Capítulo 456
-Por favor, considera seriamente casarte conmigo -las palabras de Alejandro flotaron en el aire como una suave súplica.
Era la primera vez que lo veía así, vulnerable y transparente, despojado de todas sus máscaras. Este hombre que siempre había medido cada palabra, cada gesto, ahora se mostraba ante mí con una franqueza que me desconcertaba.
Mis labios se entreabrieron para responder, pero él se adelantó.
-No me respondas ahora -su voz se suavizó-. Tómate tu tiempo para pensarlo en casa.
-Te llevo de regreso.
La mención de Carla y la familia Ayala resonaba en mi mente mientras guardaba silencio. Me preguntaba si Alejandro había encontrado la forma perfecta de tocar las fibras más sensibles de mi corazón o si realmente había algo más. ¿Quién lo hubiera pensado? La idea de un matrimonio entre nosotros me había parecido absurda al principio, pero ahora, mientras las piezas caían en su lugar, comenzaba a verlo bajo una luz diferente.
En el auto, la atmósfera cambió sutilmente. Alejandro percibió la distancia que yo mantenía, esa barrera invisible que nunca había existido entre nosotros. Por primera vez en su vida, el arrepentimiento lo invadió como una marea silenciosa.
“Debí haberlo manejado diferente“, pensaba mientras sus manos se tensaban sobre el volante. “Un simple arreglo de conveniencia hubiera bastado. Mencionar el bienestar del bebé, la paz para Rafael… ella lo habría considerado más fácilmente. ¿En qué momento me volví tan imprudente?”
La ironía no se le escapaba. El estratega maestro, el hombre que siempre calculaba cada movimiento con precisión militar, había actuado por impulso en el momento más crucial de su vida. Sin planes, sin estrategias, simplemente dejando que sus sentimientos fluyeran como un río desbordado.
“Este no soy yo“, se repetía mientras la oscuridad se acumulaba en su mirada. “¿Desde cuándo actúo sin pensar?”
Mientras él se sumergía en su tormento interior, yo vagaba por mis propios laberintos mentales, ajena a su turbulencia. El silencio se extendió entre nosotros como un manto pesado hasta que el auto se detuvo frente a mi casa.
La máscara de frialdad regresó a su rostro cuando habló:
-Tu papá mencionó que extrañaba a tu abuela, así que lo traje de vuelta -su tono era profesional, distante-. Aunque no hemos encontrado vínculos con el grupo delictivo, hay algo en él que no termina de convencerme. Te sugiero que no te quedes a solas con él.
-Cuando visites a tu abuela, procura ir acompañada.
Asentí y, recordando algo importante, pregunté:
1/2
Capitulo 456
-¿Cómo sigue Bea?
-Ha mejorado considerablemente -un destello de emoción atravesó su rostro-. Antes ni siquiera podía abandonar la cama, y ahora pasea por el jardín.
La noticia despertó sentimientos encontrados en mí. La mejoría de su sobrina me llenaba de alegría, pero saber que era gracias a mi padre complicaba todo. Alejandro mismo parecía debatirse entre el recelo y la admiración hacia Valentín, quien había logrado lo que los mejores especialistas del mundo no pudieron.
Después de que Alejandro se marchara, entré a casa. El sonido de una voz familiar me detuvo
en seco.
-Luz, qué bueno que llegaste.
Levanté la mirada, sintiendo cómo la advertencia de Alejandro resonaba en mi mente. Ahí estaba mi padre, el hombre del que debía mantenerme alejada, sentado tranquilamente en mi sala, sus ojos fijos en mí con una intensidad perturbadora.