Capítulo 469
El tintineo de la cubertería fina y el murmullo discreto de las conversaciones creaban una atmósfera de elegante intimidad. Estaba a punto de terminar mi comida con Alejandro cuando el rostro sonriente de Gabi iluminó la pantalla de mi celular. Su voz, cálida y familiar, me preguntó si ya había comido o si me apetecía algo para llevar a casa.
La situación en el museo la había mantenido ocupada hasta altas horas durante las últimas semanas. Una pieza antigua, testigo silencioso de siglos de historia, requería su atención experta para regresar a su antiguo esplendor. Por eso, me sorprendió gratamente escuchar que había logrado salir temprano del trabajo.
Su preocupación constante por mi bienestar dibujó una sonrisa involuntaria en mis labios.
-No estoy en casa -le respondí con suavidad-. Estoy comiendo fuera. ¿Ya comiste? Si quieres, puedo llevarte algo del Jardín Cisne.
-¡No he comido, sí llévame algo! -exclamó Gabi con entusiasmo, su voz vibrando de emoción
al escuchar el nombre de su restaurante favorito.
Con la misma dedicación con la que restauraba las piezas del museo, Gabi me dictó una lista meticulosa de platillos. El mesero, con la profesionalidad característica del lugar, anotó cada detalle para preparar el paquete.
La primavera había desplegado su paleta más vibrante en el jardín del restaurante. Los pétalos de cerezo danzaban en el aire como copos de nieve rosados, creando un espectáculo efímero y sublime. Gabi, cautivada por esta postal perfecta, decidió esperar mi llegada entre las flores. Fue entonces cuando su mirada perspicaz captó la figura de Alejandro acompañándome.
Apenas intercambiamos saludos, su intuición, afinada por años de amistad, detectó las corrientes sutiles que fluían entre nosotros. En cuanto Alejandro se despidió, Gabi me sujetó del brazo con la emoción brillando en sus ojos.
-Oye, ¿qué pasa con Alejandro? -susurró con intriga-. ¡Te mira de una manera muy especial! ¿No que siempre quería que tú y Rafa se dieran una oportunidad?
Una risa suave escapó de mis labios, maravillada por su capacidad de percibir los matices más delicados del corazón, incluso en la penumbra del atardecer. Le revelé entonces la confesión de Alejandro: sus sentimientos por mí y su propuesta de matrimonio, aunque le aclaré que yo solo buscaba una unión de conveniencia.
Gabi procesó la información con una mezcla de sorpresa y comprensión que pronto se transformó en una sonrisa conocedora.
-¡Con razón! -exclamó-. Siempre sentí que había algo diferente en su mirada. No era la forma en que un tío mira a su sobrina, ahora todo tiene sentido.
El sol se ocultaba en el horizonte, pintando el cielo de tonos violetas y naranjas, mientras Gabi reflexionaba sobre las señales que había notado antes, pero que nunca había interpretado
como amor hasta este momento.
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Capitulo 469
-Nada de matrimonios de mentira, amiga -declaró con firmeza-. Tú deberías echarle ganas y quedarte con él. Un hombre así de bueno, si lo dejas ir, vas a necesitar cien intentos para encontrar otro igual.
Sus palabras provocaron en mí una sonrisa melancólica.
-Lo sé, es único y nunca encontraré a alguien como él admití con un suspiro-. Pero, precisamente porque es tan perfecto, no me atrevo a estar con él. Con todo lo que tiene a su favor, y yo aquí, con un segundo matrimonio y esperando un hijo de otro, ¿cómo voy a tener el descaro de atarlo?
“Mi segundo matrimonio no era el problema“, pensé, recordando las palabras de Alejandro sobre cómo cada uno cargaba su propio pasado.
“Pero este bebé… ¿cómo podría pedirle a un hombre como él que aceptara criar al hijo de otro?” “Además, el amor y las relaciones ya no están en mis planes. Los niños y mi investigación son todo lo que necesito ahora.”
-No te menosprecies, amiga la voz de Gabi se suavizó con ternura-. Alejandro será guapo, pero tú deberías mirarte al espejo y ver lo increíble que eres. ¿Sabías que, después de todos estos años, todavía me haces sentir mariposas cuando te veo?
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