Capítulo 258
Fue una suave llamada la que le sacó del atolladero.
“Jordana.”
Jordana volvió en sí, y Sebastián, sin saber desde cuándo, ya estaba frente a ella, sosteniendo
un ramo de flores en sus manos.
Era un ramo de rosas de un blanco rosado, tantas que era difícil contarlas. Bajo la tenue luz, las flores lucían especialmente frescas y radiantes.
Jordana se quedó atónita por un momento, sin entender del todo lo que estaba pasando.
Era bastante llamativo que alguien regalara flores en una ocasión como esa, sobre todo si esa persona acababa de subir al escenario como lo había hecho Sebastián.
Alrededor de ambos, mucha gente se había acercado, como si fueran parte de un espectáculo.
Jordana se sintió algo perdida.
Los sonidos de ánimo, acompañados por el flash constante de las cámaras, no cesaban, y Sebastián estaba diciendo bastante, pero ella no lograba entender ni una sola palabra, solo veía sus labios moverse.
Su atención estaba completamente fija detrás de Sebastián. Entre la multitud, donde la alta y esbelta figura de Lorenzo comenzó a avanzar lentamente hacia ellos.
Al coger la botella de agua con calma y regresar a su lado, el corazón de Jordana de repente encontró paz.
Justo cuando Sebastián estaba terminando de hablar, dijo: “Jordana, ¿quieres ser mi novia?”
Esta miró instintivamente hacia Lorenzo, que estaba junto a ella.
Lorenzo no dijo nada, sus miradas se cruzaron, tranquilas, como si también estuviera esperando que ella le respondiera.
Jordana apartó la mirada, volvió a enfocarse en Sebastián y, con una expresión ligeramente apenada, dijo: “Lo siento, justo quería decirtelo… estoy casada, ya tengo esposo.”
Dicho esto, tomó la mano de Lorenzo, que estaba a su lado, presentándolo con calma y cortesía a Sebastián: “Este es mi esposo.”
Había bastantes personas alrededor, y Jordana de repente sintió como si estuviera haciendo un anuncio público, lo que hizo darse cuenta de la situación un poco tarde, sintiendo sus mejillas calentarse un poco.
Lorenzo, al lado, esbozó una leve sonrisa y añadió: “Se me olvidó mencionarlo antes, Jordana y yo estamos casados. Solo que no hemos tenido tiempo de enviar las invitaciones aún. Te enviaremos una en unos días,”
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“Vaya, ya veo.” Respondió Sebastián, sin sorprenderse demasiado. Seguía sonriendo, y los hoyuelos en sus mejillas se marcaban sutilmente. “Vaya, me has robado el amor, chico. Pero bueno, solo me queda felicitarlos.”
A pesar de la decepción en sus palabras, su sonrisa y tono de voz no mostraban ninguna perturbación.
Jordana sintió que algo no estaba bien, pero luego pensó que probablemente esto era lo que todos los líderes poseían:
La capacidad de mantener la calma ante cualquier adversidad.
No era casualidad que Sebastián, a su corta edad, ya ocupara el puesto de presidente; tenía que tener excelentes habilidades.
Al final, este incidente terminó con Sebastián retirándose tristemente en silencio, llevando consigo el ramo de flores que había traído.
Después de que Sebastián se fue, aún había muchas miradas curiosas sobre Jordana y
Lorenzo.
Ante estas miradas, algunas curiosas y otras inquisitivas, Jordana se sintió un poco incómoda,
como si fuera un mono en un circo.
Lorenzo, notando esta situación, rápidamente agarró su mano y se marcharon antes de lo
previsto.
Ambos permanecieron en silencio durante el trayecto, hasta que subieron al auto.
Jordana se sentó en el asiento del copiloto, dejando el del conductor a Lorenzo.
En su mente, repasaba la situación, sintiendo que gran parte de lo ocurrido había sido culpa suya, ya estaba pensando en cómo disculparse.
Después de abrocharse el cinturón de seguridad, Jordana tomó la iniciativa. “La próxima vez te llamaré mi esposo cuando salgamos.”
“Estuve reflexionando, y creo que este incidente fue principalmente culpa mía. En público, no tomé tu mano ni mostré la típica cercanía de una pareja, lo que llevó a Sebastián a malinterpretar las cosas.”
Jordana siempre fue de las que admitían sus errores.
Antes, cuando Lorenzo le hablaba de estas cosas, ella no les prestaba mucha atención. Pero después de este incidente, finalmente lo entendió.
Aunque estas eran acciones inconscientes y no intencionadas, ya fuera intencional o no, todo esto era injusto para Lorenzo.
Tenía el título de esposo, pero no recibía el trato correspondiente.
“En realidad, yo también tengo algo de culpa en este asunto. La responsabilidad recae más en el hombre. La próxima vez que salgamos, si tú no tomas mi mano, yo tomaré la tuya, y también
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te llamaré mi esposa.”
Lorenzo conducía sin girar la cabeza, pero su voz sonaba cálida y complacida.
La luz era irregular, así que Jordana no podía notar la sonrisa en sus labios.
Para no distraer a Lorenzo mientras conducía, ella no dijo mucho.
Miró por la ventana del coche el paisaje exterior, sintiendo que tanto ella como Lorenzo eran bastante especiales.
Mientras que otros se apresuraban por echarse la culpa mutuamente, tanto ella como él estaban dispuestos a asumir la responsabilidad sobre sí mismos.
Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más sentía que todo lo que había sucedido esa noche había coincidido demasiado.