Capítulo 67
El rostro de Gabi se transformó al ver cómo mi expresión se ensombrecía. Se inclinó hacia mí por instinto, sus ojos escaneando la pantalla de mi celular. Sus nudillos se tornaron blancos mientras apretaba el volante.
-¡Pinche cínico! ¡No tiene madre!
Mantuve la mirada fija en el mensaje, un dolor sordo atravesándome el pecho. No por Simón, sino por aquella versión ingenua de mí misma que alguna vez lo amó con desesperación. “¿Cómo pude estar tan ciega?“, pensé mientras bloqueaba su número una vez más y apagaba el celular.
La vida tenía un sentido del humor retorcido. Justo cuando decidía ignorarlo por completo, Simón apareció con sus guardaespaldas, bloqueando nuestro paso como si fuera el dueño de la calle. Su ansiedad por mi silencio debió transformarse en esa arrogancia furiosa que tan bien conocía.
Su rostro mostraba esa distancia calculada con la que solía regañarme., pero al encontrarse con mi mirada indiferente, casi despectiva, vi cómo su máscara de superioridad se agrietaba.
Sus hombros se relajaron y su voz adoptó ese tono condescendiente que usaba cuando quería manipularme.
-Luz, esto es urgente. No es momento para berrinches, ¿me acompañas al hospital?
Una sonrisa irónica se dibujó en mis labios. Antes me habría arrastrado del brazo, ejerciendo su “autoridad de esposo“. Ahora intentaba ser gentil. “Qué conveniente“, pensé, “cómo cambian las cosas cuando ya no tiene poder sobre mí“.
Gabi se irguió en su asiento, sus ojos brillando con furia contenida.
-¡Ni creas que te vas a salir con la tuya, cabrón! Dices que te arrepientes, que quieres el perdón de Luz, ¿y al siguiente momento la lastimas por tu princesita? ¡No puede ser que exista alguien tan cínico y descarado como tú!
Sus manos temblaban mientras continuaba:
-¡Te juro que un día vas a pagar por ser tan miserable!
Simón frunció el ceño, observando a Gabi con ese desprecio apenas disimulado que siempre le tuvo. Desde el principio la consideró una mala influencia, culpándola de los problemas en nuestro matrimonio. Cuando dejamos de hablarnos, hasta me “felicitó” por alejarme de ella. Y ahora aquí estábamos, más unidas que nunca.
-Luz, no hagas caso a lo que dice tu amiga -su voz destilaba falsa preocupación-. Tú siempre has sido bondadosa, donas sangre cada año. Solo te pido que ayudes a Violeta, eso no puede considerarse un daño.
Su explicación fluyó con esa naturalidad practicada: Violeta se había caído en la montaña mientras limpiaba la tumba de su madre. Necesitaba una transfusión y él, tan “preocupado”
16-21
Capítulo 67
por que la sangre del banco pudiera “contaminar” su delicado cuerpo, quería que yo, siendo una persona “limpia“, donara sangre.
Como siempre, evitaba mencionar la palabra amor, pero cada gesto suyo pretendía gritar devoción hacia ella.
Gabi abrió la boca para protestar, pero la detuve con un gesto suave. Una idea comenzaba a tomar forma en mi mente. Esta petición de donar sangre podría ser exactamente la oportunidad que necesitaba.
-Está bien, iré contigo al hospital.
Mi respuesta lo descolocó visiblemente. No esperaba que cediera tan fácilmente.
Gabi me sujetó del brazo con delicadeza.
-Luz…
Su voz temblaba con preocupación. Aunque no le había contado sobre mi lesión desde su regreso, mis movimientos lentos y mi actitud distante le habían revelado que algo andaba mal. No era una herida cualquiera.
Solo algo verdaderamente grave podría haberme hecho olvidar a Simón, al hombre que alguna vez fue mi mundo entero.
Incluso Felipe, un compañero de universidad al que no veía en años, había notado hoy que algo no andaba bien conmigo, preguntándome con genuina preocupación por mi salud.
Si alguien tan lejano podía ver mi deterioro, ¿cómo era posible que mi esposo, quien juraba estar arrepentido y querer reconciliarse, no notara lo mal que estaba?
Y encima tenía el descaro de pedirme sangre por ser una persona “limpia“.
Le di una palmada tranquilizadora a Gabi. Sus ojos seguían cargados de preocupación, pero conocía esa chispa de determinación en mi mirada. Sabía que si había aceptado ir al hospital, tenía mis razones.
Aun así, se negó a dejarme sola. No importaba cuál fuera mi plan, ella estaría a mi lado