Capítulo 64
Los ojos de Celeste brillaron con indignación mientras apretaba los puños.
-¡Es el último deseo de su mamá! ¡Es su cumpleaños! ¿Cómo puedes ser tan cruel con ella?
La sonrisa en mis labios se volvió más afilada.
-¡Ya párale! ¿Por qué no mejor te preocupas por tu querida Violeta?
El rostro de Simón se ensombreció como un cielo antes de la tormenta. Sus mandíbulas se tensaron mientras me miraba, desconcertado por esta nueva versión de mí. Cada una de mis palabras era como un anzuelo de acero que se le clavaba en la piel, dejándolo sin argumentos por primera vez.
Después de un silencio tenso, Simón bajó la mirada hacia Violeta. Sus facciones se suavizaron instantáneamente.
-No le hagas caso a Luz, está actuando como una niña. -Sus dedos acariciaron suavemente el cabello de Violeta-. Toma esto, mandaré a alguien por otra pieza. No importa cuánto cueste, hoy mismo tendrás una nueva.
“Primera victoria“, pensé con amargura. Por primera vez en tantas batallas, Simón le pedía a Violeta que cediera ante mí. Pero el triunfo me sabía a cenizas en la boca.
“Míralo“, reflexioné mientras observaba la escena. “El todopoderoso presidente Rivero siempre encuentra mil maneras de resolver cualquier problema, por imposible que parezca. Siempre consigue lo que quiere… excepto cuando se trata de mí“.
Un nudo de rabia me apretó la garganta. Siempre era yo quien tenía que ceder, quien tenía que dar un paso atrás. ¿Por qué? Porque hacerme a un lado no le costaba nada. Porque mi dolor era el precio más barato.
“¡Qué patética era antes!“, la amargura del pensamiento me quemó por dentro.
Vi cómo la esperanza que mis amenazas de divorcio habían encendido en los ojos de Violeta se extinguía con las palabras de Simón. Su mirada se clavó en mí como un puñal envenenado, deseando que me desvaneciera en el aire.
Me encogí de hombros y le devolví una sonrisa burlona. “¿Sin valor?“, decía mi mirada. “¿Me culpas a mí?”
El rostro de Violeta se contorsionó de furia. Sus ojos se pusieron en blanco y su cuerpo se desplomó como una muñeca de trapo. Dicen que su salud es frágil, y es cierto – no todo en ella es actuación.
Simón la levantó en brazos con urgencia y se dirigió a la salida. Curiosamente, en medio de su pánico por Violeta, aún recordó a su esposa que supuestamente quería reconciliarse. Al llegar a la puerta, volteó.
-Espérame en casa.
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Capitulo 64
Una risa burlona brotó de mi garganta.
“¡Sí, cómo no!”
Cuando Simón desapareció, Gabi y yo nos dirigimos al set de filmación de mi compañía, con el codiciado diseño de Pierre en mis manos. Mientras disfrutaba en la tienda eligiendo modelos masculinos, también estaba trabajando, firmando contratos con rostros prometedores para entrenarlos desde la serie.
Los modelos eran verdaderamente impresionantes, con físicos dignos de una escultura griega. Después de un día tan desagradable, necesitaba algo hermoso para alegrarme la vista.
Al vernos llegar, los guapos que estaban filmando nos rodearon como abejas a la miel. Sus sonrisas dulces y palabras melosas casi me marearon.
-¡Nena, ya divórciate! -Gabi me dio un codazo juguetón-. Con dinero, belleza y todos estos bombones a tu alrededor, ¡vivirás mejor que una diosa!
Levanté mi vaso de jugo con una sonrisa cómplice.
-Dame chance.
De regreso, mientras esperábamos el auto en la acera…
-¿Miranda? ¿Eres tú?
El nombre me tomó por sorpresa. Había pasado tanto tiempo desde que dejé la escuela que me costó un momento reaccionar.
Una mujer de mediana edad se me acercó con una sonrisa radiante.
-¡De verdad eres tú, Miranda!
Su tono era cálido y respetuoso, pero por más que la miraba, no lograba ubicarla. Mientras trataba de recordar por qué me llamaba Miranda con tanta familiaridad, un hombre en silla de ruedas se acercó.
A pesar de su juventud, apenas pasaría de los veinte, sus sienes ya estaban salpicadas de canas. La alegría que alguna vez debió iluminar su rostro había sido reemplazada por una madurez prematura, como si la vida lo hubiera obligado a crecer demasiado rápido.
-Cuánto tiempo sin verte, compañera.
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