Capítulo 84
Simón la observaba con incredulidad, sus ojos recorriendo cada centímetro de su rostro. Buscaba algo, cualquier señal de que le afectaba, pero solo encontró una máscara de indiferencia perfectamente pulida. Era como si estuviera mirando a una extraña que
casualmente llevaba el rostro de su esposa.
“Antes, con solo verme cerca de Violeta se desmoronaba“, pensó, recordando las lágrimas que tantas veces había fingido no ver. “¿Cómo puede ser que ahora…?”
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz práctica y profesional de Luz.
-Vi en internet que te acusan de infidelidad matrimonial -su tono era el mismo que usaba para discutir el clima-. Debe ser cosa de tu familia política. Tienes que manejarlo ya, antes de que se salga de control. Si no lo haces, las pérdidas serán millonarias.
Un músculo se tensó en la mandíbula de Simón. La frialdad en su voz era como una bofetada.
“Me alegro de que esté con Violeta“, pensó Luz, haciendo cálculos mentales, “pero no quiero que esto afecte mi parte del acuerdo”.
La situación era delicada. Un empresario casado, en un hotel con otra mujer… si no se manejaba correctamente, la empresa perdería decenas de millones en cuestión de días.
“¡Decenas de millones!“, el pensamiento la hizo enderezarse. “La investigación es costosa, tengo que proteger lo que me corresponde“.
Luz se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, el gesto calculado y sereno.
-La mejor estrategia sería anunciar que ya estábamos divorciados cuando empezaste con Violeta. Así ella no queda como la otra y tú no apareces como el infiel.
Sus ojos, fríos como el hielo, se encontraron con los de él.
-Prepara todo. Yo cooperaré cuando lo necesites.
Simón la miraba fijamente, como si estuviera viendo un fantasma. Dio varios pasos hacia atrás, tambaleándose ligeramente. Sus ojos se inyectaron en sangre en cuestión de segundos. Luz frunció el ceño, irritada por su reacción melodramática. No entendía qué pretendía y, francamente, no le interesaba averiguarlo. Su única preocupación era asegurar su parte del acuerdo financiero.
-Este es el momento perfecto para el manejo de crisis. Deberías poner a tu equipo a trabajar ya mismo -hizo una pausa calculada-. Si quieres, puedo volver a la empresa y encargarme personalmente.
Conocía bien el orgullo de Simón, su aversión a humillarse o manejar las relaciones públicas. Siempre había sido ella quien se encargaba de esos asuntos. Desde que tomó el control de aquella empresa de medios, se había vuelto especialmente hábil en el manejo de crisis.
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Capitulo 84
El tiempo era crucial. Cada minuto que pasaba sin actuar significaba pérdidas potencialmente irreparables.
-Luz… -la voz de Simón se quebró antes de poder formar una frase completa.
La miraba con desesperación, sus ojos escudriñando cada micro expresión de su rostro, buscando aunque fuera un destello de dolor, de celos, de resentimiento. Pero no encontró nada. Solo una mujer de negocios preocupada por proteger sus activos.
La mujer frente a él no solo había dejado de amarlo… ¡le era completamente indiferente! Ent lugar de llorar o sufrir al ver las noticias de su marido con otra mujer, estaba calculando. pérdidas potenciales y planeando estrategias de relaciones públicas. Incluso estaba dispuesta a limpiar la imagen de la supuesta amante.
“¿Cómo es posible?“, la pregunta martilleaba en su mente. “¡Me amaba tanto! Estaba dispuesta a dar su vida por mí…”
De pronto, un recuerdo lo golpeó como un relámpago. Aquel día en el hospital, cuando Luz dijo que no lo recordaba, que no reconocía a su propio esposo. La forma en que lo había mirado entonces, como si fuera un perfecto extraño…
Una idea terrible comenzó a formarse en su mente.
“¿Y si…? ¿Y si realmente perdió la memoria? ¿Y si de verdad no recuerda a su marido, al amor
de su vida?”
Porque solo eso explicaría esos ojos vacíos de toda emoción cuando lo miraban. Esos ojos que antes rebosaban de amor y ahora solo mostraban… nada.