Capítulo 440
Las palabras se me atoraron en la garganta. ¿Qué podía decirle a Gabi? Al final, solo atiné a tranquilizarla con un débil “no te preocupes, estoy bien” antes de colgar.
Con dedos temblorosos, abrí el enlace que me había enviado. La imagen que apareció en la pantalla me golpeó con la fuerza de una bofetada: Simón y Carla saliendo de una clínica ginecológica. Los paparazzi habían capturado el momento con despiadada claridad. La noticia, con letras que parecían burlarse de mí, anunciaba el embarazo de Carla.
La fotografía era una perfecta postal de felicidad. Ella, del brazo de Simón, irradiaba una dulzura casi etérea. Él mantenía ese porte distinguido que siempre lo había caracterizado, ese aire de príncipe inalcanzable que alguna vez me había hechizado. Los comentarios bajo la nota rebosaban de admiración: “¡Qué pareja tan perfecta!“, “¿Son el uno para el otro!“. Cada palabra era un alfiler que se clavaba en mi pecho.
Me hundí tanto en ese torbellino de imágenes y comentarios que no percibí su llegada. Su voz
me arrancó de mi trance.
-Luz–pronunció mi nombre con una voz ronca, casi quebrada.
Sus ojos ya no brillaban con esa devoción canina que tanto lo caracterizaba. Su cabello, ese negro azabache que tanto cuidaba, comenzaba a rendirse ante algunas canas rebeldes que se asomaban a pesar del tinte mensual. Pero yo seguía absorta en la pantalla, incapaz de apartar la mirada de esa escena que destrozaba mis últimas esperanzas.
Simón se inclinó para ver qué captaba mi atención con tal intensidad. Al reconocer la noticia, su imponente figura pareció encogerse, como si un peso invisible lo aplastara. El silencio se espesó entre nosotros hasta volverse casi tangible.
“Debí esperarlo“, pensaba mientras mi mente daba vueltas. “Con las artimañas de Carla y el corazón.noble de Simón, era cuestión de tiempo. ¿No era esto lo que quería? ¿No deseaba que ella lo atrapara para poder liberarme al fin?”
Pero la realidad me golpeaba diferente. Justo ahora, cuando llevaba en mi vientre a nuestro hijo, cuando había decidido darle otra oportunidad… El destino parecía reírse de mí con cruel ironía.
Los segundos se arrastraban como horas mientras permanecíamos inmóviles, atrapados en ese momento que ninguno se atrevía a romper.
Por fin, con el cuello entumecido por la tensión, levanté la mirada hacia él.
-¿Es verdad? -mi voz sonó extrañamente serena-. ¿Ella está esperando un hijo tuyo?
Sus manos se crisparon a los costados de su cuerpo. La agonía en su rostro era tan palpable que por un momento pensé que no respondería.
Los segundos se estiraron como una eternidad antes de que bajara la cabeza. Sus ojos, inyectados en sangre, evitaban los míos.
Capítulo 440
-Sí–su voz apenas un susurro-. Está esperando un hijo mío.
Lo miré fijamente, tratando de grabar en mi memoria cada detalle de su rostro. De pronto, su imagen se difuminó tras un velo acuoso. Las lágrimas, esas que juré nunca más derramar por él, rodaban silenciosas por mis mejillas.
Once años. Once años desde aquel día en que me salvó, once afios desde que me dio una nueva vida, una nueva oportunidad. Desde los diecisiete hasta los veintiocho, mi existencia había orbitado alrededor de Simón como un planeta alrededor de su sol. Y ahora, ese vínculo que creí inquebrantable se hacía aficos frente a mis ojos, sin posibilidad de reparación.