Capítulo 420
La debilidad se apoderaba de mi cuerpo como una niebla espesa, paralizando mis cuerdas vocales mientras luchaba por mantener la consciencia. Mis dedos comenzaron a responder lentamente, como si despertaran de un largo letargo, permitiéndome mover las manos con
cautela.
Mi cuerpo impactó contra el suelo de la suite, el golpe reverberando a través de mis músculos entumecidos. La falsa mesera se apartó con pasos seguros, sacando su teléfono para realizar una llamada.
-Amo, ya tenemos a la persona -su voz destilaba un servilismo que me revolvió el estómago.
-Dale un baño y prepara la cámara -ordenó una voz masculina al otro lado de la línea.
-Sí, señor.
Al colgar, se giró hacia mí con una sonrisa torcida que deformaba sus facciones.
-Mira nada más, parece que estudiar sí sirve de algo. ¡Hasta el amo quiere encargarse de ti personalmente!
“¿Amo?” El término resonó en mi mente como una alarma. Mis pensamientos, aunque nublados, intentaban recordar desesperadamente si alguna vez me había cruzado con una organización que usara una jerarquía tan perturbadora.
Como si pudiera leer la confusión en mi rostro, la mujer prosiguió.
-Tu exesposo voló nuestro yate y mató a mis amigos más cercanos. ¿De verdad creíste que la intervención de Alejandro sería suficiente para dejarlo pasar?
La revelación me golpeó como un relámpago. La misma organización criminal que nos había secuestrado al profesor y a mí.
-Si no fuera porque tienes talento y el amo te necesita, ya estarías muerta -su voz se tornó amenazante-. Te sugiero que cooperes cuando llegue. Si no lo haces, no serás la única que sufra las consecuencias. Tu familia y amigos pagarán el precio.
-Ni se te ocurra pensar que Alejandro vendrá a salvarte -continuó con desprecio-. En estos dos años, nuestra influencia se ha extendido por todo el país. Ya no le tenemos miedo. ¿Por qué crees que nos atrevimos a tocarte en un evento como este?
La seguridad en sus palabras, combinada con su capacidad de infiltración, sembró el pánico en mi interior. El miedo se ramificaba como una enredadera venenosa: aunque lograra escapar hoy, volverían a buscarme. Mi abuela y el profesor estarían en constante peligro. La última vez habían logrado capturarnos sin dejar rastro, llevándonos mar adentro. Y ahora, su poder era aún
mayor.
El pánico hizo que mis dedos se cerraran instintivamente alrededor del frasco de medicina en mi mano. Paradójicamente, el miedo siempre ha tenido un efecto singular en mí: cuanto más intenso, mayor es mi capacidad de mantener la calma.
16:06
Capitulo 420
La mujer terminó de instalar la cámara y se inclinó para arrastrarme al baño. En ese preciso instante, vertí el contenido del frasco sobre ella. Para mi sorpresa, conservaba la fuerza suficiente para ejecutar el movimiento, y ella no tuvo tiempo de reaccionar.
Cuando por fin se dio cuenta, ya había inhalado una cantidad considerable. Levantó la mano para golpearme, pero sus piernas comenzaron a temblar y perdió el equilibrio.
La droga resultó ser incluso más potente y veloz que la que Simón me había administrado. Durante mi última visita, mi abuela me había entregado varias sustancias recientemente desarrolladas en el laboratorio de mi padre. Esta en particular podía derribar a un toro en cuestión de segundos.
“Llévala contigo, por si acaso“, me había dicho. A pesar de mi renuencia a aceptar cualquier cosa relacionada con mi padre, no podía rechazar un medio de defensa tan efectivo, especialmente siendo un regalo de mi abuela. Mi naturaleza precavida me llevó a cargar siempre un frasco conmigo desde entonces.
Si la falsa mesera no hubiera inmovilizado precisamente esa mano, la habría neutralizado mucho antes, en el salón del banquete.