato llorón aquí, ¿no fuiste tú el primero que me empujó a un callejón sin salida?”
Después de todo, la mujer no era tan tonta como pensaba.
Fermín levantó ligeramente la comisura de su ojo y se dirigió al balcón, sujetando el teléfono con el hombro.
Con la mano libre, sacó un cigarrillo del paquete en su bolsillo y lo encendió.
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Capitulo 262
Mientras el humo se dispersaba, volvió a agarrar el teléfono con firmeza, destacándose las venas en su mano por la fuerza.
Fermín habló con una voz suave: “Mi pequeña joya, dime cuánto dinero quieres. Sé directa.”
Petrona soltó una risa suave y le dijo: “Fermín, ambos somos personas inteligentes, todo está claro, no me falta dinero. Solo quiero que te responsabilices de mí, que me lleves al altar.”
Fermín se lamió los labios, sus ojos estrechos ligeramente entrecerrados, habló con una gélida voz. “Debes saber que tengo un compromiso matrimonial con la hija de la familia Galán, ¿estás segura de querer ser la tercera en discordia de la que todos hablan?”
Hablar de que ya tenían el certificado de matrimonio fue simplemente una manera de humillar a Petrona esa noche, pero su compromiso con la hija de la familia Galán era un hecho.
Petrona agitó su copa de vino tinto, con la voz sonando un tanto dulce e inocente. “Incluso un matrimonio puede disolverse, y un compromiso matrimonial es solo cuestión de decir que se ha terminado. Además, ¿qué importancia tiene ser la amante? Al final, solo el vencedor se
lleva la corona.”
La madre de Fermín también había llegado a su posición como la “otra mujer”
Hoy en día, ¿no estaba bien, incluso ayudando a su hijo Fermín a asegurar la posición de heredero del Grupo Murillo?
Al final, quienes triunfaban se ganaban el reconocimiento y nadie tenía derecho a criticarlos.
Solo los perdedores eran estigmatizados como la tercera parte indeseable, despreciados por
todos.
Fermín fumaba en silencio, su mirada oscura e indecisa, sin decir una palabra durante mucho
tiempo.
Petrona tampoco dijo nada, era inteligente y sabía cuándo detenerse.
Dejó suficiente tiempo y espacio para que Fermín evaluara los pros y contras, en lugar de empujarlo a un extremo, forzándolo a actuar de forma desesperada y a destruirse
mutuamente.
Estaba segura de que, después de sopesarlo, él decidiría casarse con ella, ya que nadie deseaba más que él asegurar su posición como el heredero del Grupo Murillo.
La momento para reflexionar que se tomó Fermín fue más larga de lo esperado, haciendo que
la confianza inicial de Petrona se transformara en una incertidumbre creciente.
Para ser sincera, ella tampoco conocía bastante bien el temperamento de Fermín.
Solamente estaba apostando con lo último que le quedaba.
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