Capítulo 250
Siempre pensaba que los hombres guapos, especialmente los hijos de familias adineradas, eran como cáscaras doradas pero vacías por dentro. Sin embargo, Lorenzo nunca dio esa impresión. Era un hombre maduro, confiable y estable, una persona en la que se podía confiar
en todo momento.
Su sola presencia le transmitía una sensación de tranquilidad.
Jordana tenía el hábito de levantarse temprano. Se estiró ligeramente, preparándose para salir de la cama, justo cuando levantó la sábana, escuchó una voz sobre su cabeza.
“¿Ya despertaste?”
La voz era profunda, con un toque ronco de una persona que acaba de despertar, y era agradable de escuchar.
Jordana respondió con un leve “sí“, mientras levantaba la mirada para encontrarse con unos ojos profundos e insondables.
Le preguntó: “¿Por qué regresaste tan pronto? Dijiste que este viaje de trabajo duraría al menos unos tres a cinco días.”
Normalmente, cuando alguien decía que serían al menos tres a cinco días, en realidad podría terminar siendo más de cinco días.
Lorenzo, con la barbilla apoyada en los cabellos de la mujer, esbozó una ligera sonrisa. “Te extrañé, así que trabajé horas extras para terminar el proyecto y regresar antes. Además, hoy ya es el tercer día.”
Su tono, aunque calmado, era como una piedra lanzada al agua, creando ondas que se expandían en círculos.
El corazón de Jordana se conmovió, y le preguntó: “¿A qué hora llegaste anoche?”
La voz de Lorenzo seguía siendo profunda y serena. “Llegué al Aeropuerto de Aguamar a las once y para cuando llegué a casa, ya era de madrugada. Estabas dormida, así que no quise despertarte.”
Jordana recordaba vagamente haber escuchado el ruido de un coche. Cuando abrió los ojos, ya era muy tarde, pero no se había dado cuenta de que ya era de madrugada.
Pensó en cómo, a una hora en la que debería haber estado descansando, Lorenzo aún estaba en camino, cublerto de polvo y agotado por el viaje. Su tono de voz reflejaba en poco de preocupación: “¿Por qué no regresaste esta mañana en lugar de apresurarte a volver en plena nocho?”
La mirada de Lorenzo Irradiaba una calidez como la del sol cálido.
“Mo necesitabas, y sablondo que querías abrazarme, tenía que regresar lo antes posible. Si hubiera llegado tarde y perdido al momento on que querías abrazarme, habría sido demasiado
1/2
03:52
Capitulo 250
tarde para compensarlo. Aunque fue un poco apurado, regresé justo a tiempo, para que, cuando te despertaras, pudieras abrazarme.”
En ese momento, Jordana también confirmó que Lorenzo había regresado de Aquilinia en medio de la noche después de recibir esa llamada en la que le decía que quería abrazarlo.
Él era demasiado bueno con ella.
Conmovida, rodeó con sus brazos a Lorenzo por detrás, abrazándolo con fuerza. Apoyó su cabeza en el hueco de su cuello, y ambos se quedaron abrazados estrechamente durante un buen rato antes de soltarse.
Jordana decidió levantarse. “Tú quédate en la cama y duerme un poco más; yo me levantaré
ahora.”
De inmediato, el tono de voz de Lorenzo se volvió más sombrío. “Sin mi esposa a mi lado para abrazarla, no puedo dormir. Todavía es temprano, quédate conmigo un poco más.”
Jordana respondió suavemente: “Está bien.”
Al pensar en que Lorenzo había regresado a casa en medio de la noche solo por ella, no pudo
evitar ceder con ternura.
Rara vez él le pedía algo, y aun así, esto ni siquiera parecía una verdadera petición.
Lorenzo, con sus largos brazos y piernas, la envolvió una vez más, y tal vez debido al cansancio, pronto pudo escuchar su profunda y constante respiración.
Debido a su reloj biológico, Jordana ya no podía volver a dormirse después de despertar.
Apoyada en el pecho del hombre, escuchando su respiración pausada y firme. Miró su atractivo rostro sobre la almohada e inesperadamente se sintió muy segura.
Desde el amanecer gris hasta el primer rayo de luz y finalmente cuando los rayos del sol se colaron suavemente por la ventana, iluminando toda la habitación, Jordana cambió de posición al sentir que su brazo estaba empezando a entumecerse, pero permaneció acostada.
Quizás porque cambió de posición y ya no estaban tan juntos, Lorenzo extendió su mano por instinto para acercarla de nuevo a su pecho.
Este acto reflejo llenó su corazón de calidez, y en ese instante, incluso la frase “por siempre” cruzó por su mente.
Deseaba poder estar así con Lorenzo, en calma y seguridad, para siempre.
312